Hace un año Donald Trump declaró la emergencia nacional en Estados Unidos para asegurar la financiación necesaria para levantar su muro. Se trata de la promesa principal de su campaña en las elecciones presidenciales de 2016, y Trump espera que su construcción avance definitivamente en los próximos meses para cimentar su reelección. El presidente norteamericano prevé construir más de 700 kilómetros de muro inmediatamente, una obra faraónica que no está pagando México, como prometía Trump, sino el Pentágono, que ya ha destinado a la infraestructura casi 9.000 millones de euros.
El muro ha cambiado mucho en estos cuatro años. Durante su campaña el republicano describía un muro "grande y bonito", preferiblemente de cemento y de hasta 15 metros de altura. Una vez en la Casa Blanca los proyectos le restaron algo de grandilocuencia. Finalmente el diseño será de acero y la altura variará entre los 4,5 y los 9 metros. El Gobierno testó los modelos con escaladores profesionales y eligió diseños que aportasen calor a la estructura. "Puedes freír un huevo en este muro", presumió Trump durante una visita a las obras en septiembre, en la que describió la frontera como "virtualmente impenetrable".
Pedro Sánchez quiere hacerle la competencia. En su comparecencia ante la comisión de Interior de este lunes, el ministro Fernando Grande-Marlaska anunció que el Ejecutivo elevará la altura de las vallas de Ceuta y Melilla en un 30%. Es decir, de los seis metros actuales a los 7.80 como norma general, aunque fuentes del organismo deslizaron durante la tarde que esta altura podría elevarse hasta los 10 metros de altura en los puntos más conflictivos del trazado. Aún no se ha aclarado con qué elemento se sustituirán las concertinas que coronaban la alambrada, que ya se han retirado en la parte española pero continúan funcionando en la valla marroquí, a escasos cinco metros. Marruecos recibe dinero de la Unión Europea para controlar la inmigración.
La altura de la valla permanecía en los seis metros desde el Consejo de Ministros del 30 de septiembre de 2005, en la etapa de José Antonio Alonso como ministro del Interior, cuando el Gobierno acordó un paquete de medidas para reforzar la seguridad en las fronteras. Una de las actuaciones fue recrecer la altura de las vallas de Ceuta y Melilla hasta los seis metros, que ahora se incrementará un 30% más.
Un frontera de entre 8 y 10 metros de altura, como la que separaría en algunos puntos a España de Marruecos, no tiene apenas comparación en el mundo. Los algo más de 9 metros del muro de Trump ya suponían un récord a nivel mundial, sólo contestado por las barreras que protegen a algunas ciudades israelíes de la franja de Gaza como Netiv HaAsara. O las que rodean a poblaciones de Cisjordania como Qalqilya, aislada durante años por un muro de más de ocho metros para prevenir ataques contra los conductores de la autovía israelí que pasa justo al lado.
Los 7,80 metros de la valla de Ceuta y Melilla mirarán cara a cara, también, a las peace lines que aún hoy dividen a barrios enteros en Belfast tras los violentos conflictos del Ulster. La segregación religiosa continúa presente pese a la disminución de los incidentes y los muros, de hasta ocho metros de altura y coronados por verjas para evitar lanzamientos, continúan levantados entre los barrios católicos, plagados de banderas irlandesas, y protestantes, decorados con la enseña del Reino Unido.
Pese a que han sido muchas las iniciativas políticas para acelerar su retirada, el 69% de los vecinos de estas zonas todavía los consideraba útiles para evitar la violencia entre comunidades según un estudio publicado en el año 2012. Algunos de los muros de Belfast se han convertido hoy en murales reivindicativos, y casi todos en parada obligatoria de los tours turísticos de la ciudad.
La utilización de las barreras de separación o fronterizas está extendida en todo el mundo, pese a que la caída del muro de Berlín a finales de los 80 impulsara un leve desmantelamiento de este tipo de infraestructuras. Alambradas fuertemente protegidas por fuerzas policiales -parapoliciales, en algunos casos- separan Grecia de Macedonia, Bulgaria de Turquía, Serbia de Hungría, Hungría de Croacia o las zonas de influencia griega y turca en Chipre, por mencionar solo Europa.
En el resto del mundo, resisten erguidas las alambradas entre India y Pakistán, y también entre Pakistán y Afganistán. En casi todos los casos se trata de dobles barreras de unos 4 metros de altura, patrulladas de forma casi constante tanto desde el exterior como desde el interior de la zona protegida.
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