La cantera y el escaparate. La primera se alimenta en las aulas, la segunda se muestra en el fútbol. Son sectores minoritarios los que integran esos submundos en uno y otro ámbito, pero lo hacen con una actividad renovada en los últimos años. La marcha que en apoyo a los presos de ETA han organizado los movimientos ‘ultra’ del Athletic, la Real Sociedad, el Osasuna, el Eibar y el Alavés para el próximo día 28 hasta la cárcel francesa de Mont de Marsan –y rechazada por el colectivo mayoritario de presos, el EPPK- o el ultimátum dado por el movimiento Tsunami Democrátic ante el Barcelona-Real Madrid del miércoles, -escenografía independentista a cambio de paz-, son muestra de que el fútbol continúa para algunos en el centro de su estrategia ‘político-deportiva’. O por ser más precisos, ‘soberano-deportiva’.
Los movimientos independentistas o en favor del derecho a decidir siempre se han desenvuelto con soltura en los grandes clubes vascos, navarros y catalanes. Los colectivos ‘constitucionalistas’, o no se han dejado oír o simplemente se les ha silenciado en juntas directivas y gradas de los grandes clubes como el Barcelona, el Athletic Club o la Real Sociedad.
En los años más duros en los que los sectores radicales reivindicaban la independencia a tiros, bombas y extorsión, el fútbol vasco y catalán se mantuvo en la mayoría de los casos en una posición incómoda, silenciosa y, cuando no, complaciente. Pese a no haber sido objetivo prioritario del terrorismo, algunos de los clubes de Euskadi y de Cataluña sí han padecido en primera persona el duro impacto del terrorismo en forma de asesinatos, secuestros, extorsiones o presiones de sus grupos ultra.
“No, no es el foro adecuado”, dijo el presidente del Athletic, José María Arrate, cuando se le pidieron explicaciones de por qué esta vez tampoco habría minuto de silencio en San Mamés, “queremos preservar al Athletic de esta situación, es el único espacio de paz y concordia que tiene la sociedad vasca”. El club vizcaíno no hizo ningún gesto tras cada atentado de la banda hasta marzo de 2008, a sólo dos años de que la organización criminal anunciara el cese de su actividad.
Su primera vez fue tras el asesinato del concejal del PSE, Isaías Carrasco en Mondragón. Habían pasado cuatro décadas de atentados y crímenes en silencio. Ni siquiera entonces se respetó, el minuto apenas duró ocho segundos, cuando el árbitro lo paralizó entre pitidos y gritos de protesta de los radicales.
El Athletic sufrió el secuestro de su directivo, Juan Pedro Guzmán, a manos de ETA
El independentismo y el fútbol siempre han tenido vías comunes. Los primeros han buscado a los segundos, su altavoz. Representan un porcentaje minoritario de las decenas de miles de aficionados que llenan las gradas cada domingo. En el caso del independentismo más violento que representó ETA, los clubes como el Athletic, la Real o el Barcelona mantuvieron siempre una posición de equidistancia, asepsia y falta de denuncia pública, pese a que ambos lo sufrieron directamente.
El Athletic Club vio cómo la banda terrorista secuestraba a uno de sus directivos, el industrial Juan Pedro Guzmán, durante 25 días en enero de 1986. Fue liberado por los GEO. Los mismos días permaneció secuestrado el delantero del Barcelona, Enrique Castro Quini, en marzo de 1981, aunque en este caso no se vinculó a ETA sino a un grupo de delincuentes, en realidad de tres parados . El rescate abonado puso fin al cautiverio.
Secuestros, extorsión y amenaza
El 19 de enero de 1993, quien fuera jugador de la Real Sociedad, José Antonio Santamaría, murió tiroteado por dos etarras mientras cenaba en la sociedad gastronómica Gaztelupe de San Sebastián. Su nombre se había vinculado a la investigación del llamado ‘Informe Navajas’ sobre corrupción y narcotráfico, acusación que Santamaría y su familia siempre negaron. En este caso, la Real Sociedad y el Real Unión guardaron un minuto de silencio en su memoria.
