Guadalupe Sánchez Baena no esquiva uno solo de los jardines de actualidad en su libro ‘Populismo punitivo’ (Deusto), pero es especialmente llamativa su posición respecto al feminismo institucional y todas las brechas que ha abierto con el votante la elevación a causa política de los lemas y las pancartas. Como abogada ejerciente y fundadora de su propio bufet, reivindica dos pilares esenciales en democracia que ésta parece estar desoyendo: la libertad de expresión y la presunción de inocencia. No menos complejo es su repaso a la razón de la Ley de Libertades Sexuales de Irene Montero, así como su denuncia del paternalismo machista estatal. En el marco de las manifestaciones por el Día de la Mujer, Guadalupe pide autocrítica y prudencia para combatir, esencialmente, la instrumentalización de una lucha antigua cuyas garantías permanecen intactas. Suya es la frase: “Un eslogan no va a detener a un asesino”.
Como mujer de ley, ¿qué que ha fallado en la ‘Ley Montero’?
Lo primero, es sorprendente que tengamos ese anteproyecto de ley, del que está hablando todo el mundo, y no conozcamos sus términos. Llegan pequeñas pinceladas que se están filtrando a la prensa, y lo que conocemos no es nada halagüeño. El problema de base empieza por su nombre: Ley de Libertades Sexuales. En España no hay que consagrar ninguna libertad sexual, ya la tenemos consagrada. No necesitamos ninguna ley que nos diga que las mujeres y los hombres somos libres y podemos ejercitar libremente nuestra sexualidad. Esta ley viene es a monitorizar cómo debemos ejercer esa libertad sexual, es decir, eliminar la palabra ‘libertad’. Es una ley que concibe el feminismo desde una perspectiva muy paternalista: nos va a decir a las mujeres cual es el modelo correcto de mujer.
La 'Ley Montero' concibe el feminismo desde una perspectiva muy paternalista: nos va a decir a las mujeres cuál es el modelo correcto
No me digas que no es una ley feminista…
Ayer leí en El Independiente que uno de los artículos de la ley viene a decir que los hombres pueden ganar dinero exhibiendo sus cuerpos mientras que las mujeres no. Que a mí me digan que esto lo hacen en nombre de la igualdad y del feminismo me rechina. Luego hay otra parte, la penal, que me preocupa profundamente, sobre la regulación de los delitos sexuales. Primero, pone de manifiesto una carencia de conocimientos técnico-jurídicos importante, un batiburrillo de tipos legales, inconsistencia al redactar, se mezclan el tipo base y los agravantes. Es un despropósito. Y luego contiene inconsistencias que cuelan bajo el paraguas del Convenio de Estambul. La legislación española actual en materia penal cumple todos y cada uno de los requisitos del Convenio de Estambul. Una de las inconsistencias es agravar el delito sexual si lo comete una pareja o expareja, ¿qué sentido tiene? El Convenio de Estambul lo recoge como posible agravante, pero ahí se regulan muchos delitos: ablación genital, matrimonio forzoso, agresión física… sí tiene sentido que sea tu padre, pareja o expareja el que deje que te practiquen o te practique una ablación de clítoris, pero no tiene sentido para agresiones sexuales. Desde el punto de vista legislativo, un desastre: desde el punto de vista conceptual, un caballo de Troya que en nombre del feminismo viene a meternos ideología, porque desde luego lo que subyace tras esta ley no es feminismo sino el anticapitalismo, que es la base ideológica de Podemos.
Existiendo un pacto de gobierno con aristas del primer día, pregunto: ¿puede haber sido víctima Irene Montero de una trampa que la haya expuesto para deslegitimar el trabajo de su ministerio?
No lo sé, desde luego no hacía falta mucho para exponerles. Desde que han llegado lo único que han hecho es grabarse vídeos como si fuesen influencers, hacernos creer que la igualdad de la mujer es acudir al trabajo con niños, con tus compañeros haciéndote tartas de cumpleaños como si tuviéramos quince años… si lo que pretendían era eso pues no lo sé, no hacía falta que los intentaran dejar en ridículo desde dentro porque ya se dejan en ridículo ellos solitos.
Hay un caladero de voto joven que condiciona el lenguaje político del nuevo gobierno. ¿Qué consecuencias a largo plazo pueden tener mensajes institucionales del tipo 'nos matan', 'el violador eres tú'…?
