Es un silencio revelador. Se prolonga casi un lustro. Nunca un evento tan importante lo provocó de modo tan prolongado. En Bilbao nada indica que en apenas seis meses será una de las sedes del mayor evento deportivo de Europa o que la ciudad se llenará de miles de aficionados polacos, suecos… y españoles. Desde que en 2014 recibió la encomienda por el entonces presidente de la UEFA, Michel Platini, apenas se habla de ello. Nada que ver con otros grandes acontecimientos anteriores en la capital vizcaína: la vuelta ciclista a España, el europeo de Rugby o los premios EMTV. Cuando las instituciones vascas optaron con el recién estrenado campo de San Mamés a ser una de las sedes sabían que aquello podría ser una rentable operación económica y de proyección internacional pero también un negocio algo incómodo: la selección española jugaría como local en Bilbao.
La selección española no es bien acogida en amplios sectores institucionales y sociales de Euskadi. Sectores afines a la izquierda han comenzado ya a movilizar a los colectivos que rechazan la llegada del combinado español. La campaña para expresar el rechazo ya está en marcha y se intensificará los próximos meses.
El rechazo hacia ‘la Roja’ no es nuevo. Durante la final del mundial de Sudáfrica de 2010, la que reportó la primera copa del mundo a la selección, la euforia que llevó a la calle a cientos de miles de personas, en Bilbao apenas se dejó sentir. Tampoco las instituciones lo promovieron. El ayuntamiento de la capital vizcaína, como el de San Sebastián, se negó a sacar pantallas a la calle. En Barakaldo, las que se instalaron fueron saboteadas en el minuto 76. Aún hoy, en público, ‘la Roja’ continúa siendo un tema tabú que arrasa en audiencias en el ámbito doméstico pero que apenas existe en la calle.
A seis meses de la Eurocopa, las instituciones vascas apenas han promocionado el evento y evitar respaldar a 'la Roja'
Hasta el momento, el discurso que están manteniendo las instituciones vascas ante la organización de la Eurocopa aflora frialdad. La causa fundamental es la presencia del combinado de Luis Enrique. El argumentario empieza a repetirse, “lo importante no es quién juega sino qué se juega”, han asegurado desde el lehendakari hasta el alcalde de la ciudad, Juan María Aburto. Una ausencia de promoción pública que no supone sin embargo que no se esté trabajando de modo intenso en la organización del evento.
Seis partidos en un siglo
El rechazo a la presencia de ‘la Roja’ en San Mamés ha sido constante a lo largo del tiempo. En mayo de 2017 las Juntas Generales vizcaínas celebraron un pleno en el que se debatió la petición a la Federación Española de Fútbol para organizar un partido de la selección. La respuesta del PNV, Podemos y Bildu a la iniciativa del PP fue que aceptaban siempre y cuando la selección española compitiera como “equipo visitante”.
El pasado lunes, la cuestión volvió a evidenciar la incomodidad y el rechazo que aún suscita esta cuestión en una ciudad con una histórica tradición y amor por el fútbol. El Pleno del Ayuntamiento de Bilbao rechazó vincular la marca de la ciudad con la de la selección en una campaña conjunta de promoción. De nuevo el deseo del PNV de poder jugar con “la selección de Euskadi” estuvo presente como argumento. En EH Bildu reaparecieron las consideraciones más gruesas, “es una forma de colonización cultural”, aseguró su portavoz, Jone Goirizelaia.
Por el momento, el enfoque que desde las instituciones se ha impulsado es fundamentalmente económico. El alcalde Aburto llegó a afirmar que para la ciudad hubiera sido incluso mejor no ser sede de la selección española, “otra selección extranjera tendría más impacto económico”. Se han hecho incluso estimaciones de lo que generarán en la economía vasca los cuatro días de partido programados en junio: 84 millones de euros. Una cifra notablemente superior a los apenas 5,5 millones de euros que invertirá la Administración vasca en la organización del evento, cuya organización fundamental corre a cargo de la UEFA. En Bilbao, los hoteles cifran ya la ocupación en el 85% para esos días y la hostelería se prepara para acoger al menos a 200.000 personas.