El actual presidente de la Real Sociedad, Jokin Aperribay, también ha vivido de cerca la violencia etarra. A su padre, Joaquín Aperribay, ETA lo intentó matar en dos ocasiones. La primera de ellas asesinó a su chófer, Gregorio Caño, el 29 de junio de 1989, cuando acudió a recogerle en San Sebastián. El empresario de componentes armamentísticos abandonó el País Vasco pero a su regreso, ETA volvió a intentarlo con un paquete bomba que pudo ser desactivado.
La extorsión del independentismo radical también ha estado presente. La denunció el jugador del Athletic, Bixente Lizarazu. Nacido en San Juan de Luz (Francia), jugó en la temporada 1996-97 en el club vizcaíno y en sus memorias relató cómo ETA le exigió el pago del ‘impuesto revolucionario’ por haber jugado con la selección francesa tras pagarle “con el dinero robado a los vascos”. La “cólera” que la banda le expresó en una carta amenazante hizo que el jugador abandonara el club poco después, “viví triste, mirando bajo el coche”, reconoció.
San Mamés no celebró un minuto de silencio hasta 2008. Lo justificó afirmando que "había que preservar el único espacio de paz"
El posicionamiento de los clubes en favor de las tesis soberanistas ha sido una constante. Lo ha hecho el Barcelona de modo reiterado y el Athletic o la Real. El club rojiblanco llegó a apoyar expresamente la convocatoria hecha por la plataforma 'Gure Esku Dago' en favor del derecho a decidir en junio del año pasado. No en vano, en la centenaria historia del club figuran nombres ilustres del nacionalismo vasco como el primer lehendakari del Gobierno vasco, José Antonio Aguirre, jugador del Athletic en los años 20 y que llegó a jugar 46 partidos oficiales.
El club más antiguo de Primera División ha sido históricamente una institución que el nacionalismo moderado, el PNV, y el extremo, la izquierda abertzale, siempre se han disputado. Hasta ahora, Sabin Etxea ha ganado todos los pulsos, modelando así, como una sutil extensión del tejido ‘jeltzale’ en el club. En la última contienda electoral, el PNV no pudo colocar a su candidato, Alberto Uribe Etxebarria -tesorero del anterior presidente, Josu Urrutia-, y la candidatura independiente que lideró Aitor Elizegi dio la sorpresa al imponerse en las urnas.
Futbolistas y política
También muchos de los jugadores se han posicionado abiertamente en favor del derecho a decidir o de la consulta del 1-O o en apoyo a los “presos políticos” del procés. Lo han hecho singularmente en la órbita del Fútbol Club Barcelona. En el caso vasco, el posicionamiento abertzale de algunos jugadores ha ido más allá al apoyar a los presos de ETA en sus reivindicaciones de sus derechos penitenciarios. Un símbolo del fútbol vasco como es José Ángel Iribar, portero del Athletic y de la selección española, no ha ocultado en público su simpatía con la izquierda abertzale, de la que figura como uno de los miembros de la primera Mesa Nacional de HB en 1978.
Una izquierda abertzale que siempre ha procurado granjearse el respaldo de los futbolistas a su causa. En enero del año pasado, ocho jugadores respaldaron la marcha de la plataforma Sare en apoyo de los presos de la banda. También fue polémico el apoyo que un grupo de jugadores de primera - del Athletic y la Real Sociedad, siempre a título individual- dio al manifiesto de Iñaki de De Juana Chaos, histórico miembro de ETA, de apoyo al colectivo de presos EPPK. Un tercer episodio que salpicó a la Real fue el modo en el que se frustró el fichaje de un portero de la Real Sociedad por un club alicantino al trascender que su padre era un preso de ETA que permaneció 22 años en prisión condenado por cooperar en el asesinato de un empresario hostelero en 1988.