Hay que decirlo muchas veces: estos mensajes aparte de ser infantiles, reduccionistas y banalizar el problema real de la violencia contra la mujer, son ineficientes. Es decir, hacer esto no vale para nada. Señalar al hombre, hablar de la justicia patriarcal… además de ser falso, porque violador es el que es condenado por delito de violación y la justicia no es patriarcal –son los únicos en primera línea interviniendo y ayudando a las verdaderas víctimas-, no ayuda en nada a reducir la violencia contra la mujer. Es reducirlo al absurdo, es ineficiente, es mentira. Quienes crean que coreando este tipo de cosas van a cambiar algo sólo están contribuyendo a instrumentalizar políticamente un movimiento determinado y a determinados colectivos. Estamos enfermos de paternalismo estatal. De verdad hemos comprado el mensaje de que tenemos un problema grave de seguridad cuando no es cierto, aceptamos que nuestros derechos y libertades no son nuestros sino que pertenecen al Estado y estamos dispuestos a que dispongan de ellos en pos de nuestra seguridad.
El populista se arroga la voluntad popular para entrar en las instituciones, colocar a todo el mundo, afianzarse en el poder y expandirlo
Entonces reaparece el populismo, con otra forma, para advertirnos.
En el fondo subyace una falta de formación a múltiples niveles, pero sobre todo hay que asegurarse que la gente sepa lo que es una democracia, un Estado de derecho, cuáles son sus cimientos. No conocer eso es un caldo de cultivo para el populismo muy peligroso. Y no hablo solo de feminismo, tenemos representantes en puestos importantes que dicen y creen que la democracia está por encima de la ley. Todo buen populista –y populistas hay en todos los partidos- siempre intenta arrogarse la voluntad popular, la representación de la gente. El pueblo les legitima para entrar en las instituciones, para colonizarlas, colocar a todo el mundo y una vez están colonizadas, se apropian de las herramientas legislativas que les permiten afianzarse en el poder y expandirlo. Todo en nombre del pueblo. Este es el verdadero problema que tenemos en España ahora mismo: se está intentando identificar la defensa de la Constitución con una cuestión identitaria y por desgracia en política se está aplicando así. Defender la Constitución es defender convivencia, libertades y derechos y por qué no, los procedimientos que contempla la propia Constitución para acometer su modificación.
Háblame del feminismo bueno y del feminismo malo.
Para empezar, este nuevo movimiento no me gusta llamarlo feminista porque no lo es. Es identitarismo de género, o ultrafeminismo como lo ha llamado Alfonso Guerra. A ellos las reivindicaciones reales de la mujer les dan igual, lo que intentan es utilizar el feminismo de coartada y quieren hacer de ello un gueto ideológico. Que una mujer diga que no va a la manifestación del 8M para que no la instrumentalicen te saca del feminismo. Como hayas tenido éxito profesional, tampoco entras. No cabes en este ultrafeminismo porque hemos llegado aquí gracias a contactos y colegios privados. Les rebates eso y te dicen que el problema es que hemos tenido el empujoncito del heteropatriarcado. Y aquí, de nuevo el paternalismo: rechazamos el patriarcado pero le pedimos que nos coloque en puestos de relevancia por el hecho de ser mujeres.
El Gobierno además parece interesado en combatir de forma especial esa desigualdad.
En España ya está consagrada la discriminación positiva, pero sólo tiene sentido si tú aúpas a la mujer frente al hombre en igualdad de méritos para corregir una situación de desequilibrio previa. En el momento que esto no va de méritos sino que va de identidad (me da igual lo que sepas, te voy a poner al frente de un ministerio por ser mujer) estamos subvirtiendo la igualdad ante la ley a favor del privilegio. El feminismo es igualdad ante la ley, hay que repetirlo todas las veces que haga falta y existe en aspecto formal y material. En el aspecto formal no hay leyes que discriminen a las mujeres por el hecho de serlo, por mucho que lo repitan en las consignas; y de la vertiente material a las ultrafeministas no les gusta hablar. Es decir, cómo se está haciendo efectiva esa igualdad reconocida en la ley. Ahí hay mucho camino por andar, por eso me niego a dejarles el feminismo, porque un eslogan no va a detener a un asesino. Es imposible la violencia cero, vamos a dejar de pensar en el mundo feliz en el que porque nos gobierne Irene Montero y nos cambie el código penal vayamos a acabar, como se dijo desde una cuenta ministerial, con la impunidad. ¡Como si hasta ahora no se condenara a los delincuentes! Somos las mujeres quienes tenemos que ser capaces de identificar y recriminar a estas señoras que nos utilicen de esta manera.
