Los jueces, los medios de comunicación social y las encuestas "obedecen a una inspiración conservadora, operando en ocasiones como auténticas jaurías que se ensañan con los líderes y partidos dispuestos a defender las causas sociales que afectan a amplios sectores de sociedades como la española". El autor de estas indiscriminadas afirmaciones no es otro que el presidente del CIS, José Félix Tezanos, renovado en su cargo y, por tanto, más crecido que nunca.
El presidente de la más importante maquinaria de sondeos y barómetros del país, no sólo no oculta su ideología, sino que no duda en actuar como un activista y arremeter contra todos aquellos que cuestionan a Pedro Sánchez y al PSOE. A salvo ya de los ataques de Podemos -que ha pasado de pedir su dimisión y de denunciarle ante la Junta Electoral Central, a acatar su continuidad- Tezanos se despacha en estos términos en un artículo con fecha del pasado martes publicado en la web de la Fundación Sistema bajo el título "Guerras de encuestas y aciertos y desaciertos en los estudios preelectorales".
Pero detrás de un título tan técnico, lanza una carga de profundidad política con rasgos conspiratorios, supuesta operación en la que él mismo se presenta como víctima. No parece gustarle la prensa crítica por "trasladar sistemáticamente imágenes negativas contra ciertos líderes o partidos con los que no comulgan". Tampoco los jueces-estrella que "han montado procesos mediáticos contra líderes de orientación contraria a la suya", como si solo hubiera habido casos de un determinado color político, y mucho menos las empresas de encuestas que "apabullan" a la opinión pública "con datos de sondeos bien cocinados, que vaticinan que determinados partidos y candidatos se encuentran lejos de poder ganar unas elecciones".
Se queja de que las críticas que ha recibido "son impropias de demócratas y personas educadas"
Tezanos ya ha dejado claro muchas veces que las únicas encuestas que le gustan son las suyas aunque no acierte en muchos casos ni de lejos. Coincidiendo con el último sondeo del CIS, que "bendice" el Gobierno de coalición entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias con un aumento en intención de voto de sus respectivas formaciones políticas, el presidente de este organismo dice haber sido objeto de "insultos y descalificaciones 'ad personan', impropias no sólo de demócratas, sino de cualquier persona mínimamente educada y motivada por razones políticas".
En definitiva, la "crítica mediática feroz" responde a que ha movido las aguas "de unos poderes y parapoderes para los que el CIS ha sido un obstáculo". Y es en este punto donde se despacha contra sus colegas sociólogos o, como él los define "parasociólogos", calificando de "insólito" que algunas empresas encuestadoras "hayan sido montadas por antiguos oficiales del Ejército, especializados en asuntos muy concretos y con claros sesgos ideológicos".
Se refiere, sin duda alguna, al presidente de Gad3, Narciso Michavila, uno de los sociólogos mediáticamente más conocidos, comandante de artillería en excedencia y que ha trabajado no pocas veces como asesor demoscópico del PP, pero no sólo, porque también ha realizado trabajos para los socialistas. Su enemistad es manifiesta desde hace tiempo. Además hace extensiva la crítica a empresas de encuestas "que tienen entre su accionariado a ministros y cargos importantes del PP, de cierto PP, y aún así intenten presentarse como independientes".
Y todo para justificar error del barómetro preelectoral del 10-N
Pero lo más curioso es que todas estas descalificaciones no tienen más objetivo que justificar por qué su macrobarómetro de octubre, preelectoral del 10-N, quedó muy lejos de los resultados reales.Vaticinó para el PSOE entre 133-150 escaños (sacó 120, tres menos que el 28-A); mantuvo a Ciudadanos como tercera fuerza política con entre 27 y 35 escaños a pesar de que el resto de los sondeos ya auguraban catástrofe para la formación de Albert Rivera, y a Vox la mantuvo con quinta fuerza política a pesar de doblar en escaños la previsión del CIS (14-21 frente a los 54 que consiguió finalmente). Algo más cerca estuvo en la cifra del PP, pero siempre en una horquilla por debajo de lo que sacó (74-81), y de Podemos (27-33).
Pero la culpa es de aquellos que le atacaron "antes de que tuviera tiempo de entrar por la puerta de la institución" porque su nombramiento "trastocaba los planes y propósitos de los altos mandos de la guerra de encuestas". Ahí queda dicho.
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