Una ex escolta de Podemos ha demandado a la número dos de la formación, Irene Montero, por trato laboral "discriminatorio", después de que ésta obligase a la denunciante a hacer tareas diferentes a las asignadas al puesto para el que fue contratada.
Según ha adelantado OkDiario, la escolta del partido ha denunciado que Montero la obligaba "de manera recurrente" a hacer de recadera para la familia fuera de su horario laboral, así como ejercer de mecánica o de chófer para la empleada doméstica, la niñera e, incluso, para familiares invitados a su vivienda.
Entre las tareas concretas que se detallan en la demanda se encuentran la de adquirir "productos de parafarmacia y droguería para bebés e, incluso, llevarle la cena desde varios restaurantes de Madrid hasta su chalet de Galapagar. "Me ordenaba llevarles la cena y la comida a ella, a Pablo y a los perros", reitera la denunciante, que destaca otras labores como "tareas de gestión de obras en una des sus propiedades", "transporte de envíos de familiares" o "mantenimiento de vehículos privados".
Una petición curiosa que destaca la ex empleada de seguridad es la de alargar su jornada laboral para "calentar el habitáculo del coche" que Irene Montero utilizaría posteriormente para sus desplazamientos.
Horas extra impagadas
La ex escolta ha interpuesto la demanda ante el Juzgado de los Social número 3 de Madrid por despido nulo, en el que exige la readmisión en su puesto laboral por los abusos laborales cometidos por la portavoz parlamentaria, al considerar que se produjeron reiteradamente encargos que no respetaban "los derechos básicos y condiciones" que "deben regir en una relación laboral".
La empleada de seguridad fue contratada en febrero de 2016 para trabajar como "escolta personal" de Pablo Iglesias. Algo más de un año después, en septiembre de 2017, pasaría al servicio de su mujer, Irene Montero y fue a partir de entonces cuando la trabajadora comenzó a notar "órdenes y directrices" que "excedían con mucho de las normales", según aparece reflejado en el escrito.
Los encargos implicaban que las horas de trabajo estuviesen por encima "de la jornada legal, horario y turno asignados", lo que impidió su "descanso obligatorio entre demanda y demanda". El exceso de horas, muchas en horario nocturno, "nunca fue abonado" y la empleada llegó a pedir a Montero, sin éxito, que regularizase su situación según el Convenio Colectivo.
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