Nadie conocía a Irene Montero hasta que fue pareja de Pablo Iglesias (...) su respuesta ante las críticas demuestra que quienes vienen a luchar contra el machismo son sus mayores valedores
Lo de Pablo Iglesias defendiendo recurrentemente a su pareja y ministra, ¿califica como machismo o como aliado?
Primero, y no pasa nada por decirlo, es muy sospechoso que en un Gobierno con 22 ministerios coincida una pareja. Ella en el partido tenía cargos de relevancia pero nadie la conocía hasta que fue pareja de Pablo Iglesias. Decir esto provoca que te llamen machista, claro. Pero si quedaba alguna duda, ¿a qué viene que Pablo Iglesias hable de machismos frustrados en el propio gobierno por criticar a Irene Montero por el disparate de su ley? Luego lo ha repetido todo el partido, lo que es una muestra de que para ellos el feminismo y el machismo no son una lucha en sí misma sino una coartada tras la que parapetarse para eludir críticas. Le preguntaron a Vicky Rosell si había sentido mansplaining mientras redactaba la ley y dijo: no, mientras no, a posteriori. Es decir, las críticas a un texto que emane de este ministerio van a ser machistas. Esto es una falta de respeto para las mujeres que han sufrido verdadera violencia machista. Y de nuevo, el paternalismo: no me critiques porque las mujeres no sabemos asumir las críticas si no es parapetándonos tras el machismo. Pues sí, las mujeres somos capaces de lidiar con la frustración y de defendernos solas. Y la respuesta de Pablo Iglesias en este caso no viene sino a demostrar que quienes vienen a luchar contra el machismo son sus mayores valedores.
¿Qué es Infancia Libre?
Respeto la presunción de inocencia de todo el mundo, así que voy a ser coherente. El tema de Infancia Libre está todavía sub judice, bajo investigación, y no hay sentencia. No sé si estas señoras han cometido delito o no, vamos a esperar a ver lo que dice la sentencia. ¿Qué es lo que parece que es? Parece esa punta del iceberg que evidencia la realidad de las denuncias falsas o instrumentales. La Ley de Violencia de Género admitió un error de base en la parte punitiva. Era necesaria la ley que ayudara y que dotara presupuestariamente y creara organismos para combatir la violencia machista contra la mujer, pero esta tiene dos problemas. Uno, que toda violencia contra la mujer la considera machista al margen de los motivos subyacentes; dos, el tema punitivista, que es un craso error porque ha abierto la puerta a que se utilicen denuncias de agresiones de manera instrumental. Y va a ir a peor. En la LVG, si denuncias a tu pareja o expareja por agresión y estás inmerso en un tema de guardia y custodia, la puede condicionar. De hecho interponer la denuncia ya es un ariete en la negociación. Muchas mujeres, a veces por revanchismo y otras aconsejadas por abogados o asesores como en el caso de Juana Rivas, deciden utilizar la denuncia o amenaza de denuncia para conseguir la ventaja en negociaciones. Parece ser que esta reforma según Pablo Iglesias va a ahondar a peor en eso: ya no va a bastar con que tras la denuncia se te encause, sino que va a bastar la mera denuncia. Como muchos recursos se dedican a estas denuncias instrumentales, las verdaderas maltratadas quedan desprotegidas. De hecho, muchas de las mujeres que mueren a manos de sus maridos jamás han denunciado.
La Ley de Violencia de Género ha abierto la puerta a las denuncias falsas o instrumentales: y va a ir a peor
La tercera fuerza política del país, Vox, fue pionera en mucho de este contrafeminismo sugiriendo por ejemplo exigir titulación a los trabajadores de violencia de género, algo ferozmente criticado de inicio.
A mí me pareció una propuesta muy acertada. ¿No exigimos que a nuestros hijos los formen personas sin antecedentes o condenas por delitos contra la libertad sexual del menor? Es lógico. ¿Por qué no que alguien que ayuda y forma en materia de violencia de género tenga una formación específica? No es señalar, es mejorar.
¿No es dudar ya una forma de posicionarse?
