Los ojos de Iván ven correctamente, pero su cerebro no procesa bien la imagen; Álvaro sufre pesadillas y está en tratamiento por las secuelas psicológicas que arrastra desde entonces y Ángel tendrá que volver a pasar por el quirófano dentro de un año para retirarle la placa metálica y los seis tornillos que le colocaron para corregir la fractura abierta del radio de su brazo derecho: el hueso no ha soldado todavía y la evolución va más lenta de lo deseado.
Ni Iván, ni Álvaro, ni Ángel han podido volver a vestir el uniforme de faena como agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) desde aquella fatídica tarde-noche del 18 de octubre, cuando resultaron seriamente lesionados mientras repelían los ataques de los radicales independentistas en la barcelonesa Plaza Urquinaona o en su entorno más cercano. Nunca podrán olvidar aquel 'viernes negro', en que volaban adoquines y piedras de grandes dimensiones y agotaron todas las pelotas de goma ante la virulencia de los disturbios callejeros.
"Yo estaba de escudero, concretamente en la esquina de Les Jonqueres. Estuvimos como media hora aguantando y nos retiramos a descansar un rato y a cargar material. Cuando volvimos nos colocamos en la zona central y mandaron evolucionar hacia la derecha. Desde ese momento ya no recuerdo nada", cuenta a El Independiente Iván A.F. minutos después de recibir la medalla de plata al mérito policial. Él es uno de los 322 agentes movilizados en el marco de la Operación Ícaro a los que la cúpula del Ministerio del Interior ha entregado este miércoles -durante el acto conmemorativo del 196 aniversario de la Policía- un distintivo por su actuación en Cataluña con motivo del refuerzo desplegado tras la sentencia del procés.
Iván A.F. tiene ahora problemas de visión, Álvaro G.B. sufre pesadillas y el radio del brazo derecho de Ángel H.S. no ha soldado todavía: los tres policías continúan de baja
Si no recuerda nada de aquella noche de otoño es por la grave lesión que le provocó el golpe que sufrió en la cabeza: fractura del hueso occipital. Fue a consecuencia del pesado objeto que impactó la parte alta de su casco protector, donde dejó una marca visible que delata que pudo tratarse de un adoquín. Ello permite deducir que se lo lanzaron desde una azotea, una ventana o un balcón mientras -junto a otros compañeros- se encontraba apostado en la esquina tratando de frenar el avance de los violentos.
Evacuado inmediatamente a un hospital de Barcelona, el policía vigués hubo de permanecer ingresado 17 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) -13 en la Ciudad Condal y cuatro tras regresar en un avión medicalizado a Vigo- y una semana en planta. "Tengo un vago recuerdo del hospital de la jornada siguiente [a la agresión]. Me acuerdo de cuatro médicos, de estar allí en una sala... Y nada más hasta que me desperté el miércoles. En ese tiempo estuve sedado", recuerda.
Casi tres meses y medio después, Iván A.F. sigue sometiéndose a pruebas médicas y a sesiones de rehabilitación debido a la entidad de las heridas que le produjo aquella pedrada a traición y a las secuelas derivadas de la lesión craneal. La afectación de una vértebra cervical le ha ocasionado problemas de movilidad en las manos y piernas y le provoca sensación de hormigueo, según detalla. También dolores de cuello y espalda.
La preocupación ahora estriba en la evolución de la vista. "Los ojos ven bien, pero el cerebro no procesa bien la imagen", comenta a este diario el agente, que en verano cumplirá 13 años de adscripción a la UIP. Ahora tendrá que esperar hasta julio para volverse a someter a las pruebas que determinen cómo se encuentra la lesión.
Medalla de plata por jugarse la vida
Desde ahora, lucirá en la guerrera de su uniforme de gala la medalla de plata al mérito policial en reconocimiento a una actuación en la que puso en riesgo claramente su vida. "Es un orgullo y también el recuerdo de la mala suerte que tuve. Yo estaba allí trabajando con el resto de mis compañeros, codo con codo, y tuve la desdicha de que me cayó a mí encima", se lamenta.
Parapetado tras el escudero en plena batalla campal, con el casco reglamentario y portando las protecciones de codo y antebrazo, Ángel H.S. acababa de disparar a los radicales una bola de goma con la bocacha de su escopeta Franchi del calibre 12 y estaba metiendo la mano en la bolsa para sacar otra cuando sufrió un fuerte impacto. Segundos después se vio obligado a abandonar la línea policial, poco antes de que el policía vigués cayera desplomado casi en el mismo punto.
"Estábamos cerca de la Plaza Urquinaona [concretamente en la confluencia de la calle Les Jonqueres con Trafalgar] repeliendo agresiones de un grupo de radicales y, en un momento determinado, sufrí un golpe muy fuerte en el brazo derecho. Perdí la fuerza de la mano y noté que posiblemente me habrían fracturado el brazo. Acto seguido recibí un impacto en la espalda y ya después me trasladaron a la Jefatura Superior y, de allí, al hospital", cuenta a este diario el agente coruñés. Él ha sido merecedor de una de las siete medallas con distintivo rojo concedidas a los agentes participantes en 'Ícaro'.
Cuando veo las imágenes en TV cambio de canal para no recordar aquella situación. Nunca habíamos vivido una situación de tanta violencia como aquel viernes negro"
A Ángel H.S. le diagnosticaron una fractura abierta del radio de su brazo derecho con desplazamiento, por la que tuvo que ser operado en el Hospital Sagrado Corazón de Barcelona a fin de colocarle una placa y seis tornillos. En su caso, tampoco la evolución está siendo tan positiva como a él le hubiera gustado.