Cuando la selección española pise el césped de San Mamés habrá puesto fin a más de medio siglo de ausencia. La difícil realidad política, la amenaza terrorista y el rechazo social hicieron que el precedente de una visita de ‘la Roja’ a la ciudad con la ‘Catedral del fútbol’ -San Mamés- se remonte nada menos que a 1967. El 31 de mayo de aquel año, José Angel Iribar –que nueve años después reivindicaría la oficialidad de la ikurriña durante un derby contra la Real Sociedad y que en 1979 ejerció como capitán en la Selección de Euskadi en un amistoso contra Irlanda- defendía la portería contra Turquía. La selección española se impuso por 2-0. La lista de partidos oficiales en San Mamés es corta, sólo incluye uno más, el 3 de mayo de 1963, España 1-Irlanda del Norte 1. A ellos se suman otros cuatro encuentros en Bilbao de carácter amistoso contra Bélgica (1921), Italia (1931), Portugal (1941) y Suecia (1953). Un pobre balance de seis partidos desde 1920.
'Plurinacionalidad' para la selecciones
Lograr la oficialidad de su selección de fútbol y las de otras disciplinas es una aspiración que el nacionalismo y el independentismo vasco siempre ha promovido. Desde el Ejecutivo se ve una puerta de oportunidad para intensificar la petición. El reconocimiento del “Estado plurinacional” que Podemos defiende con claridad y que el PSOE hace con menos contundencia, sería un camino positivo, recuerdan. Esa condición del Estado haría compatible que la selección española pudiera convivir con la del resto de “naciones” reconocidas.
En la propuesta de nuevo Estatuto que esta semana ha presentado el PNV, con el apoyo parcial del PSE y Podemos, se contempla (artículo 140) que las instituciones vascas podrán “promover la proyección internacional” de sus organizaciones deportivas para solicitar “su afiliación a las entidades afines del ámbito internacional”.
El Gobierno vasco cuenta con un informe sobre la viabilidad jurídica de la oficialidad de la selección vasca de fútbol
El Gobierno de Iñigo Urkullu llegó incluso a encargar un informe para estudiar la viabilidad jurídica con la que cuenta su reclamación. El documento data de 2014, el mismo año en el que la UEFA designó Bilbao como sede de la Eurocopa 2020. En él se recuerda que son las federaciones deportivas las que admiten o rechazan una solicitud y no los Estados, “son entes de naturaleza privada”, apunta, “que no se rigen por el derecho internacional público” y por tanto tienen capacidad para establecer sus normas de admisión. Las federaciones pueden admitir, y de hecho muchas de ellas así lo hacen, a “federaciones deportivas sin Estado”. En el caso de la UEFA, 49 federaciones están reconocidas sin representar a un país. Escocia, Puerto Rico, Irlanda del Norte, Gales o Hong Kong son sólo algunas de ellas.
El Gobierno vasco recuerda que el ordenamiento jurídico español deja claro que el País Vasco tiene competencia exclusiva sobre la gestión del deporte, ámbito que no depende de otras competencias como las relaciones internacionales o la cultura. Pero también señala que el Tribunal Constitucional construyó “un título competencial ad hoc”, como es la consideración de “interés general” para la afectación internacional que pueda tener el deporte federado. De este modo, el Alto Tribunal defiende la necesidad de una “representación unitaria” de España, por lo que otorga al Estado “preferencia competencial” sobre la competencia deportiva reconocida al País Vasco.
De esta manera, no sólo se hace imprescindible la autorización de admisión de una federación internacional sino también la de la federación española de turno para poder permitir que, en este caso, Euskadi compita con su propia selección. Sólo podrá hacerlo en aquellas competiciones que no sean oficiales y en las disciplinas en la que no exista una federación española constituida.
Es una reivindicación compartida con Cataluña. En ella se han empeñado ambas federaciones de fútbol. Sus selecciones autonómicas de fútbol son las que en más ocasiones se han enfrentado entre sí en una suerte de eventos deportivo-reivindicativos. Desde el año 2015 lo han hecho hasta en una docena de ocasiones. Mes y medio después de la consulta del 9-N que impulsó el president Artur Mas, éste se vio con el lehendakari Iñigo Urkullu en el palco del Camp Nou para presidir un partido entre las selecciones vasca y catalana. Antes, en 2006, Pasqual Maragall y Juan José Ibarretxe hicieron lo propio.
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