"Tenemos una sensación muy triste. Hemos visto cómo a policías, trabajadores como nosotros, les estaban dando una paliza y no podíamos hacer nada estando a 300 metros de ellos. Incluso compañeros que estaban en el puerto de Barcelona veían a policías nacionales recibiendo lo más grande y no los dejaron ir a rescatarlos. No se nos deja actuar".
Lleva desde hace más de un mes desplegado en Cataluña como integrante del refuerzo diseñado por el Ministerio del Interior para hacer frente a los disturbios provocados por los radicales independentistas tras la sentencia del procés, formando parte concretamente de uno de los pelotones de los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) -las unidades de la Guardia Civil encargadas de velar por el orden público en grandes concentraciones de personas- enviados a esta comunidad. Sus palabras destilan frustración e impotencia por la ausencia de órdenes para poder intervenir.
"Sabíamos cuando vinimos a Cataluña que estábamos aquí para prestar apoyo, es decir, para proteger instalaciones críticas como aeropuertos, puertos. Pero cuando empezamos a ver que la situación se desbordaba para los Mossos y la Policía Nacional pensábamos que nos iban a llamar para actuar de apoyo. Esa llamada nunca llegó. Veíamos que estaban machacando a policías y a mossos y nunca se nos dejó actuar", describe a El Independiente este agente, que entró en el Cuerpo hace 14 años. Él fue uno de los miles de guardias civiles movilizados con motivo del referéndum ilegal del 1-O.
El dispositivo extraordinario ha supuesto el envío a distintos puntos de Cataluña de unos 70 pelotones de los GRS, lo que suma una fuerza de unos 1.400 funcionarios. A éstos se suman otros 400 agentes de las Unidades de Seguridad Ciudadana (USECIC) y la plantilla destinada en Cataluña, formada por 3.459 personas (1.960 en Barcelona, 602 en Tarragona, 556 en Girona y 431 en Lleida).
Parte de ese contingente se desplazó en la tarde de este lunes a La Jonquera (Girona), ante la posibilidad de que se produjeran disturbios cuando se llevara a cabo el desalojo de los centenares de simpatizantes independentistas que tenía bloqueado el estratégico paso fronterizo entre España y Francia desde primera hora de la mañana convocados por la plataforma Tsunami Democràtic. "Los compañeros fueron allí de retén, a no hacer nada. Quietecitos y a comer pipas. Imagino que ha debido desbordarse hoy la situación para que se haya visto a guardias civiles junto a mossos apartando a manifestantes. Aún así, no han hecho prácticamente nada", comenta.
"Misma capacitación" que los gendarmes
En su opinión, no han podido demostrar su "profesionalidad" y que tienen la "misma capacitación" que la Gendarmería francesa, el Cuerpo que ha actuado a primera hora de este martes para dispersar a los manifestantes en La Jonquera que se concentraban en la zona gala de la frontera.
"Todas las escalas estamos igual, vamos a una. Estamos igual de coartados. Hasta los de arriba quieren actuar. Hay gente que lleva en la agrupación [de los GRS] desde hace 20 años y ésta era una ocasión de demostrar que somos profesionales, pero no se nos ha dejado", reprocha.
El funcionario no descarta que el hecho de que no hayan recibido hasta ahora orden para intervenir obedezca a un "castigo" por el discurso ofrecido por el general jefe de la Zona de Cataluña (Pedro Garrido) con motivo del día de la patrona, en el que destacaba la actuación del Cuerpo en la detención de los integrantes de una célula radical de los Comités de Defensa de la República (CDR) y se refería indirectamente al papel desempeñado por la Policía Autonómica en octubre de 2017.
O también por no informar supuestamente al ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, del calado de la redada -conocida como Operación Judas y llevada a cabo el pasado 23 de septiembre- en la que se llevó a cabo la detención de nueve CDR, algunos de los que confesaron haber comprado material para fabricar explosivos. "Se puede llegar a pensar que lo están haciendo a modo de venganza. O quizá porque no quieren que se vea a los guardias civiles actuar por la naturaleza militar del Cuerpo", conjetura.
Los compañeros fueron a La Jonquera de retén, a no hacer nada. Quietecitos y a comer pipas", lamenta un agente de los GRS enviados a Cataluña
Las quejas no sólo se refieren al hecho de que no se les haya permitido intervenir pese a los graves disturbios que se vienen sucediendo en Cataluña desde el pasado 14 de octubre, cuando el Tribunal Supremo dio a conocer la sentencia que condena a los líderes independentistas a severas penas de prisión. También por el hecho de que no se hayan planificado relevos, lo que hace que muchos de los agentes permanezcan sin descanso -en labores de protección de instalaciones críticas, mayoritariamente- desde hace más de un mes.
"La inmensa mayoría de los que estamos aquí llegamos el 9 o 10 de octubre. Llegó una orden que nos sacaban del régimen general de servicios, el que regula los días libres y el horario de trabajo, y desde entonces podemos hacer jornadas de 24 horas sin que ello repercuta en días libres, incrementos… Si hubieran sido previsores hubieran gestionado unos relevos cada 15 o 20 días, como está haciendo la Policía Nacional, para que la gente descanse. Hay gente que lleva aquí desde el 9 de octubre y no ha librado ni un día. No hay relevos ni se les espera", critica.
"Frustración, incertidumbre..."
Según ha expuesto este martes a los representantes de las asociaciones profesionales el director general de la Guardia Civil, Félix Azón, los agentes enviados a Cataluña y el grupo de GRS de Barcelona percibirán un complemento extraordinario de 120 euros los días laborables en los que se produzcan incidentes (intensidad alta) y de 200 euros lo sábados domingos y festivos (intensidad media), oscilando la gratificación por exceso de jornada entre los 80 y los 120 euros el resto de días que dure el operativo. Para el personal destinado en Cataluña que forma parte del refuerzo, el complemento será de 40 euros (de lunes a viernes) y 80 euros (fines de semana y festivos).
"La sensación es de frustración, incertidumbre… No sabemos cuándo volveremos a nuestras casas, ni cuándo nos relevarán, ni cuándo nos compensarán por hacer jornadas de 15-16 horas seguidas todos los días. Eso al final va minando la moral. Lo peor de todo es que estamos aquí para nada. No se nos ha dejado actuar", lamenta el agente.
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