Expertos forenses consideran que la identificación genética de los restos cadavéricos de los hermanos aragoneses Lapeña Altabás, fusilados en el inicio de la Guerra Civil y supuestamente enterrados en columbarios depositados en una cripta de la basílica del Valle de los Caídos desde finales de la década de los 50, son de "extrema dificultad" dado el "deterioro" que previsiblemente presentarán los huesos por el tiempo transcurrido (más de 83 años).
Patrimonio Nacional ha comunicado este martes a las 31 familias que han pedido la exhumación de los restos de sus antepasados las actuaciones que se van a llevar a cabo en las criptas adyacentes a las capillas de la iglesia de Cuelgamuros con vistas a la localización de los huesos de sus antepasados, a fin de que se pueda ejecutar lo que dispuso un juzgado de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) a finales de marzo de 2016.
De la complejidad de las tareas que el Ejecutivo pretende llevar a cabo da cuenta el comité científico-técnico del Consejo Médico Forense -órgano estatal que asesora al Ministerio de Justicia, a las comunidades autónomas, al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y a la Fiscalía General del Estado- en el informe que le encargó el consejo de administración de Patrimonio Nacional en agosto de 2018 sobre el procedimiento que habría que llevarse a cabo para la "localización, identificación y, en su caso, exhumación y entrega a su familia de los restos de los señores Lapeña Altabás".
El encargo se producía después de que los descendientes de los citados hermanos aragoneses lograran que el Juzgado de Primera Instancia 2 de San Lorenzo de El Escorial les reconociera el derecho a poder dar una "digna sepultura" a los restos de Manuel y Antonio Ramiro Lapeña Altabás y de que la abadía benedictina del Valle de los Caídos retirara el recurso que había interpuesto ante la Audiencia Nacional, por lo que quedaba allanado el camino para poder acceder a la sepultura.
Según el juez de El Escorial, los huesos se encontrarían en los columbarios numerados del 2.061 al 2.069, localizados en el nivel tercero de la cripta adyacente a la capilla del Santo Sepulcro. Se trata de una "estimación aproximada", por cuanto las nueve cajas procedentes de Calatayud -localidad zaragozana de donde procedían teóricamente los restos de los hemanos Lapeña, trasladados supuestamente en 1959- no se acompañan de una relación con las identidades de los cuerpos que contenían.
De acuerdo con el libro de registros, el número de columbarios existentes en el tercer piso de la citada capilla asciende a 722, conteniendo los restos cadavéricos de 3.207 personas. "Esta distribución es administrativa y no hay certeza de que se corresponda con la distribución real de los columbarios, que fueron depositados sin sujeción a planificación, orden o registro, y sin que hubiera previsión de un posterior acceso a los mismos", expone el Consejo Médico Forense. No hay, por tanto, "constancia documental" de que entre ellos se encuentren Manuel y Antonio Ramiro Lapeña.
El Consejo Médico Forense advierte de que la mezcla de restos y el "deterioro natural" por el tiempo transcurrido hace que la tarea sea de una "altísima complejidad"
Ésa es la primera dificultad que entraña la localización de los restos de los hermanos aragoneses, pero no la única. Los especialistas consideran que la localización de los nueve columbarios que llegaron a Cuelgamuros desde Calatayud "implica necesariamente" mover las 772 cajas existentes en dicha ubicación tras su consolidación para conjurar el "riesgo de esparcimiento de su contenido", lo que requeriría disponer de un "patio de maniobra adyacente" en el que aquéllas se fueran depositando para proceder a su "estudio y eventual manipulación".
En opinión de los forenses, la ejecución de esos trabajos obligaría a elaborar un proyecto técnico de actuación de modo que se tomaran las prevenciones necesarias ante la posibilidad de que hubiera mermado la "resistencia de la armadura de las placas del forjado" de dicha estancia, lo que llevó al Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja -perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a desaconsejar el acceso de personas a esas dependencias mientras no se tomen medidas que "garanticen la transferencia de las cargas directamente a los nervios del forjado".
Los especialistas advierten de que esa movilización de columbarios "afectará necesariamente" a la actividad del culto en la basílica del Valle de los Caídos, por lo que plantea la posibilidad de que se decrete un "cierre temporal" del monumento o como mínimo que los trabajos se ejecuten fuera del horario de visita.
