Alberto Núñez Feijóo e Íñigo Urkullu caminan sin prisa pero sin pausa hacia el aplazamiento de las elecciones autonómicas del próximo 5 de abril por la falta de "garantías". El presidente de la Xunta decretó la emergencia sanitaria en Galicia, donde hay 112 casos confirmados, y ya el viernes dejó caer en las manos de Pedro Sánchez la habilitación de "mecanismos" de suspensión electoral. "En este momento, no se reúnen al cien por cien las garantías para poder celebrar elecciones", presionaba el barón popular, una teoría que ya avalan formaciones como Ciudadanos.
Mientras, en el País Vasco no será hasta este lunes cuando se decida si se aplazan las elecciones autonómicas o se mantiene el 5 de abril como fecha para acudir a votar. Por el momento, tanto el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y presidente de la Junta Electoral Central en Euskadi, como el propio lehendakari han subrayado la “laguna” legal que existe para adoptar un aplazamiento. La decisión del Ejecutivo de decretar el estado de alarma allana ahora el camino hacia un aplazamiento de los comicios que ya han apoyado formaciones como EH Bildu de manera abierta y que parece haberse hecho inevitable.
La situación de emergencia sanitaria que vive España no tiene recetas, e incluso ciertos mecanismos legales, como el de la suspensión electoral, se quedan obsoletos. "No suspendimos las elecciones ni el 14 de marzo, tres días después de un atentado", recuerda el politólogo Pablo Simón en conversación con El Independiente. Y en medio de esta vorágine de restricciones, de medidas excepcionales y de impacto directo a las libertades y cotidianidad más inmediata aparece una cuestión: ¿Qué impacto en el terreno político tendrá una situación sin precedentes en democracia?
Expertos consultados por este medio coinciden en varios puntos. Para empezar, la suspensión electoral en Galicia y País Vasco será una realidad porque "ninguna formación se mostrará abiertamente en contra, pues se le tacharía de irresponsable", indica el investigador principal de Metroscopia, José Pablo Ferrándiz, mientras que Simón subraya que, al mismo tiempo, es un escenario "complejo" e "hipotético" porque "casi todos los partidos deben estar de acuerdo, incluidas las candidaturas minoritarias que se presente a las elecciones". Con todo, "si se ha decretado el estado de alarma sería muy complicado justificar que se mantengan las elecciones" el próximo 5 de abril. De seguir adelante la campaña oficial sería "muy anómala": restricciones en actos públicos, mítines suspendidos, controles en los debates... "son elementos que van a generar distorsión democrática y convertirá a las elecciones en algo muy extraño", sentencia.
En segundo lugar, se atiende a la ausencia actual de variables técnicas que ofrezcan una previsión real y fiable de qué formaciones se verán beneficiadas con un aplazamiento electoral ya que, como destaca el presidente de GAD3, Narciso Michavila, "depende de cuándo se vayan a celebrar". "En cuatro semanas ya estará todo muy cambiado" e incluso cuando nos acerquemos a la nueva fecha que se marque en el calendario para abrir las urnas, será difícil de cuantificar. "No tenemos una experiencia de una pandemia global con elecciones. Vamos a vivir un panorama absolutamente distinto. España va a cambiar de raíz", anticipa el experto.
No tenemos una experiencia de una pandemia global con elecciones. España va a cambiar de raíz
Y tercero y más importante: todos coinciden en que, en el medio y largo plazo, la gestión que realice el Gobierno central y los partidos de la oposición con una crisis sanitaria sin precedentes será la "bola de cristal" en que se reflejen los resultados en Galicia y País Vasco, las primeras urnas que previsiblemente se abran cuando el país logre combatir la amenaza del coronavirus. Así coinciden Simón, Ferrándiz y Michavila, que reiteran que "muchas veces hay dinámicas de contaminación entre arenas electorales" y, como ocurre en Alemania, donde es muy común que se utilicen las elecciones regionales como un mecanismo de castigo al Gobierno federal, "aquí puede pasar lo mismo". En ese caso, por ejemplo en Galicia "hay mucha gente que votaría al PP sólo para castigar la gestión del PSOE a nivel nacional" que, como es completamente nueva, "tendrá críticas por todas partes", sentencia Pablo Simón.
El barón popular, que según los sondeos ganaría los comicios aunque con un escaso margen, obtendría más peso electoral de posponerse las elecciones. Fuentes del PPdeG consultadas por El Independiente confirman que la suspensión electoral es, además del escenario más responsable, el más deseable para un partido cuyo potencial votante reúne el perfil de la población de riesgo por la infección del Covid-19: personas mayores de 55 años que, ante la pandemia, no arriesgarían en muchos casos su salud por acudir a las urnas.
Vox, sin crédito político
Sobre la posibilidad de que Vox pudiese obtener rédito político de la crisis del coronavirus por erigirse como dique de contención de la gestión de Pedro Sánchez mientras el principal partido de la oposición ha enterrado el hacha de guerra con el Ejecutivo, al menos momentáneamente, para mostrar "unidad de acción" y "firmeza" de todas las fuerzas ante la crisis, la respuesta de los expertos es también unánime: Vox no obtendrá más votos a consecuencia del coronavirus.
