Irritación y estupefacción son los dos términos que mejor definen el sentir de amplios sectores del PP respecto al argumento escogido para rebatir la Ley de Eutanasia, que ha iniciado su trámite parlamentario este martes. Vincularla a un deseo oculto del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos de establecer una especie de eugénesis económica destinada a ahorrar pensiones, dependencia y, en general, gastos en el estado del bienestar acelerando la muerte de las personas mayores, se les ha atravesado incluso a muchos que son contrarios a la eutanasia y al suicidio asistido.
Esta vez la discrepancia no va por sectores, sino que se presenta de forma muy transversal y atraviesa Génova, el Grupo Parlamentario Popular y distintas baronías territoriales. Hasta el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, evitó este miércoles respaldar el argumentario del portavoz popular en esta materia, José Ignacio Echániz, cuando preguntado específicamente al respecto comentó que "yo me tengo que definir fundamentalmente sobre la posición de mi partido y la posición de mi partido me parece coherente, sin perjuicio de determinadas argumentaciones que se pueden verter en un debate político".
Almeida hizo estas consideraciones en un desayuno informativo con el presidente de la Junta de Castilla y León, el popular Alfonso Fernández Mañueco, que también eludió entrar en consideraciones sobre lo dicho por su compañero de filas en la tribuna del Congreso de los Diputados. "Conozco la literalidad de sus palabras pero no el contexto en el que lo hizo", dijo sobre Echániz para apostar por una posición consensuada con el PSOE que haga compatible el derecho a la vida con "decisiones personales de evitar sufrimientos".
El entorno de Echániz se aferra al argumentario del Partido Comunista portugués
Pero lo de Echániz no fue un calentón dialéctico al albur de un debate de alta intensidad, sino una explicación sostenida y reiterada en el tiempo. Incluso en su entorno explican que lo que ha hecho el portavoz popular no ha sido otra cosa que emplear las mismas premisas nada menos que del Partido Comunista Portugués (PCP), que en mayo de 2018 votó en contra de despenalizar la eutanasia en el país vecino y tumbó la propuesta del gobierno luso. Enseñan el vídeo de Youtube. Los argumentos no eran muy distintos a los del popular. El portavoz parlamentario del PCP, João Oliveira, consideró que la eutanasia es "un retroceso de la civilización" además de articular en torno suyo "un verdadero negocio internacional de la muerte anticipada". Asimismo defendió que los avances científicos deben servir "para asegurar el aumento de la esperanza de vida no para acortarla".
Agregan además las fuentes consultadas que las repercusiones económicas de la eutanasia han sido estudiadas en países como Holanda y Canadá y hasta por el Fondo Monetario Internacional (FMI), calculando que cada proceso eutanásico tiene un coste de unos 10.000 euros.
La posición de Fernández Mañueco y de Almeida no es es más que la punta del iceberg del mar de fondo provocado por los términos del debate en el PP. Un miembro de la dirección del Grupo Parlamentario señaló literalmente a El Independiente que "yo me lavo las manos como Poncio Pilatos". Explicó que, si bien se abordó previamente en el Grupo la posición que defenderían en el debate del martes, que pasaba por votar contra la toma en consideración de la Ley de Eutanasia y presentar como alternativa una de Cuidados Paliativos, no se entró en los detalles de la argumentación.
"Esto nos vuelve a colocar como un partido carca"
Otro destacado dirigente, de los que se sienta los lunes en el comité de dirección del partido, teme que la que va a ser una de las leyes estrella de esta legislatura vuelva a dejar al PP fuera de juego en una cuestión que recibe un amplio apoyo social. En definitiva, que "nos pase como con el divorcio, el aborto o el matrimonio homosexual" cuestiones que fueron objeto de oposición frontal por parte del PP y, finalmente, desde el Gobierno, asumieron. "Esto nos vuelve a colocar como un partido carca", lamenta, más próximo a Vox que a posiciones de centro, conscientes en todo caso de que buena parte de su electorado se declara creyente y complica los equilibrios indispensables para evitar fuga de votos al partido de Santiago Abascal.
De hecho, Echániz no empleó los mismos argumentos en el debate parlamentario del 10 de septiembre del pasado año. Fue el día en que el Congreso admitía a trámite por segunda vez la ley de Eutanasia, para acabar decayendo con la disolución de las Cámaras y la repetición de elecciones generales en noviembre. El portavoz popular acusó entonces a los socialistas de usar esta cuestión para hacer campaña electoral, imputación que también lanzó Unidas Podemos, al tiempo que alegó la inexistencia de una demanda social en España, pero nada de buscar la muerte acelerada de las personas mayores para ahorrar en pensiones.
Ningún diputado pidió votar en conciencia
Que Vox tenga ahora 52 diputados, y no los 24 de septiembre pasado, puede explicar el claro endurecimiento del discurso popular aún a costa del rechazo de muchos dirigentes de este partido. En todo caso, fuentes del Grupo Popular puntualizan que "ningún parlamentario solicitó votar en conciencia", como sí ocurrió, por ejemplo en 2015, cuando hasta cinco diputados del PP rompieron la disciplina de voto ante la reforma parcial de la Ley del Aborto en lo que afectaba a las menores de 16 años. Esta vez la acusación de "ingeniería social" que lanzó Echániz en el debate del martes no fue objeto de contestación interna, al menos de forma pública, porque privada sí la hay y mucha.
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