Poco han tardado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en alcanzar un acuerdo de Gobierno tras las elecciones del domingo. Con su abrazo en el Congreso de los Diputados dejan atrás medio año de reproches y de posiciones opuestas en Cataluña, en economía y, sobre todo, en como debía facilitar Podemos un ejecutivo de los socialistas.
Y es que no hace ni dos meses desde que Pedro Sánchez reconoció en una entrevista para La Sexta que no habría podido dormir tranquilo por las noches si hubiera aceptado las exigencias de Iglesias para facilitar la investidura tras las elecciones generales del 28 de abril, donde el PSOE obtuvo 123 diputados y Unidas Podemos, 42. La coalición que reclamaba Podemos, en palabras por Sánchez, era una "bicefalia" y "dos gobiernos en uno" que provocarían "una crisis de Gobierno".
Los de Iglesias reclamaban competencias en ministerios como Hacienda, Trabajo, Transición Ecológica e Igualdad, pero Sánchez vetó esa posibilidad y fracasó en su intento de investirse como presidente a finales de julio. La nomenclatura de Gobierno fue desde el primer momento una piedra en el camino de los dos partidos hacia el entendimiento. Podemos quiso sentarse en la mesa del Consejo de Ministros y formar parte de un Gobierno en Coalición. El PSOE no cedió y ofreció como alternativas otros puestos en organismos como el CIS, la Comisión de Valores o el Consejo de Seguridad Nuclear.
Las largas de Sánchez no sentaron bien. Podemos propagó desde sus redes sociales vídeos muy críticos contra la actitud del presidente en funciones. Los dos utilizaban las entrevistas en televisión o los mítines para acusarse mutuamente.
«Tanto insistía Pablo Iglesias en que no confiaba en el PSOE, que somos nosotros quienes hemos acabado desconfiando de él», dijo Sánchez, que dejaba patente su distancia con el que podía ser su socio a la izquierda. No tardó Iglesias en seguir la misma tónica: «El problema no solamente no era yo, el problema era Unidas Podemos en el Gobierno, ese fue mi error, confiar en la palabra de alguien que mentía».
Podemos llegó a difundir una canción de reguetón titulada 'Pedro no duerme tranquilo' en la que acusaban en su letra al PSOE de tener un "amor prohibido" con el entonces líder de Ciudadanos Albert Rivera: "Te ibas a ir con Pablo (Iglesias), no te hagas el loco" (...) tu amigo Iván Redondo te está comiendo el coco".
Hasta con Francisco Franco hubo diferencias. El secretario general de Podemos acusó al Ejecutivo en funciones de utilizar la exhumación del dictador con fines "electoralistas" y lamentó que la derecha se estuviera "descojonando" al recibir Franco un "funeral de Estado". El presidente defendió que sentía "pena" de como "algunos en la izquierda" vivían el traslado "como si fuera una derrota".
El conflicto territorial el Cataluña era otro motivo de crispación entre los dos lideres. Iglesias cargó contra Sánchez por su giro a la derecha en el asunto catalán y por su intento de parecerse lo más posible al PP y a Cs. «Hay mucha gente en España que no es idiota y que sabe que este debate sobre el 155 y sobre quién es más bestia tiene que ver con que el PSOE y los partidos de la derecha no quieren hablar de problemas tan relevantes como el paro», afeó. Sánchez, por su parte, acusó a Iglesias de defender el referéndum de autodeterminación en Cataluña y la existencia de presos políticos.
Ya con el punto de mira puesto en las elecciones del 10 de noviembre, los morados endurecieron su discurso contra el PSOE. El líder socialista, según los morados, pretendía pactar con el PP para aplicar los recortes que exigía Bruselas y proteger sus privilegios. «La gente socialista es de izquierdas y no quiere ver a su partido haciendo las políticas económicas del PP, que sabe que el único voto posible para que haya un Gobierno de izquierdas es el de Unidas Podemos», señaló.
Para Sánchez era Iglesias el que torpedeaba los acuerdos de gobierno. Por eso le retó en plena campaña a que aclarase cuál iba a ser la posición de Podemos tras el 10-N . "Va a continuar bloqueando la formación del único Gobierno posible ¿Sí o no? Yo respondo: no habrá gran coalición. Responda usted, ¿va usted a bloquear por quinta vez o no?", se preguntó el presidente en funciones. El debate electoral del pasado 4 de noviembre fue uno de los últimos escenarios en el que quedó patente la poca sintonía que había ente los dos candidatos. Aún así, Iglesias trató insistentemente en acercar posiciones, pero se topó, una vez más, con las negativas del socialista.
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