La semana pasada Pedro Sánchez aseguraba que todos los sistemas sanitarios del país pasaban a depender del Ministerio de Sanidad. Muchos médicos de las prisiones españolas pensaban que estaban incluidos en esa medida y no iban a depender, durante el Estado de Alerta, del Ministerio del Interior de donde depende normalmente. Pero no, los sanitarios de prisiones que asisten en la prisiones a la población reclusa de manera análoga a como se hace fuera en la atención primaria, no estaban incluidos en los “sistemas sanitarios” del país. Fernando Grande-Marlaska es y sigue siendo el ministro de estos funcionarios que llevan años pidiendo ser transferidos a los sistemas sanitarios de las comunidades. Tampoco Marlaska se refirió a ellos de manera específica el domingo en su comparecencia conjunta con otros ministros. Algo que no ha gustado a los sanitarios que son clave para evitar que el coronavirus se expanda por la población reclusa, que ronda las 50.000 personas.
“Estamos más que acostumbrados a coordinarnos con el Sistema Nacional de Salud estamos acostumbrados a trasladar la información de nuestros centros a las comunidades a autónomas.. En un momento complicado como este, epidemiológicamente especial, estamos en un estado de alerta máxima con mucha preocupación, porque el medio penitenciario es especial ya que la transmisión de enfermedades infectocontagiosas es algo mucho más grave que en el medio extrapenitenciario, por las características de nuestra población”, explica a El Independiente Carmen Hoyos Peña, Coordinadora del grupo de Relaciones Laborales de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria.
Hay mucha preocupación por lo que pasaría si el virus entra de forma extensa dentro de los centros penitenciarios porque tenemos una población de riesgo muy alta
“Hay mucha preocupación por lo que pasaría si el virus entra de forma extensa dentro de los centros penitenciarios porque tenemos una población de riesgo muy alta, tenemos pacientes inmunodeprimidos por el VIH, pacientes oncológicos y ancianos a lo que hay que añadir la hacinación”, asegura Hoyos. Según los datos facilitados por la Coordinación de Sanidad Penitenciaria de Instituciones Penitenciarias en estos momentos hay 8 funcionarios prisiones con positivo en Covid-19, de los que tres no trabajan en prisiones y un solo preso, en el Centro Penitenciario de Álava que ha sido hospitalizado.
Juan Carlos Bermúdez, sanitario de la cárcel Tenerife II y secretario del Sindicato Profesional de Sanidad Penitenciaria (SPSP) dibuja una situación caótica en la forma en que se aborda la crisis en prisiones “seguimos usando el sentido común, las direcciones de los centros dejan en manos de los cuerpos sanitarios las organizaciones de cada centro, no hay un protocolo de actuación uniforme para este problema dentro de los centros penitenciarios. Se trabaja en base a la voluntad de la dirección del centro”. En su prisión en Tenerife, se ha habilitado un módulo de aislamiento, con capacidad para 50 casos, y ya hay 18 ocupadas por presos que volvían de permisos externos y se han puesto en aislamiento preventivo.
Presos nerviosos y primeros problemas
El nerviosismo se extiende entre los reclusos, aseguran los sanitarios, porque los funcionarios no van protegidos y temen que les contagien. “En este momento se han suspendido los permisos de las personas presas, se han cortado las comunicaciones íntimas con personas del exterior y las visitas y hay una serie de medidas para evitar que el virus se extienda dentro de las presiones, pero creemos que llegará, como está llegando al resto de la población, pero queremos hacerlo de la forma menos costosa para todos”, asegura Hoyos.
Según esta médico se están dando charlas de formación tanto al personal penitenciario como a las personas privadas de libertad “para que entiendan cuáles son los motivos por los que se toman determinadas actuaciones”. Según Hoyos la información es clave para el manejo de la situación con los presos, pero el temor a que se repita en España lo que pasó en Italia está presente.
Hasta el momento se han producido varios incidentes de distinta naturaleza en prisiones, según algunos facultativos, pero sólo uno en la Cárcel de Fontcalent, en Alicante, ha sido debido al Covid-19, según la cuenta de Instituciones Penitenciarias. El ingreso de un preso nuevo sobre el que ha corrido el rumor falso de que era positivo, lo que ha generado tensión y ha provocado un pequeño plante de los presos. Una situación que se ha resuelto pero que da buena cuenta del estado de nervios que se vive en los centros penitenciarios.
Miedo a motines como los de Italia
“Sí, tenemos miedo de que pueda derivar en lo que ha pasado en Italia”, asegura Hoyos. “Estamos hablando de una población con unas características muy especiales, patologías mentales muy extendidas personas con trastornos de personalidad importantísimos. Para ellos el contacto familiar es muy importante y no lo tienen, hay presos que llevan años esperando sus permisos para estar con su familia y ahora se los cancelan y a eso hay que unir que esta población tiene rasgos de personalidad muy impulsiva y una gran intolerancia a la frustración. Todo esto hace que ante una situación en la que se les pide que estén aislados durante 14 días si han venido de permiso, que no pueden salir de la celda en un momento determinado, o en el que se les prohíbe que tengan comunicación con su esposa.. Eso hay personas que lo entienden y personas que no lo entienden y la forma que ellos tienen de manifestarlo pues es a base de plantes y sus plantes pueden extenderse, claro”.
Esta situación se vive con preocupación tanto por el funcionariado de vigilancia como por el sanitario y se están tomando medidas para paliar el malestar de los reclusos dándoles tarjetas con minutos gratis para llamar a sus familias. “Hay que dedicar mucho tiempo de escucha para atender sus preocupaciones ya que suele dar buenos resultados con esta población”.
Todos los sanitarios de prisiones a los que hemos podido consultar coinciden en que esperan poder contar con refuerzos sanitarios y más material, como las áreas sanitarias de las comunidades autónomas a las que el mando unificado de Sanidad les ha prometido. Principalmente porque, como llevan años denunciando y como reconocen en Instituciones penitenciarias, son un cuerpo que ya de por sí no cubre todas sus plazas de los 492 existentes y necesarios para atender a la población presa, 205 están sin ocupar. Las importantes diferencias salariales respecto a los facultativos de atención primaria, que son son equivalentes, hacen que no se las plazas queden vacantes convocatoria, tras convocatoria. Y la cosa puede ser peor si causan baja: “Estamos teniendo mucho cuidado para no enfermar nosotros”, asegura Hoyos.
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