"El día 27 me hicieron una radiografía y se observa que el hueso todavía no ha soldado debido a que hay una pequeña distancia entre los extremos; con la dificultad de que, al astillarse, hay varios trozos que quedaron en medio. Está siendo muy lento", explica resignado mientras lamenta no haber podido volver aún a ejercer el trabajo que le gusta. Mientras trata de recuperarse, evita volver a ver las imágenes en televisión para no tener que recordar aquel servicio infernal del 18 de octubre en Barcelona.
"Ha sido la intervención más dura y más intensa que hemos tenido. En ese momento no te das cuenta, pero cuando luego lo ves por televisión reparas en que la situación fue muy difícil. Hay imágenes del momento en que caigo grabadas por una periodista y se ve cómo me caen dos piedras de gran tamaño, una en el brazo y otra en el omóplato. Venían posiblemente del edificio que hay en el lado izquierdo de la calle", indica Ángel H.S. Éste pertenece desde hace diez años a la UIP con base en La Coruña, conocida con el indicativo 'Raya'.
Tampoco ha podido reincorporarse al servicio Álvaro G.B., un 'antidisturbios' destinado en Barcelona que cayó desplomado también aquel viernes de octubre en las inmediaciones de la Plaza Urquinaona al golpearle un objeto pesado en la cabeza. El parte médico reveló que sufrió un traumatismo cranoencefálico, lo que le obligó a permanecer varios días ingresado en el hospital.
"Por lo que me han contado, estaba al final de Vía Laietana en la esquina con Urquinaona. Caí al suelo desplomado y ya no me acuerdo de nada. Me llevaron mis compañeros, sobre todo mi oficial Morata, al que tengo que agradecer mucho. Aunque no haya sido reconocido, para mí él ha sido muy importante", comenta Álvaro G.B., uno de los agentes a los que visitaron Pedro Sánchez y el ministro del Interior (Fernando Grande-Marlaska) durante su estancia hospitalaria. "Sí recuerdo que pasamos miedo porque estaba siendo muy duro. Yo estaba cubierto por el escudo y el impacto me vino por un lateral. Fue algo nunca vivido", agrega.
Primero en la mano, luego en la cabeza
A la vista del asedio al que los radicales violentos sometían a sus compañeros en ese punto estratégico de Barcelona, él decidió volver a la primera línea de batalla tras haberse tenido que retirar momentáneamente para que le trataran la herida que había sufrido en una mano. Horas después sufrió el golpe en la cabeza, que le retiró del servicio.
En el caso de este policía catalán, tras la lesión física terminaron aflorando secuelas psicológicas, por las que está siendo tratado en la actualidad. Sufre "pesadillas" y no olvida las caras de odio de aquellos días. "La rabia que tenía esa gente, las ganas de querer hacer daño, de ir a por nosotros... Yo creo que buscaban un muerto. Esa sensación no se te quita del cuerpo. Es más, estoy hablando ahora de ello y me pongo... Es una sensación muy rara. Fue muy duro", describe.
Álvaro G.B. también ha sacado del armario el uniforme de gala para recoger este miércoles la medalla al mérito policial con distintivo rojo, que recibe como "recompensa" por el desempeño de un trabajo que requirió "un esfuerzo y un sacrificio brutales". "No solo yo, mucha gente que esos días trabajamos juntos. Es una recompensa para todos, no sólo para mí. Todos dimos el callo ese día", destaca.
Interior ha concedido este miércoles medallas a 322 de los policías enviados de refuerzo a Cataluña para responder a los altercados tras la sentencia del 'procés'
Mejor suerte ha corrido Gonzalo S.V., un policía de la UIP con base en Valladolid ('Reno') que sufrió también un traumatismo cranoencefálico leve. Tampoco se había enfrentado a una situación tan límite desde que hace 14 años ingresó en los 'antidisturbios', lo que le ha valido una medalla con distintivo rojo. Éstas acarrean un incremento vitalicio de pensión equivalente al 10 % del sueldo.
El 18 de octubre de 2019, este agente y sus compañeros de unidad empezaron a las 4.30 horas en el aeropuerto de El Prat, donde permanecieron hasta que el Grupo Rural de Seguridad (GRS) de la Guardia Civil les dio el relevo a las 11 de la mañana. A las 17 horas los enviaron a la Jefatura Superior de Policía y, una hora después, realizaron un carrusel con las furgonetas desde Vía Laietana -entrando por Les Junqueres- hasta Plaza Urquinaona a fin de dispersar a la masa.
Reincorporación en navidades
Sobre las 20.15 horas recibió un fuerte impacto en la cabeza con un adoquín que le hizo sangrar de inmediato. "Fue frontal. Por la forma en que se deformó el casco, se cree que fue lanzado con un tirachinas o algo similar", comenta Gonzalo S.V. Tras semanas de reposo, empezó nuevamente a vestir el uniforme las pasadas navidades pero "sin hacer mucho esfuerzo".
"Cuando veo las imágenes en televisión procuro cambiar de canal, no quiero recordar aquella situación. Nunca habíamos vivido una situación de tanta tensión y tanta violencia como ese 'viernes negro'. Eso no lo habíamos vivido nunca", apostilla.
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