En el partido la decisión no provocó mucha sorpresa. Muchos la esperaban. Borja Sémper hacía tiempo que se mostraba desencantado en público y en privado con el devenir de la política. A ello sumó el cansancio de toda una vida dedicada en cuerpo y alma a la política, 25 años. La última década la ha pasado al frente del partido en Guipúzcoa. El último indicio, el más simbólico, lo expuso hace sólo ocho meses cuando optó por despojarse de las siglas del partido y apostar por una campaña personalista, con su mensaje, su imagen y su modo de entender la política como bandera. Lo hizo para optar a la alcaldía de San Sebastián, su verdadera ‘espina clavada’ según reconoció ayer.
El objetivo del sillón de alcaldía no lo logró, pero si contribuyó a que por primera vez en los últimos diez años el partido en el que militó gracias a referentes como Gregorio Ordóñez, remontara en los resultados electorales. Él puso de su parte; 10.340 votos en Donostia, un millar más que la convocatoria anterior.
En los últimos años Sémper ha sido la voz en el Parlamento Vasco. Ahora el PP le tendrá que buscar sustituto y lo tendrá que hace en un momento especialmente complicado para el partido. El líder de los populares en Guipúzcoa aún conservaba la frescura, la capacidad de captar atención mediática o de colocar mensajes más allá de Euskadi que otros miembros del partido habían perdido. Incluso ha conservado su capacidad para conectar con nuevas generaciones de votantes.
Su salida deja un vacío en el PP que el partido que desde hace más de cuatro años lidera Alfonso Alonso tiene que taponar con urgencia. El 2020 es año electoral y el PP no lo afronta en su mejor momento. No será sencillo sustituir a Sémper. En las quinielas el nombre del concejal del Ayuntamiento de San Sebastián, Borja Corominas, suena con fuerza. Sea quien sea el que designe la junta directiva de Guipúzcoa en los próximos días, deberá hacer frente a la sombra que los prolongados y pronunciados liderazgos dejan tras de sí.
Sin proceso electoral
Y la carrera podría comenzar en cuestión de meses. El PNV, el PSE y la izquierda abertzale ya han puesto en marcha la maquinaria para elegir a sus candidatos, conformar listas y elaborar programas electorales. La decisión de un posible adelanto electoral depende sólo del lehendakari Iñigo Urkullu pero ni siquiera en el PNV la dan por descartada. Por si acaso, la formación de Urkullu y Andoni Ortuzar lo tendrá todo preparado para el 7 de marzo próximo. En el PP reconocen que aún no han comenzado a pensar en clave prelectoral.
En los cuatro años que Alfonso Alonso lleva al frente del PP vasco el partido ha perdido el 26% de votantes
Y la elección para el PP puede ser vital. Del resultado de las autonómicas puede pender el futuro de la actual dirección del partido en el País Vasco, contra la que ya se escuchan voces de renovación. Mariano Rajoy designó al entonces ministro de Sanidad, Alfonso Alonso para intentar remontar la situación maltrecha del PP en Euskadi tras la marcha de la presidenta Arantza Quiroga. No lo ha logrado. Los algo más de 142.000 votantes que heredó de Quiroga en las generales de 2015 han caído a 104.700 en las últimas elecciones al Congreso. O lo que es lo mismo, en los cinco años de presidencia de Alonso el PP vasco ha perdido en Euskadi uno de cada cinco votantes. A ello suma haber certificado el peor resultado de su historia. Ocurrió en las municipales de mayo pasado cuando los populares sólo rozaron los 79.000 votos.
El PP ha visto cómo una parte de sus votos eran absorbidos por la irrupción de Vox y Ciudadanos, pero sobre todo, por el PNV cuya moderación y centralidad pronunciada por Urkullu ha sido capaz de ‘robarle’ parte de su electorado. En el partido aseguran que los malos resultados responden en gran medida al impacto del escenario político nacional.
El relevo en la dirección del PP a nivel nacional tampoco ha ayudado. El PP vasco se decantó por Soraya Sáez de Santamaría de modo mayoritario y la llegada de Casado a Génova ha obligado a una adaptación y convivencia complicada.
Los malos resultados electorales llevaron a Alonso a convocar una convención en la que reformular el partido, renovar y actualizar su discurso y reivindicar la singularidad del PP vasco. Lo hizo apelando a los valores como la foralidad, la defensa de los derechos históricos o la forma de defender la Constitución al mismo tiempo que se reivindica el ‘hecho diferencial’ del partido en el conjunto del organigrama del PP. Una posición que le valió a Alonso los reproches de su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, quien no dudó en acusar de ‘connivente’ y ‘tibio’ al PP con el PNV en los años 80, provocando con ello una cada vez mayor distancia entre el PP de Alonso y el de Casado. Las llamadas del presidente del PP a la unidad, su participación en la convención para arropar a Alonso y a los populares vascos, no han logrado cicatrizar la herida.
Pérdida de peso
Ahora, a su salida, Sémper ha procurado irse sin hacer sangre, sin profundizar aún más la distancia. Ha hablado de “afecto” y “comprensión”, de “lealtad” al partido y de su acomodo y encaje en el PP de Casado. A Sémper y a Alonso la búsqueda de la centralidad y el alejamiento de las ‘trincheras’ les ha marcado el discurso en los últimos meses.
Ahora, a sólo unos meses de que Urkullu anuncie cuándo serán las elecciones autonómicas, el PP deberá hacer frente a una prueba de fuego: las elecciones autonómicas. Las encuestas no les son favorables. En el PP responden recordando que siempre pasaron por malos momentos, que nunca lo tuvieron fácil y que esta vez también saldrán adelante.
Los sondeos electorales auguran una caída de nueve a siete escaños del PP en el Parlamento Vasco
Pero remontar será complicado. Si ya en las últimas autonómicas los resultados menguaron su representación, los últimos sondeos lo hacen aún más. De los nueve escaños en el Parlamento Vasco de los que ahora goza, se podrían reducir según las encuestas a siete representantes. Por ahora, no se apuesta por afrontar una gran mudanza y parece que Alonso y la actual dirección del partido en el País Vasco puede tener una nueva oportunidad para levantar el partido en las elecciones al Parlamento Vasco previstas para este año. Será las séptimas elecciones bajo el mandato de Alonso, y en las que una nueva debacle podría abrir un periodo de refundación en la derecha constitucionalista vasca que la sucesión de elecciones ha ido aplazando.
En Vizcaya y Álava la renovación de la dirección provincial es relativamente reciente. El PP en Vizcaya lo lidera Raquel González, elegida en junio de 2017. Su llegada fue una sorpresa y logró renovar los cuadros del PP en este territorio. Recientemente se vio envuelta en una polémica por un brindis junto a la abogada de la izquierda abertzale, Jone Goirizelaia. En Álava también la presidencia del PP en el territorio es reciente, de enero de 2017. Su presidente, Iñaki Oyarzabal, sustituyó a Javier Maroto tras su salida de la política vasca. Oyarzabal acumula una larga trayectoria en el PP vasco. Anteriormente fue secretario general de los populares vascos y actualmente, además de la presidencia del PP alavés, ocupa la secretaria de Justicia, Derechos y Libertades del PP.
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