El domingo por la noche, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias "tomaron nota" de los resultados electorales y se emplazaron a cerrar un acuerdo en un plazo de 48 horas, como anunció el candidato socialista durante la campaña electoral.
De esas negociaciones exprés han salido Carmen Calvo y Pablo Echenique, los negociadores que naufragaron en julio a la hora de alcanzar un acuerdo. Ninguno de los dos han estado este martes en la foto del nuevo pacto del abrazo, en la que tuvieron protagonismo las portavoces parlamentarias de ambos partidos, Adriana Lastra e Irene Montero, junto al jefe de gabinete del PSOE, Iván Redondo, que había sido fuertemente cuestionado en el PSOE tras el fracaso de la apuesta de repetir elecciones.
Este lunes en el Congreso ante las cámaras, Redondo se fundió en un abrazo con Pablo Iglesias, al que dio varias palmaditas en la espalda y acarició la cabeza. Carmen Calvo no estaba presente en el acto. Por su parte, Echenique entraba junto a Juan Carlos Monedero en la sala adjunta donde socialistas y dirigentes de Podemos asistían al acuerdo histórico, que podría propiciar el primer Gobierno de coalición en la historia democrática de España.
La desaparición de Calvo de la foto y la existencia de dos vicepresidencias ya comprometidas: una económica para Nadia Calviño y otra social para Pablo Iglesias, ha disparado las especulaciones de su salida del Gobierno para ocupar otros espacios como podría ser la Presidencia del Congreso de los Diputados.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han firmado este martes un preacuerdo por el que se comprometen a formar un Gobierno de coalición que incluya a miembros de Unidas Podemos en el Ejecutivo. El presidente en funciones ha hablado de una firma «ilusionante» que responde al «compromiso de ambas formaciones para propiciar una propuesta para desbloquear la gobernabilidad en España», sellada con un abrazo. Ninguna aclaración más. Los líderes de PSOE y de Unidas Podemos no han admitido las preguntas de los periodistas sobre el alcance de ese acuerdo ni sobre la mayoría parlamentaria que lo sustentará ni sobre por qué no fue posible antes de una repetición electoral.
Los candidatos a presidente y vicepresidente del Gobierno si esa fórmula prospera han protagonizado ese golpe de efecto frente al hartazgo ciudadano por la fata de gobernabilidad, sin aclarar ninguna incógnita más allá de presentar un pequeño documento programático con las líneas generales de sus acuerdos habituales, desde los frustrados Presupuestos hasta la negociación fallida de investidura en julio.
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