La marcha del que fuera presidente del PP de Guipúcoa y portavoz en el Parlamento vasco, Borja Sémper, ha servido para poner el foco sobre una organización que, aunque tiene en el Parlamento autonómico "los mismos diputados que el PSE", subrayan, vive momentos de fuerte debilidad electoral y organizativa. Y con esos mimbres tiene que afrontar la que puede ser, sin duda, la última oportunidad para su líder regional, Alfonso Alonso. Su idea es llevar esta vez a buen puerto una negociación con Ciudadanos de listas conjuntas con las que presentarse a las elecciones autonómicas vascas de este año, en un intento por sumar todos los votos posibles para mantener, al menos, la misma representación.
Un alto dirigente del PP vasco admite en conversación con El Independiente que "nuestra intención es hablar con Ciudadanos", eso sí, hacerlo de, "forma diferente" a como se desarrollaron las conversaciones entre ambas fuerzas políticas antes de las últimas elecciones generales. Entonces los populares se sintieron "engañados por quienes nos trasladaron que tenían mando en plaza". Se refieren estas fuentes al entonces "número dos" de Ciudadanos en Euskadi, Javier Gómez Calvo, al que Albert Rivera destituyó de manera fulminante cuando conoció dichas negociaciones.
Alonso quiere atraer a socialistas desencantados con el papel de "comparsa" del PSE con el PNV
Este vez Alonso tiene en agenda solicitar una reunión a Luis Gordillo, portavoz de Ciudadanos Euskadi, para sondear la posibilidad de una alianza que permitiría la entrada al Parlamento vasco, por vez primera, de la formación naranja, la misma que mantenía posiciones críticas con el concierto vasco del que los populares son férreos defensores. Éstos quieren, de llegar algún acuerdo, que lo suscriban Inés Arrimadas y Pablo Casado, partidario de fórmulas de colaboración electoral e, incluso, de coalición con vocación de permanencia.
De hecho, las fuentes consultadas aseguran que "no se trata sólo de una cuestión de restos electorales, sino que construir una alternativa que trate de agrupar a todo el constitucionalismo". Y no paran en Ciudadanos, creen que hay un sector del electorado socialista que pueda sentirse "defraudado por el hecho de que el PSE ha asumido un papel de comparsa del PNV", partido con el que comparte gobierno de coalición aunque no suman mayoría absoluta.
Se trataría de un Euskadi Suma, en imitación a Navarra Suma, "aunque el nombre es lo de menos", puntualizan. La idea es "construir una nueva opción constitucional en el País Vasco", aunque de su éxito o fracaso en las próximas autonómicas depende en muy buena medida la continuidad de Alfonso Alonso. En su entorno aseguran que "escaramuzas internas no hay porque no hay un sector crítico en el País Vasco, todos estamos bastante unidos en torno a él". Destacan en este sentido que el dimisionario Sémper consiguió un apoyo en el último congreso de Guipúzcoa superior al 90 por ciento, lo que da idea, arguyen, de la unidad en torno a la actual dirección.
El PP vasco se queja de que "a veces hay poco reconocimiento de la 'empresa'", en alusión a Génova
Pero cuando miran hacia Génova admiten que "a veces hay poco reconocimiento de la 'empresa'", en alusión a la dirección nacional y a algunos críticos como Cayetana Álvarez de Toledo. No deja de ser un territorio "sorayista" donde Madrid ya impuso a los cabezas de lista para las generales y todo apunta a que se abordará un proceso de renovación si las urnas en las vascas no les son propicias.
Los populares trabajan con la hipótesis de mayo como fecha probable de las autonómicas, que, en puridad, no tocan hasta los meses de septiembre-octubre en coincidencia con las gallegas. El PNV ha puesto en marcha su maquinaria para designar candidatos y confeccionar listas, proceso que culminará en marzo, "lo que no quiere decir necesariamente que vaya a haber comicios antes de verano".
Los sondeos son favorables a la coalición de los nacionalistas vascos con el PSE, ya que podrían alcanzar la mayoría absoluta de la que ahora carecen por un sólo diputado. Las encuestas, en cambio, no son tan benevolentes con el PP. Podría perder hasta dos escaños, pasando de 9 a 7. 9 también fueron los que consiguieron los socialistas en 2016, por lo que se niegan a considerarse un partido poco menos que desahuciado. De ahí la estrategia de intentar aunar el voto del centro-derecha y de los socialdemócratas desencantados.
Lejos quedó aquella época en que el PP vasco llegó ser la segunda fuerza política en su territorio, cuando en 2001 consiguió 19 escaños, seis por encima de los socialistas. También cuando fueron determinantes a la hora de abrir la puerta a la primera presidencia no nacionalista de Euskadi, haciendo lendakari al socialista Patxi López.
Declive electoral y crisis internas
El declive electoral y las sucesivas crisis internas fueron minando al partido. En 31 años pasó de Jaime Mayor Oreja a Carlos Iturgaiz, de Iturgaiz a María San Gil, posteriormente a Antonio Basagoiti, luego a Arantxa Quiroga para acabar el partido, ya muy herido, en manos de Alfonso Alonso en 2015. Fue una apuesta a la desesperada de Mariano Rajoy sacrificando a un dirigente de enorme proyección política y mediática en el ámbito nacional, portavoz del Grupo Popular en el Congreso entre 2011 y 2014 desde donde saltó al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
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