Una de las muchas dificultades que esgrime el PP para facilitar una salida a la gobernabilidad en caso de que falle el "plan a" de Pedro Sánchez, es el propio Pedro Sánchez debido a la escasa, por no decir nula, confiabilidad que les suscita el candidato socialista. Harta Génova de que se ponga el foco sobre ellos cuando insisten una y otra vez en que "la pelota está en el tejado de Moncloa", esgrimen en el entorno de Pablo Casado que ni aún "haciéndole vicepresidente y dándonos cinco ministerios, a los seis meses nos cesaría" y, encima, dejando a Vox y a Podemos expedito el campo de la oposición.
Por tanto, nada de gobierno de concentración con Sánchez, pero tampoco apoyo en la investidura con un ejecutivo monocolor. De hecho, "la abstención es todavía peor", afirman los mismos medios según ha comentado Casado en conversaciones privadas. "No puedes fiarte de Sánchez ni aún firmando un pacto de investidura" porque, agregan, "a los dos días podría pactar los presupuestos con ERC".
Los populares abogan, además, por un Ejecutivo, si no monocolor, que, al menos, no incluya a Unidas Podemos. De hecho, se ponen de ejemplo al recordar que "conseguimos que Vox no entrara en los gobiernos y ellos deberían hacer lo mismo con Podemos", pero eso no significa que estén dispuestos a facilitar el camino a Sánchez. De fondo gravita la cuestión de si los populares, llegado el caso, pedirían su cabeza a cambio de un pacto de legislatura o de un gobierno constitucionalista, tal y como defiende José María Aznar. Se trata de una condición inasumible para los socialistas pero podría justificar el "no" de los populares en el pleno de investidura, todavía sin fecha.
Sánchez sigue sin devolver la llamada a Casado quince días después de las elecciones
No parece tampoco que el presidente del Gobierno en funciones tenga excesiva prisa por conocer de primera mano la posición del PP, pues sigue sin devolver la llamada que Casado le hizo la noche electoral. Claro que Sánchez todavía no ha dicho nada de la sentencia de los ERE, que ha condenado a dos ex presidentes de su partido, y, mucho menos, comparecido ante la prensa para responder al respecto.
En el PP admiten además las dificultades de acudir a una Junta Directiva "para decir que hay que pactar con Sánchez, porque todo el partido está escandalizado con lo que está haciendo" el candidato socialista, aunque lo cierto es que amplios sectores de esta formación creen que será aún más difícil y peligroso, electoralmente hablando, justificar unas terceras generales -las quintas en cinco años- si el todavía inquilino de la Moncloa no saca adelante su acuerdo con Unidas Podemos con el concurso de los independentistas de ERC.
En cuanto a la propuesta de Ciudadanos de ir juntos de la mano para ofrecer un gobierno constitucionalista al PSOE, no dejan de mostrar su incomodidad por considerarlo una injerencia en la política interna del PP. Inés Arrimadas y los dirigentes "naranjas" que aún aguantan en Cs no hacen más que repetir el ofrecimiento de última hora que hizo Albert Rivera en septiembre para evitar las elecciones del 10-N y que ya fue rechazada por Casado tras una reunión de tres horas en el Congreso.
Casado se ha referido públicamente al papel que puede jugar para garantizar la gobernabilidad alegando que el PP "no puede ser cómplice" de una negociación para la formación del nuevo Gobierno en la que se ponga en almoneda el orden constitucional y el sistema de la Transición, y que su responsabilidad es ser alternativa a ese Ejecutivo, informa Efe. Tras acudir al acto institucional en la Comunidad de Madrid con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ha recordado que lleva 15 días esperando que le responda Sánchez y que el PP "no merece ser humillado".
Sánchez "ha quemado las naves"
Tras afirmar que Sánchez "ha quemado las naves" al pactar con Podemos sin explorar otras vías, cree que en la negociación han vuelto a legitimar "la hoja de ruta de Pedralbes", que defiende un estado plurinacional y Cataluña como nación. En definitiva, ha descartado una posible coalición con los socialistas porque él no se puede sentar en un banco azul "con un presidente que esté blanqueando a los independentistas", ni abstenerse, porque una vez investido, pactaría presupuestos y políticas con los "de la moción de censura".
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