Pocos días después de las elecciones generales del 10-N y casi mes y medio antes de la votación parlamentaria que hizo posible su investidura, Pedro Sánchez comenzó a hacer los primeros sondeos para completar la composición del que sería su segundo Gobierno. Así, el 24 de noviembre ofreció al líder del PSC, Miquel Iceta, nada menos que uno de los llamados Ministerios de Estado, en concreto el de Exteriores, según ha podido saber El Independiente de fuentes de toda solvencia.
Sustituía así Sánchez a un catalán, Josep Borrell, por otro, Miquel Iceta, con un perfil muy distinto, menos agresivo para un independentismo que hizo del actual jefe de la Diplomacia europea una de sus bestias negras. Instaurado el nuevo clima de relaciones con los secesionistas, a los que Sánchez necesita para mantenerse en el poder, Exteriores se suma a las carteras ministeriales que han dado un giro copernicano respecto a cuestiones tan sensibles como la acción exterior de la Generalitat. De este modo, han pasado de llevar ante la Justicia a las mal llamadas "embajadas catalanas" a permitir, y casi justificar, la apertura de nuevas sedes bajo el argumento de que han delimitado sus funciones y no invaden competencias exclusivas del Estado como las relaciones internacionales.
La elección de Iceta le permitía además al presidente del Gobierno mantener la cuota catalana que siempre hay en todo Ejecutivo. Sin embargo, y contra todo pronóstico, el líder de los socialistas catalanes le explicó que su prioridad era "la presidencia de la Generalitat", según fuentes conocedoras del contenido de la cita que tuvo lugar en Madrid.
Iceta acaricia un nuevo tripartito para la presidencia de la Generalitat
Con esa decisión, Iceta venía a dar carta de naturaleza a un escenario que, aunque remoto, no imposible, esto es, un nuevo tripartito, una nueva Entessa de los socialistas catalanes, los republicanos independentistas de ERC y en Comú Podem ante un escenario electoral autonómico que cada vez se ve más cercano ante la inhabilitación de Quim Torra. Los socialistas catalanes aspiran a hacerse con buena parte de los restos del naufragio de Ciudadanos, con muy malas expectativas electorales tras haber conseguido el hito histórico de ser la primera fuerza no nacionalista que ganaba en votos y en escaños en Cataluña.
Iceta se ve en el espejo de Pasqual Maragall y de José Montilla, aunque aquellos eran los tiempos en que el PSC conseguía 42 escaños y ERC 23. Nada que ver con el nivel de representación de las últimas catalanas, en 2017, cuando Iceta sacó 17 -incluso uno más de los que tenían en la anterior legislatura- y ERC 32. Si no logra dar la vuelta a este resultado, difícil lo tiene para ir al palacio de la Generalitat en calidad de Molt Honorable.
Ante la negativa de Iceta a ir a Exteriores, Sánchez sacó a colación el nombre de Teresa Cunillera para el Ministerio de Política Territorial y Función Pública. La propuesta de la actual delegada del Gobierno en Cataluña, cargo en el que sustituyó al popular Enric Millo, fue desestimada por su jefe de filas. Se trata de un ministerio sensible para el independentismo y el presidente del Ejecutivo ofrecía de nuevo un perfil contemporizador, del agrado de sus socios parlamentarios catalanes. Cabe recordar que Cunillera se mostró a favor del indulto a los condenados por el procés. Iceta dijo de nuevo "no" y la elección para este Ministerio recayó en Carolina Darias, que era hasta su llegada al Gobierno central consejera de Economía, Conocimiento y Empleo del ejecutivo canario.
Tras rechazar la opción de Cunillera como cuota catalana, Sánchez impuso a Salvador Illa
Fue Iceta el que puso sobre la mesa la opción de Salvador Illa como cuota catalana del segundo Ejecutivo de Sánchez. Integrante del equipo negociador del PSOE con ERC y su mano derecha en el PSC como secretario de Organización, responsabilidad que conserva, le permite tener un pie en Madrid y otro en Barcelona. Lo cierto es que Sanidad no era su primera ni segunda opción. De hecho, los catalanes socialistas lo consideraron un ministerio menor, sobre todo por la falta de competencias, transferidas a las Comunidades Autónomas y el desglose en otros ministerios como el de Consumo, al frente del cual se sienta Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida.
Iceta, que ha sido uno de los barones territoriales socialistas que más se ha significado en la defensa del Gobierno de coalición con Unidas Podemos y el apoyo exterior de ERC, lo apuesta todo a la consolidación de los socialistas catalanes como segunda fuerza en esta comunidad, convencido, dice, de que puede volver a ser la primera, según dejó de manifiesto en el congreso del PSC, celebrado el pasado diciembre. «Este es un congreso de autoafirmación», dijo para agregar que «es el mensaje que queremos trasladar al conjunto de la sociedad catalana, no debemos resignarnos a un mal gobierno, hay alternativa, se está construyendo, hemos vuelto más fuertes y más decididos que nunca». Y esa es la carta a la que Iceta lo apuesta todo después rechazar el Ministerio de Exteriores.
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