Pero esto no va de creer, va de demostrar. A ver si lo entendemos. El proceso penal va de demostrar: puedes creer lo que quieras, pero tienes que demostrar. Porque como empecemos a condenar en base a creencias, estamos sometiendo la vida pública a dogmas de fe. Y esto va a ser todo un Gran Hermano religioso, donde la moral se imponga a la razón y a los hechos. Vox hizo algo bueno: poner sobre el tablero que había un problema. Pero no lo han hecho para combatir sino para competir, porque a ellos se les ve el plumero cuando el que comete el delito es un extranjero. Entonces usan los mismos argumentos que las ultrafeministas: el Derecho penal de autor. El populismo feminista victimiza a todo un colectivo a costa de criminalizar a otro: cuando el agresor es un varón de nacionalidad determinada, Vox hace exactamente lo mismo. El Derecho penal de autor es una figura jurídica infame que atenta contra la base de la democracia y el Estado de derecho. Vox legitima a las feministas en su discurso cuando es un extranjero el autor de la agresión sexual y ambos cometen el mismo error: atender a estadísticas relativas que en las absolutas dan cifras ridículas e infinitesimales. Las batallas culturales que vienen a ganar no se libran con las mismas herramientas que el enemigo que vienes a batir. De hecho se retroalimentan.
Vox legitima a las feministas en su discurso cuando es un extranjero el autor de la agresión sexual: ambos se retroalimentan
Pero el populismo no es una amenaza, es un socio: no se afea o se aparta al populismo, sino que se intenta integrar en discursos moderados.
El populismo forma parte de la política, pero tiene muchas vertientes. Está triunfando por incomparecencia de la política tradicional, bien por no atreverse a dar determinadas batallas o porque identificamos como consenso algo que no lo es: para que se dé consenso, debe alcanzarse sobre la base de distintas opiniones. La política tradicional ha tenido responsabilidad en todo esto y viene de la mano de una infantilización que lleva a una polarización muy peligrosa de la sociedad. Dado que el ser humano tiende a radicalizarse, a ver si nos radicalizamos en torno a los derechos humanos, la presunción de inocencia, y a partir de ahí empezamos a construir. Ahora mismo el populismo nos arrastra a posicionarnos. Hay determinadas cuestiones sobre las que es necesario hablar y debatir, sin necesidad de evadirlas. Lo de la LVG lo llevamos masticando desde 2004, recuerda que ya entonces la RAE advirtió que lo del género tenía connotaciones políticas peliagudas.
Y con la política tradicional cooperan los medios, eligiendo a quiénes y cómo dar voz.
Yo creo en la libertad de expresión: hay que dar voz a todo el mundo pero si lo haces lo tienes que hacerlo con la capacidad de rebatir. ¿Qué sucede? Esa capacidad es inexistente. Hace poco estuve en un debate con una abogada estrechamente vinculada al ministerio de Igualdad, de Mujeres Juristas Themis, y dos señores que hablaban con un total desconocimiento jurídico de cómo se regulan actualmente los delitos en nuestro código penal. Mujeres Juristas Themis, por ejemplo, propone en 2018 a raíz de la sentencia contra La Manada que en los delitos contra la libertad sexual se invirtiera la carga de la prueba. Es decir, cargarte la presunción de inocencia. Y no se le da voz por maldad, sino por total desconocimiento. Como es feminismo y es una causa que nos parece buena, hay que darle altavoz. Hay que tener cuidado con esto porque si un día gobiernan otros se va a invertir los roles. Existe una falta de educación en cuestiones elementales. Es necesario que todos en los medios seamos conscientes de la importancia de la presunción de inocencia. Tienes que saber a quién invitas y qué propone.
Tema delicado, la presunción de inocencia… pero también tu favorito.
