Una vez la tormenta política de los últimos días comienza a amainar, Ciudadanos vuelve a poner el foco en sus contiendas internas que dirimirán, de aquí a dos meses, una nueva Ejecutiva, una nueva dirección y un nuevo dirigente. Inés Arrimadas ha fracasado en su intento de implantar la 'vía Arrimadas' a nivel nacional -Sánchez 'plantó' al constitucionalismo en pro de Podemos y las fuerzas nacionalistas- y ahora tiene ante sí el reto de reafirmar la imagen de líder ante los compromisarios de su partido. Aunque por el camino han surgido unos cuantos obstáculos que desequilibran, incluso, al mejor baluarte para la supervivencia política de los liberales: su poder territorial.

Aunque a estas alturas nadie duda que Arrimadas deba ser la presidenta del defenestrado partido que recibió en herencia de Albert Rivera, son muchos los desafíos que llegan desde diferentes cuadros del partido para ratificar su liderazgo. A la posibilidad cada vez más próxima de que Francisco Igea, ya conocido internamente como el 'candidato' de las bases, se mida a la jerezana en las primarias se suman otras batallas entre corrientes internas que cuestionan la estabilidad y la unión de la que trata de hacer gala el grupo tras la debacle del 10-N.

Y uno de los focos se ubica en Andalucía, uno de los fuertes por excelencia de los naranjas. Juan Marín concentra todo el peso político de la formación en la Comunidad por su cargo como vicepresidente de la Junta. Se encuadra el dirigente liberal dentro de la corriente crítica menos combativa del partido, pues si bien chocan algunas de sus ideas respecto a la de los dirigentes considerados 'del aparato', los 'riveristas', nunca ha planteado una oposición tan pronunciada como la de Igea o Ignacio Prendes. Sin embargo, no obtuvo ningún puesto en la gestora que está pilotando el partido hasta marzo, cosa que sí logró el ex secretario de Organización, Fran Hervías, ubicado en uno de los puestos de mayor relevancia del órgano.

Ambos son los líderes que capitanean lo que en la jerga interna del partido a nivel autonómico ya denominan como 'clanes'. Hervías y Marín mantienen una rivalidad que comenzó antes de la crisis interna que lastró al partido el pasado verano -cuando el goteo de dimisiones por la deriva política de Albert Rivera fue constante-. ¿El motivo de la pugna? El control del poder orgánico en Andalucía que ahora ostenta el sanluqueño.

La debacle electoral ha servicio para pasar a limpio unas rencillas internas que siempre se habían cubierto bajo un halo de aparente unidad. Pero la era de recomposición del partido, que con motivo del congreso nacional se encuentra abierto a nuevos rostros y nuevas políticas, y la ausencia del brazo ejecutor de Albert Rivera y su entorno ha llevado a Marín a querer ejecutar su plan para consolidar su liderazgo en la autonomía, lo que implica, según publica El Diario de Sevilla, emprender una limpieza política en Andalucía y una remodelación de consejerías de Gobierno, reduciendo el ala de influencia de Hervías.

La rivalidad entre ambos se produce, a grandes rasgos, con motivo del amiguismo en el reparto de cargos dentro de la Junta, las sonadas dimisiones y ceses en uno y otro bando y el cariz ideológico de cada uno.

Como 'número 3' de Albert Rivera, Hervías movía los hilos dentro de un partido que, bajo el paraguas riverista, rechazaba cualquier conato de poder territorial. Como secretario de Organización, fue quien propuso a Juan Marín como candidato a la Junta en colaboración con su cuñado, Manuel Buzón.

La tensión surgió y se recrudeció en paralelo a la entrada de Marín en el Gobierno andaluz, a cuenta del matrimonio de Hervías con Virginia Millán Salmerón, a la que aupó como candidata al Ayuntamiento de Sevilla y diputada nacional, o la colocación de afines de su corriente como Mar Hormigo, actual Secretaria de Organización de Ciudadanos en Andalucía. Y los 'dedazos' continuaron: muy sonadas fueron las colocaciones del marido de Hormigo, Antonio Díaz de la Rosa, como gerente de Inturjoven; o del cuñado de Hervías, Javier Millán, como asesor en el Instituto Andaluz de Juventud, entes de la Junta que, en campaña, Marín prometió limpiar.

La hostilidad, aseguran fuentes del partido en Andalucía, sigue más viva que nunca, con los afiliados "posicionándose en uno u otro bando en todas las provincias en base a nuevas promesas". Aunque Hervías renunció a su cargo tras la debacle electoral, sigue desarrollando un papel activo dentro de Ciudadanos como uno de las cabezas visibles de la gestora, actuando como mano derecha de Manuel García Bofill en diferentes actos y encuentros con militantes a nivel nacional.

Pero, a cuenta de la renovación del partido, Hervías dejará de ser responsable de organización una vez esté constituida la nueva Ejecutiva, por lo que militantes afines a Juan Marín ya han alertado de que el ex número tres de Rivera había pedido una viceconsejería en la Junta de Andalucía como colchón a su salida de la política nacional, manteniendo viva la pugna del liderazgo territorial. Se trata de un melón que Hervías evita abrir de momento, pues lo que prima ahora es transmitir un mensaje de unidad dada la estabilidad gubernamental en Andalucía. Pero aguardará al momento oportuno.

El último exponente de esta batalla interna ha sido el cese forzoso de Marta Escrivá, amiga íntima de Virginia Millán y Fran Hervías y ex viceconsejera de Educación. En su lugar, ascendería María del Carmen Castillo, que era la delegada provincial de Almería y afín al clan de Marín. El vicepresidente de la Junta se desentendió de tal decisión, y delegó la responsabilidad al consejero de Educación, Javier Imbroda que, al intentar apaciguar la tensión, justificó el cese de un modo un tanto polémico: la sustituyó porque se necesitaba "una persona con más experiencia" para "un cargo tan técnico y complejo". O lo que es lo mismo: quitaba méritos a una persona que él mismo nombró.

Pugna ideológica

La salida de Escrivá se estima como la primera muestra de las intenciones de recomposición que quiere acometer Juan Marín. Pero necesita, para ello, imponer su criterio sobre la implantación territorial y apartar de Madrid las decisiones autonómicas y, con ello, de la posible influencia de Hervías. Y lo hará el próximo 15 de marzo, en el congreso nacional del partido.

Fuentes cercanas al dirigente andaluz confirman que sus intereses en este sentido continúan intactos. Y, aunque públicamente evita hablar de baronías, sí defenderá la necesidad de acometer una reestructuración que conceda mayor peso orgánico a los territorios y entierre el modelo presidencialista que enarbolaba Albert Rivera.

Arrimadas nunca se ha negado, consciente de las demandas de cambio en ese sentido, pero tampoco es una ferviente impulsora de esta medida. Y el que se opone frontalmente es el propio Hervías, partidario de la corriente que defendía el ex presidente de los naranjas. "Cuando se generan baronías es porque se tienen distintos discursos en toda España, y no es el caso de Ciudadanos", llegó a afirmar Rivera.