Este virus se va a llevar muchas visiones simplistas de la sociedad, como el cierre de fronteras de Vox
Y lo justifican de un modo sencillo. "En momentos críticos, la gente se vuelve algo más conservadora y no está dispuesta a cometer cambios bruscos", comenta el investigador de Metroscopia. Además, la cadena de acontecimientos que se ha sucedido en las últimas horas, con media cúpula de Vox infectada por el Covid-19, incluido su presidente, Santiago Abascal lastrará, previsiblemente, su estrategia de oposición y, como señalaban anteriormente, tendrá su reflejo en los comicios autonómicos.
"El populismo crece de dar soluciones fáciles, como cerrar las fronteras", explica Narciso Michavila, "pero luego aparece Ortega Smith infectado y se le cae su discurso. Este virus se va a llevar muchas visiones simplistas de la sociedad. Eso de 'extranjero malo, español bueno' es un discurso que ya nadie va a comprar", sentencia. En el mismo sentido se expresa Ferrándiz, que subraya que el hecho de que varios dirigentes del partido hayan dado positivo "parece una anécdota, pero puede afectar de cara a la imagen" ya que "ahora no son los más indicados para pedir responsabilidades".
Vox celebró su asamblea general en el Palacio de Vistalegre el pasado fin de semana, donde reunió a cerca de 9.000 personas, conscientes de que los casos de coronavirus en España ya comenzaban a dispararse y amparándose en que el Gobierno, en paralelo, no hubiese frenado las manifestaciones con motivo del Día de la Mujer. A los actos acudió el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, ya mostrando síntomas evidentes y compatibles con el Covid-19.
¿Y en País Vasco?
Sin duda, el riesgo que supone el Covid-19 en una sociedad como la vasca es más significativo que en otras regiones españolas y ello tendría una indudable incidencia electoral. En especial para algunos partidos. Precisamente la vasca es la sociedad más envejecida de Europa, tras la italiana, el otro gran punto de impacto del coronavirus. En Euskadi prácticamente uno de cada cinco ciudadanos tiene más de 64 años, lo que supone un riesgo notable llamarlos a los colegios electorales.
La coalición que lidera Arnaldo Otegi ha suspendido desde esta semana todos los actos de precampaña que tenía programados. El dirigente abertzale y su candidata a lehendakari, Maddalen Iriarte, han recordado que los expertos sitúan uno de los picos de la pandemia en Euskadi en la primera semana de abril, lo que complicaría sobremanera no sólo la celebración de actos políticos sino incluso garantizar los niveles de prevención contra el contagio fijados por el propio Ejecutivo. “¿Cómo vamos a ir a votar a los mismos colegios de los que hemos sacados a los niños?”.
El riesgo elevado de absentismo supondría un revés para PP+Cs y el PNV, fundamentalmente
También desde el PP su candidato, Carlos Iturgaiz, había mostrado su disposición a aplazar las elecciones. La coalición PP+Cs ha suspendido todos sus actos electorales. De igual modo, el resto de partidos han rebajado de modo importante sus apariciones de partido.
El mantenimiento de la fecha de los comicios, que cada vez parece más improbable, tendría especial incidencia en Álava. En este territorio el coronavirus ha golpeado con contundencia, suponiendo el 75% de los casos en Euskadi. El riesgo de un elevado absentismo entre el electorado alavés supondría un revés para los partidos con unos votantes de mayor edad: PP+Cs y el PNV, fundamentalmente. En el caso de la coalición que lidera Iturgaiz, se daría la circunstancia de que su mayor caladero de apoyos se encuentra en Alava, donde el último sondeo del Gobierno vasco le otorgaba cuatro de los siete asientos que pronosticaba para la coalición con Ciudadanos.
De igual manera, al PNV, cuyo electorado mayoritario es el de más edad, también podría verse beneficiado por un aplazamiento. Pese a que la victoria en las elecciones la pronostican todas las encuestas, incluso con mejores resultados que en 2016, para el PNV y su candidato, Iñigo Urkullu, asumir el riesgo de mantener las elecciones sería delicado. Lo sería no sólo el devenir de la gestión de esta crisis sanitaria, sino por el lastre a la credibilidad que arrastra del accidente de Zaldibar o de casos de corrupción como el llamado ‘caso De Miguel’, que afecta a ex altos cargos del partido.
Así, el sondeo del Ejecutivo de Urkullu auguraba que el partido de Andoni Ortuzar no mejoraría resultados ni en Bizkaia ni en Álava y que se limitaría a revalidar los escaños actuales. En Álava la pugna con la coalición PP+Cs y en parte con la izquierda abertzale puede suponerle una pérdida de votos. La incidencia del coronavirus, cuyo impacto en la sociedad alavesa es muy importante, sería un factor muy sensible en muchos votantes.
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