Imagina que un día son otros los que gobiernan y ponen a sus presentadores y sus tertulianos: te vas a ver frente al espejo y en vez de hacer autocrítica vas a señalarlos sin darte cuenta de que tú lo legitimaste antes. Parece que mientras la presunción de inocencia se respete en los juzgados, valen los linchamientos mediáticos. ¡Y desde los ministerios! Cada vez que hay una muerte o una denuncia, todos al trapo a ver quién la dice más gorda. Hay una directiva del parlamento europeo en 2016 que exige a todas las personas con cargo de relevancia pública que no realicen manifestaciones en las que pongan en cuestión la presunción de inocencia. Y este año hemos tenido un ejemplo maravilloso en el que confluyeron los tres actores (feminismo, ultraderecha y medios): el de las tres chicas norteamericanas que denunciaron por violación a tres refugiados afganos. Según la investigación policial, denunciaron para poder cobrar el seguro de viaje. Ya sabes, ahora las pólizas de seguro también se hacen desde la perspectiva de género –y abren la puerta a las denuncias instrumentales-. ¿Qué sucede? Todos retratadísimos. Es necesario que todos hagamos un ejercicio de autocrítica, porque todos nos dejamos llevar por nuestras simpatías políticas.
La inmigración es otro tabú.
También. Por ejemplo, hay determinados colectivos de inmigrantes con problemas de integración. Da igual de donde vengas siempre que respetes el sistema de fuentes jurídico-español: ley, costumbre y principios fundamentales del Derecho. En España y en Europa en general tenemos que ser contrarios por ejemplo a normalizar cosas como el uso del velo islámico integral, no ser condescendientes con discursos radicales que llaman a la lucha contra el infiel (lo cual es un delito de odio y una llamada explícita a la violencia) y no podemos legitimarlo en nombre de la inmigración. Como tampoco podemos criminalizar toda la inmigración, porque además en España no tenemos un problema criminal con la inmigración.
En este país hace años nadie tenía problemas con el feminismo y ahora es una causa antipática
Cayetana Álvarez de Toledo ha sorprendido reprendiendo este discurso viciado atentando, dicen, contra la libertad de prensa. ¿Lo ves así?
Los medios contribuyen a la polarización y lo ideal sería llevar a gente capaz de desmontar argumentos extremos. Todo lo que intentas ocultar siempre acaba rebosando, lo que hay que dar a los extremos es batalla. Pero creo que al igual que Atresmedia puede decir lo que quiera como grupo, Cayetana lo mismo: la libertad de expresión es bidireccional. Puedes estar de acuerdo o no con Cayetana, pero es curioso cómo la respuesta de Ferreras vino a confirmar que tenía razón, cuando dijo que el PP envió a la policía a dar golpes a niños a Cataluña. Que no es verdad, claro. Que nos quieran hacer creer que los políticos tienen ascendencia sobre las decisiones del poder judicial es de una irresponsabilidad absoluta. Pasó igual con La Manada: cuando no les gustaban las resoluciones, había que cambiar la ley, se mentía sobre el contenido etcétera. Esto además alineó a todos los políticos en el “hermana, yo sí te creo”. Se creó una mentira de manipulación masiva, y cuando el Supremo resolvió finalmente que era agresión agravada en vez de retractarse sobre el “hermana, yo sí te creo” tuvimos que escucharles decir que el Supremo había hecho caso a presiones y reivindicaciones. ¿Cómo puede Carmen Calvo decir que el Supremo cede a la presión social y política?
Como resumen a esta charla: desmentimos que os maten por salir a correr, que todos seamos violadores y realmente podéis llegar solas y borrachas a casa, ¿no?
Ni nos matan ni nos violan, y desde luego podemos llegar a casa solas. Y tenemos las facultades mentales suficientes como para decidir si queremos aceptar cobrar para enseñar nuestro cuerpo. Alguien me tiene que explicar cómo en una de las sociedades más libres y seguras del mundo para la mujer están triunfando este tipo de discursos. Yo entiendo que ‘El violador eres tú’ vayan a cantarlo a Arabia Saudí, ¿pero aquí? Allí no van, claro. Allí son sus costumbres, hay que respetarlas e incluso celebramos el día del hiyab para entender lo que es vivir una vida de recato. Es de locos, pero en el fondo si lo piensas bien, el feminismo es el caballo de Troya de algo más complejo: no hay una reivindicación feminista, sino anticapitalista. Hay más de lo segundo que de lo primero, porque esta gente es antisistema y necesitan mensajes en torno al que crear alarma social. Representan al pueblo alarmado y se erigen en salvadores. Están detrás del problema porque así se autojustifican como solución. Reivindican causas socialmente aceptadas, aunque en este país hace unos años nadie tenía problemas con el feminismo y ahora es una causa antipática. ¿Pero cómo das la batalla? O reniegas del feminismo, que es muy peligroso, o empezamos a señalar que esto no va de feminismo sino que va de otra cosa.
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