"Vox mantendrá una oposición frontal y total" en todos los ámbitos, incluidas las calles. El discurso de Santiago Abascal durante la primera sesión del debate de investidura dejaba entrever cuál sería el tono de los conservadores en la recién estrenada legislatura para parar los pies a "un fraude, un mentiroso, un estafador, un personaje sin escrúpulos capaz de cualquier cosa para seguir en la Moncloa". Y la primera iniciativa vino el pasado domingo, cuando Vox convocó concentraciones frente a todos los ayuntamientos nacionales para demostrar que "España existe".
La primera gran acción de Vox resultó, a tenor de las cifras oficiales, un tanto descafeinada. Desde el partido sostienen que la convocatoria logró reunir a cerca de 100.000 personas en toda España y en Madrid, foco central de la protesta, concentraron a 15.000 personas. Sin embargo, fuentes de la Delegación del Gobierno apuntan a que en Cibeles se congregaron no más de 4.000 almas, y que el montante total a nivel nacional no superó los 15.000 asistentes.
Son unas cifras que contrastan, y mucho, con los números que está acostumbrado a manejar Vox en este tipo de llamamientos. Se quedan lejos, por ejemplo, de las más de 12.000 personas que lograron congregar en su Vistalegre II el pasado mes de octubre, antes de las generales; o las 15.000 que según los datos oficiales, se dieron cita el pasado sábado, durante la sesión de investidura, en el centro de Madrid bajo el lema 'Por el futuro de la España Unida' y que secundaron PP y Ciudadanos.
Desde el partido plantan cara a las cifras, utilizadas por el resto de partidos para desacreditar la fuerza de Vox, asegurando que las manifestaciones del domingo no fueron más que una puesta a punto de lo que está por venir, y lanzan un dardo al resto de formaciones: "Contamos con un poder de convocatoria con la que ningún otro partido podría contar". Achacan, además, el 'pinchazo' en localizaciones como Teruel por las bajas temperaturas registradas en la jornada del domingo, un factor que "pudo lastrarnos".
En esta localización en concreto estuvo Javier Ortega Smith, secretario general de Vox, a donde acudió a reivindicar que "Teruel existe porque España existe" y a censurar a los que "desgraciadamente han creído que iba a haber más Teruel, habiendo menos España", en referencia al voto positivo de Tomás Guitarte que posibilitó la investidura de Pedro Sánchez. Sin embargo, pese a la presencia de uno de los pesos pesados del partido, Vox logró concentrar alrededor de un centenar de personas. "Cuando llegó Smith había casi siete grados bajo cero", justifican, aunque señalan que esa misma tarde hubo otro acto en la ciudad con unos 350 asistentes.
Dentro del partido evidencian la "dificultad" de convocar concentraciones "en 200 localidades de España", y descartan síntomas de debilidad. Prueba de ello, señalan, es que "en las últimas semanas sólo hemos visto un crecimiento en el número de afiliados", hasta situarse, según cálculos internos, en la media de 400 afiliados nuevos por semana.
En cualquier caso, Vox se prepara para diluir el insípido sabor que pudieron dejar las movilizaciones del 12 de enero y confirman que la formación encabezará un "frente en la calle" a través de nuevas movilizaciones y acciones en las que ya se trabaja. "No habrá una manifestación cada semana, sería contraproducente", subrayan, "pero habrá más, seguro".
De nuevo, las redes sociales serán el principal canal de difusión y eje de la estrategia de Vox en este tipo de acciones. A lo largo de los meses, Twitter se ha convertido en la herramienta-protesta de los conservadores para difundir no sólo sus convocatorias, sino también sus acciones por la vía judicial contra la "ilegitimidad" del Gobierno de coalición y contra el secesionismo catalán.
A diferencia de la línea defendida por Pablo Casado, que rechaza utilizar las protestas como arma contra Sánchez e Iglesias y traza una línea que le desmarca definitivamente de Santiago Abascal, Vox se plantará los próximos meses como alternativa a lo que ha venido haciendo "el independentismo y la izquierda", que "han tenido tradicionalmente el poder de la calle, del relato", y, tal y como declaraba Iván Espinosa de los Monteros en una entrevista para RNE, será la línea más dura de la derecha española la que ocupará ese lugar, pero "de una manera distinta".
Además de la vía judicial y de su influencia en el Congreso de los Diputados, el propio Abascal rechaza la vía del PP -cuyos dirigentes censuraban la estrategia "errónea" que perseguirá Vox de agitar la calle al considerar que "la política no consiste en gritar más fuerte"- y confirma una presión "dura" por esta vía, sin que les tiemble el pulso porque el resto del partidos "nos califiquen como la oposición de la calle y de los escraches".
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