Hace varias semanas, cuando el coronavirus en España no había mostrado aún toda su crudeza, Jorge Navarro Solano alertó desde Italia a sus amigos médicos para alertarles de lo que se les venía encima y pudieran anticiparse. Ni en el hospital milanés donde él trabaja ni en ninguno de Lombardía habían tenido tiempo cuando la avalancha inundó de pacientes sus unidades de cuidados intensivos y comenzó el drama.
"Esto llega como un tsunami. En dos o tres días te encuentras desbordado", describe gráficamente en conversación telefónica con El Independiente este facultativo sevillano, jefe del servicio de Rehabilitación de daño cerebral de la Fundación Don Gnocchi de Milán. Bien sabe de lo que habla Navarro Solano, que ha perdido la cuenta de las prolongadas jornadas de trabajo ininterrumpidas que acumula desde que estalló la grave crisis sanitaria derivada de la propagación del covid-19.
Su preocupación no se ha circunscrito en estas semanas tan sólo a procurar la mejor atención asistencial a los pacientes ingresados en su centro sanitario. También se ha desvivido por advertir a los intensivistas españoles de la dimensión del problema para que se prepararan y pudieran evitar errores en esta lucha contra el tiempo, así como concienciar a la población de que había que tomar necesariamente medidas de "contención extremas" para tratar de frenar la propagación del Covid-19.
Desde hace dos años, él colabora con el Grupo Italiano para la Evaluación de la Intervención en Cuidados Intensivos (Giviti), un reconocido grupo médico que organiza videoconferencias semanales desde que se desató la pandemia para compartir con colegas de todo el mundo los fallos y las medidas que les han funcionado contra el coronavirus. "Es importantísimo aprender de la experiencia de otros compañeros para prepararse para el tsunami", sentencia.
En su opinión, en esta crisis sanitaria hay que prepararse "para todo o para nada", dado que se desconoce qué focos epidémicos pueden estallar y cuáles permanecer silentes. "Sabemos que algunos van evolucionando lentamente y, sin saber por qué ni cuándo, llegan a un umbral y explotan. Otros, en cambio, permanecen durmientes. Desconocemos si éstos van a reventar más tarde o no lo harán porque han funcionado las estrategias de contención. He hablado con epidemiólogos que están en primera línea y están sorprendidos por esta difusión de la epidemia tan poco homogénea", expone.
El médico sevillano Jorge Navarro cuenta a 'El Independiente' su experiencia contra el coronavirus en un hospital de Milán: "Hay que prepararse para todo o para nada"
Ese comportamiento desigual hace que en ciudades como Bérgamo y Brescia ya se hubieran superado el pasado jueves los 4.000 contagios y en Varese, Sondrio, Como y Monza -otras localidades de Lombardía- no se superaran los 500 casos. "Esta pandemia no es de naciones ni de regiones; es de focos epidémicos, es de ciudades y provincias", insiste.
Después de varias semanas en el 'ojo de la tormenta', una lección le ha quedado clara: "el éxito de las medidas depende de la capacidad para prever escenarios futuros que cambian muy rápidamente". En este sentido, recomienda preparar "planes catastróficos" por si la situación lo demandara, como habilitar hospitales de campaña. En la Feria de Milán, por ejemplo, se están instalando 250 camas de UCI.
"No se puede infravalorar ningún escenario que esté pasando cerca de nosotros. No se puede pensar que lo que está ocurriendo no me va a ocurrir a mí por el hecho de que la curva está creciendo de forma más baja. Tienes que estar preparado para lo que está ocurriendo hoy en Madrid pueda suceder mañana en Murcia", añade.
Anticiparse significa hacer reformas estructurales en los hospitales contrarreloj y multiplicar los recursos para atender la avalancha de enfermos graves que puedan llegar, como ya está ocurriendo en Madrid. En Lombardía, de las regiones italianas con un sistema sanitario más desarrollado, se ha pasado de disponer de 800 camas UCI a 1.500 y de 200 camas "sub-intensivas" a 1.500. "Hay que prepararse para acoger una tasa de pacientes muy alta en poco tiempo", subraya.
Merma de profesionales sanitarios
También para reevaluar constantemente decisiones al abrirse nuevos escenarios y, por desgracia, para las bajas que se registrarán en el personal sanitario por contagios. A finales de semana, según un estudio elaborado por la Fundación Gimbe con datos del Instituto Superior de Sanidad, más de 2.600 profesionales habían dado positivo. Ello supone un problema añadido al mermar de manera importante la respuesta asistencial en el peor momento.
En opinión de Jorge Navarro, la experiencia italiana "va a servir mucho" para que España se prepare. Y a su vez la situación de Madrid -la comunidad que concentra más del 35 % de todos los casos- está llevando a otras autonomías a reforzar medidas. "Encontrarte de golpe con el tsunami en primer línea te da claves que hay que escuchar para prepararse por lo que pueda venir. Quizá con las medidas se consigue contener y lo que vemos en Madrid no ocurre en otras provincias. Esperemos", comenta.
El médico sevillano no tiene dudas de que las medidas de contención extremas que se han adoptado en países como Italia y España "funcionan para bloquear los focos epidémicos" y anima a sus compatriotas a "seguir" respetando el distanciamiento social y a "resistir". "Quizá en unas semanas se encuentran medidas menos extremas y de menor impacto económico y social, pero de momento, debido a la incertidumbre sobre los mecanismos de difusión y la evolución de esta epidemia, la forma más prudente es mantener esta estrategia", defiende.
No se puede infravalorar ningún escenario. Tienes que estar preparado para que lo que ocurre hoy en Madrid pueda suceder mañana en Murcia"
Hace semanas, cuando el brote en la región de Lombardía empezaba a propagarse de forma veloz, Navarro Solano tomó la decisión de dejar su casa temporalmente para no exponer a su mujer e hijos (Alicia y David). Ella, compositora de profesión y a la que conoció en su año de Erasmus en Italia, tiene una inmunodeficiencia y no podía arriesgarse al contagio. Él se alquiló un apartamento y vive solo desde entonces. Algunas noches se acerca hasta su edificio: "Me pongo en la escalera del bloque a una distancia de seis o siete metros, ellos abren la puerta y ceno una pizza para que me vean físicamente".
También tiene palabras para destacar los gestos de solidaridad que ha despertado esta crisis sanitaria, como la de la sociedad italiana con el personal sanitario al que ofrecen gratuitamente viviendas en alquiler para que puedan aislarse y no contagiar a sus familiares. O la de los médicos y enfermeros que brindan sus móviles a los pacientes ingresados para que puedan hablar unos minutos al día con sus seres queridos. "Dentro de la tragedia florecen los casos más positivos", subraya.
"Ves el sufrimiento de los pacientes lejos de su familia porque los hospitales están aislados. Nosotros hacemos videoconferencias y videollamadas con nuestros teléfonos para que puedan hablar 10 0 20 minutos al día y tener contacto con sus familiares. La angustia es enorme. Tienes a tu padre, hermano o mujer y no sabes cómo va la evolución porque no puedes verlo desde que se puso enfermo. El estrés emocional es grande", comenta.
No menos que el dilema que el coronavirus está provocando a los médicos italianos: tener que decidir a qué pacientes graves se destinan los recursos porque no hay suficientes para atender a todos. "Desde la Segunda Guerra Mundial, no hemos vivido en Europa una realidad sanitaria de este tipo", apostilla.
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