Ni autodeterminación ni amnistía. Ni delito de convocatoria de referéndums ni intervención de TV3. Apenas cuatro días después de cerrarse las urnas en las elecciones generales PSOE y ERC empiezan a asumir que las promesas hechas en campaña tienen los días contados. La aritmética parlamentaria ha colocado de nuevo a Esquerra como la fuerza imprescindible para que el "gobierno de progreso" anunciado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias este martes vea la luz. ERC vuelve a tener sobre sí toda la presión, pero el apoyo al PSOE, como advirtió Gabriel Rufián, es ahora mucho más caro para los republicanos.
Durante la campaña electoral tanto Gabriel Rufián como el resto de la dirección de Esquerra han insistido en que el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Cataluña, una ley de amnistía para los presos y fugados y la negociación de un referéndum pactado sobre la independencia de Cataluña serían condiciones sine qua non para que la formación de Oriol Junqueras apoyara la investidura.
Ahora, sin embargo, la referencia a "Pedralbes" se ha convertido en leitmotiv de los republicanos. Esto es, retomar las negociaciones en las que el Gobierno de Sánchez reconocía la existencia de un "conflicto político" en Cataluña y no un problema de "convivencia en Cataluña", como Pedro Sánchez ha insistido repetidamente durante toda la campaña. "El problema de Cataluña es de convivencia, no de independencia" a repetido a diario el candidato socialista.
Ayer, sin embargo, en su primera comparecencia ante la prensa tras el pacto de gobierno con Podemos, Pedro Sánchez "olvidó" la coletilla sobre la convivencia la referirse al conflicto en Cataluña.
"No me puedo imaginar a Esquerra votando junto a Vox" repiten como un mantra los socialistas catalanes, en público y en privado. Es el mejor argumento de los socialistas para reclamar a los republicanos flexibilidad a la hora de afrontar las negociaciones de la investidura. Y a ese argumento se agarró Sánchez ayer, reclamando a Esquerra que repase el arco parlamentario para ver qué alternativas tiene al gobierno de progreso integrado por las dos únicas fuerzas dispuestas a hablar con el independentismo.
Ahí está el segundo cambio de Sánchez, que durante la campaña se negó a referirse si quiera a un eventual diálogo con los partidos secesionistas ante la insistente presión de PP y Cs para que aclarara si aceptaría los votos de ERC para ser investido. Ahora sí, Pedro Sánchez ya está dispuesto a hablar con ellos, aunque "siempre dentro del marco de la constitución".
La alcaldesa de Hospitalet y presidenta del PSC, Núria Marin, ha mostrado además la vía a seguir en opinión de los socialistas catalanes, validando el regreso a Pedralbes que reclama el independentismo. En declaraciones a SER Catalunya este jueves, Marín apuntó que, si las partes "están de acuerdo", el escenario de Pedralbes —de diciembre de 2018— puede servir para facilitar la investidura del líder del PSOE.
Elecciones en primavera
Aún así, el apoyo a Sánchez es una maniobra de gran coste para Esquerra. Los republicanos vieron como los comicios que debían servir para dar la estocada a JxCat acabaron fortaleciendo a Laura Borràs, que ganaba el octavo diputado, mientras la entrada de la CUP en el Congreso se hacía a su costa.
Tanto JxCat como la CUP han sido contundentes en su apuesta por seguir bloqueando la legislatura española, afeando a ERC su pretensión de negociar con el PSOE un referéndum de independencia pactado. Y han ganado terreno a los republicanos a cuatro meses de unas más que probables elecciones catalanas en primavera.
Esquerra sigue doblando en votos a sus rivales en el bloque independentista. El pasado domingo perdió 140.000 sufragios y aún así consiguió 870.000 votos, frente a los 771.000 que sumaron JxCat y la CUP juntos. Pero ERC perdió apoyos y JxCat los ganó con el discurso de confrontación contra un Pedro Sánchez que ha fijado la diana durante la campaña electoral en Carles Puigdemont y ha hecho bandera de su negativa a hablar con Quim Torra.
La sentencia hecha pública el 14 de octubre eleva aún más ese precio, especialmente porque las concentraciones y altercados protagonizados por Tsunami Democràtic y los CDR han dejado claro que los partidos independentistas han perdido definitivamente las riendas del movimiento en la calle y de sus grupos más radicales. Pactar en estas condiciones con el PSOE supondría el divorcio definitivo con esos sectores, y el electorado de ERC siempre ha sido más proclive que el de CDC a esos movimientos.
Esquerra sueñan con ganar las próximas elecciones autonómicas y deshacerse de sus socios de JxCat para intentar una nueva alianza con Podemos. Pero para eso necesita mantener las distancias con el PSOE, intentando no romper los puentes con Podemos. Y evitar una nueva repetición electoral de las generales que le obligaría a posponer sus planes en Cataluña.
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