El caso del aficionado del Athletic Club, Iñigo Cabacas, que murió en abril de 2012 a consecuencia del impacto de una pelota de goma lanzada por la Ertzaintza tras los altercados después del partido Athletic-Schalke 04 también fue instrumentalizado por los sectores más soberanistas. La abogada de la familia fue Jone Goirizelaia, actual concejal de EH Bildu en el Ayuntamiento de Bilbao y quien durante años ejerció la defensa de presos de ETA. El proceso, que se convirtió en una causa contra el proceder de los servicios antidisturbios de la Ertzaintza, contó no sólo con el apoyo de la grada más radical de San Mamés, sino que el aparato de toda la izquierda abertzale durante los largos siete años que se prolongó el caso. Finalmente, la justicia condenó a dos años de prisión a un mando de la Policía vasca por homicidio imprudente y absolvió a los cinco agentes acusados.
Entre 'tibios' y 'Lirios'
De la condena en privado y el silencio en público, los clubes de fútbol vascos pasaron más recientemente a inclinar la balanza, siempre hacia un lado. Ocurrió en Barcelona, con el club blaugrana mostrando en comunicados y posiciones cada vez más abiertamente su preferencia hacia las tesis en favor del derecho a decidir o de la consulta soberanista del 1-0. Incluso con su posición crítica con la sentencia del procés. Ahora, el club que preside Josep Bartomeu intenta un acuerdo con quienes han llamado a boicotear el partido más importante de la temporada si no se les autoriza a proclamar al mundo su reivindicación: “Spain, sit and talk” (España, siéntate y habla) en forma de pancarta gigante. O de invasión del campo. O de rodeo multitudinario del Camp Nou. O de acción sorpresa que teme la policía.
El Barça-R. Madrid del miércoles será la plataforma de presentación de otra marca independentista: 'Lliris de Foc'
Es un escaparate que los más radicales nunca han descuidado. Incluso pueden convertirse en herramientas para la presentación pública, el ‘bautizo’, de nuevos grupos independentistas extremos. Es lo que parece estar detrás de Lliris de Foc, (Lirios de fuego) un nuevo grupo que ha irrumpido estos días con llamadas a la movilización coincidiendo con el partido y que llama a “incendiar las calles”, reeditando los graves incidentes que se produjeron en Cataluña tras la sentencia del procés. Los del Tsunami son unos “tibios”, aseguran, que plantean ahora moderarse en aras a contribuir a un diálogo y negociación: “La emancipación se gana, no se negocia”, alertan los ‘Lirios de fuego’.
En el caso de los clubes vascos, las posiciones más extremas parecen haberse instalado en algunos de los movimientos ultra’ que animan desde la grada. Tanto, que incluso la izquierda abertzale ‘oficial’ que lidera Arnaldo Otegi se desmarca de ellos. También el colectivo mayoritario de presos de ETA, el EPPK, que ha dejado claro que no quiere saber nada de ellos. La alianza de Herri Norte (Athletic Club), Indar Gorri (Osasuna), Real Sociedad Firm, Iraultza 1921 (Alavés) e Indar Armagiña (Eibar) sintoniza con el sector más duro y ortodoxo de la izquierda abertzale que encarna Amnistía ta Askatasuna (ATA).
El último capítulo de la utilización del fútbol como altavoz abertzale ya ha comenzado a activarse. Se alimentará durante los próximos seis meses. Entre el 15 y 28 de junio Bilbao se convertirá en la sede española de la Eurocopa 2020, un evento ante el que la izquierda abertzale ya ha puesto en marcha una campaña de rechazo. Es una “colonización”, aseguró Goirizelaia en el Ayuntamiento. Las juventudes del entorno radical han activado charlas y actos para movilizar a la juventud vasca en contra de su celebración.
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