"Sólo en el caso de que esta actuación se llevara a efecto, y tuviera éxito en forma de localización indubitada de los columbarios señalados, se podría pasar a la siguiente fase antropológica forense. Esto es así porque, de otra forma, el número de posibles individuos existentes y la cantidad de restos procedentes de los mismos es de una envergadura tal que supera ampliamente las posibilidades reales de efectuar un cotejo genético en condiciones asumibles de coste económico, número de horas de dedicación y fiabilidad técnica de los resultados esperables", razona.
En este sentido, el Consejo Médico Forense deduce que, dada la mezcla de restos óseos, es muy probable que "el número real de individuos sea superior al número de cráneos", lo que conllevaría la necesidad de "individualizar y reasociar" todos los cuerpos. Ello supondría el análisis genético de un "elevadísimo número de muestras", a razón de seis por cuerpo.
En la identificación de las víctimas de la Guerra Civil que descansan en los ocho osarios repartidos entre el transepto y los laterales de la nave de la basílica, los forenses aprecian como dificultad añadida el hecho de que los restos hubieran sido exhumados unos 20 años después de su inhumación primaria -los fusilamientos de los hermanos tuvieron lugar en 1936 y supuestamente fueron trasladados de Calatayud al Valle de los Caídos en 1959-, lo que añade "una carga importante de complejidad al problema forense".
"El hecho de que hayan sido previamente exhumados implica que la recogida de restos ha podido ser -y lo habrá sido en la mayoría de los casos- incompleta, con lo que el número de restos correspondientes a cada individuo será variable. Dependiendo de los casos, la irregularidad de la recogida conducirá a restos mezclados de varios individuos, con diferentes estados de conservación, faltos de trazabilidad, con registros incompletos, ausentes o falsos", plantea.
Un juzgado reconoció en 2016 el derecho de una mujer a dar una "digna sepultura" a los restos de su abuelo, que se creen enterrados en el Valle de los Caídos desde 1959
Tampoco pasan por alto el "deterioro natural" que experimentan los huesos 80 años después del fallecimiento, lo que provoca "una modificación de las estructuras morfológicas" y una "degradación molecular" que no facilita la detección de particularidades que permitan la "identificación de las características que distinguen a unas personas de otras". Dado que los cadáveres son antiguos, los especialistas tampoco dispondrán de "fuentes de material genético indubitada", reduciéndose también el número de familiares de los que puedan extraerse muestras a fin de cotejarlas.
"La tarea de estudiar los nueve columbarios desde el punto de vista antropológico forense y la selección de muestras para su cotejo genético debe entenderse como un trabajo de altísima complejidad técnica, que precisa de la participación de un gran número de profesionales experimentados, y en el que no se puede garantizar un resultado exitoso incluso en el caso de que los restos de los hermanos Lapeña se encuentren efectivamente en los columbarios señalados, ya que en su identificación positiva intervienen diversos factores que pueden interferir en el análisis, hasta el punto de hacerlo eventualmente inviable", añade.
En una primera estimación, el comité científico-técnico calcula que la ejecución del estudio forense requeriría un equipo formado por cuatro antropólogos expertos en casos complejos de restos mezclados, un coordinador de identificación, dos ayudantes y varios genetistas, prolongándose dichas tareas durante un periodo no inferior a los "tres meses".
Una treintena de familias
Patrimonio Nacional ha comunicado esta semana a la treintena de familias que, como los descendientes de los Lapeña Altabás, han pedido la exhumación de los restos de sus antepasados las actuaciones que se van a ejecutar en la basílica del Valle de los Caídos. En concreto, el plan es abrir la capilla del Santo Sepulcro una vez realizado el proyecto de obras para el afianzamiento de los distintos niveles de los osarios, siguiendo a continuación por la del Santísimo y en última instancia por las seis laterales de la nave (Pilar, Loreto, Merced, Carmen, África e Inmaculada).
"Durante todo el proceso se contará con la asistencia permanente de expertos forenses para el asesoramiento técnico y legal del tratamiento de los columbarios. A su vez y en el transcurso de la ejecución de las distintas fases de las obras, se solicitará al Consejo Médico Forense una inspección valorativa, que lleve a determinar las distintas consideraciones físicas, técnicas y jurídicas en cada lugar de la Basílica, agrega.
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