Fue un hospital pionero, un símbolo de la medicina de alta calidad, pero hoy es un edificio fantasma escondido tras unas vallas metálicas y arizónicas en mal estado. El viejo hospital Puerta de Hierro, situado entre las calles estrechas de un barrio acomodado de Madrid, hace tiempo que dejó de atender a pacientes y se convirtió en una eterna promesa política del PP. Sólo en 2019, la Comunidad de Madrid se dejó 806.584 euros en impuestos y en la seguridad de este lugar inhóspito. Su recuperación como hospital de media y larga estancia está ahora más cerca que nunca.
“Es como un esqueleto de algo que fue y que da muy mala sensación”. Así lo describe Carmen Torres, propietaria de una farmacia de la calle Velayos, frente al viejo hospital. Enseguida recuerda los días en los que se abandonó el edificio, en septiembre de 2008, para su traslado a otro recién construido en Majadahonda. Ahora, cuenta, está “hecho una porquería”, con “cristales rotos” y en un estado de “dejadez absoluta”.
El singular edificio se ideó como sanatorio de lujo de los Dominicos. Pero el Régimen lo compró y encargó al doctor Segovia Arana la organización de una nueva clínica
Aquel mes de septiembre de hace más de 11 años fue el final de toda una institución médica de España. En su origen, el Puerta de Hierro no se construyó para que sirviera de hospital. Después de la II Guerra Mundial, los Dominicos recibieron una indemnización de Japón por la destrucción de edificios que la comunidad religiosa tenía en Filipinas. Con ese dinero levantaron en Madrid una construcción singular, con forma de ‘s’ itálica, para que albergara un sanatorio de lujo. Pero Japón se quejó al ver que su donación se gastaba en España y no en Filipinas y los Dominicos decidieron vender la construcción.
En 1964, el Ministerio de Trabajo compró el edificio por 180 millones de pesetas y encomendó a José María Segovia de Arana, un colaborador del profesor Jiménez Díaz, que organizase y dirigiese la nueva clínica. El mismo Segovia acompañó a Francisco Franco durante la apertura oficial del Puerta de Hierro. No solo por su arquitectura. El hospital ya destacó desde el principio por ciertas ‘anomalías’ que lo diferenció de muchos otros.
Para empezar, el hospital formaba parte del sistema hospitalario del Instituto Nacional de Previsión —germen del actual Sistema Nacional de Salud (SNS)—, pero permitía a sus médicos atender a pacientes privados. El centro también fue de los primeros en la enseñanza a internos y residentes con el sistema MIR y en imponer a los sanitarios un horario de 9 a 18 horas. Pasaron los años y el Puerta de Hierro se consolidó como un referente. Entre otros hitos, la clínica protagonizó uno de los primeros trasplantes cardíacos de España. Las señales de su declive, sin embargo, no tardaron en llegar.
El declive del hospital
Cuando ya se asomaba la década de los 90, el Puerta de Hierro había notado uno de sus problemas, el espacio. La clínica empezó con 250 camas y llegó a albergar 650 gracias a la construcción de nuevos edificios anexos y a las obras para ganar metros. “El Puerta de Hierro es singular porque en su historia de edificio no nace para ser público. Eso, la ubicación, que es poco accesible y la imposibilidad de crecimiento hicieron que quedara fuera de juego mucho antes del año 1988”, explica el arquitecto José León Paniagua, que fue subdirector general de Obras del Instituto Nacional de la Salud (INSALUD). “Era inevitable que este edificio se abandonara como hospital de agudos, estaba en su destino”, sostiene.
El doctor Segovia Arana dejó la dirección gerente del hospital en 1992. Llegaron sucesivos directores médicos. Un incendio provocado por unos encapuchados en 1993, además, destrozó uno de los edificios de consultas y obligó a reducir el número de camas. El centro quedó en una situación precaria. Se trató de paliar los problemas con nuevas obras, pero los tiempos jugaban en contra. No podían atender a toda la población asignada a la clínica, que pasó a cubrir de 250.000 a 550.000 personas.
En 1998, el INSALUD, que entonces dirigía Alberto Núñez Feijóo, puso una solución sobre la mesa: el traslado completo del hospital a Majadahonda, mejor ubicada para los pacientes asignados al Puerta de Hierro. No era la decisión que hubiera tomado la mayoría de sus sanitarios. Aun quedaban 10 años por delante hasta el estreno del nuevo edificio. Una década donde se redujo la inversión en equipos médicos y en mantenimiento para el viejo centro de la calle San Martín de Porres. Un tiempo en el que también se cedieron las competencias en sanidad del Estado a Madrid. Gracias a un acuerdo de traspaso, el Gobierno regional del PP pasó a disfrutar de los inmuebles de la Seguridad Social.
Una declaración que persigue al PP
Domingo, 28 de septiembre de 2008. Después de 44 años de servicio, el icónico hospital completó la mudanza a su nuevo hogar, a menos de 20 kilómetros. Una distancia que hubo que recorrer con pacientes (algunos en estado crítico), enseres y documentación clínica. Entre las idas y venidas de las ambulancias se mezclaron los nervios y la incertidumbre de los sanitarios, cómo captaron las cámaras de RTVE. El traslado en bloque al nuevo hospital dejó imágenes llamativas, como las 500 analíticas con datos personales de pacientes que El Mundo encontró en un cubo de basura del viejo edificio. O el “caos” y los problemas en las primeras jornadas en Majadahonda, según informó El País.
¿Qué futuro le esperaba a la recién abandonada clínica? La pregunta la resolvió el entonces consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes, durante la inauguración del nuevo hospital. “Se tirará abajo cuando se pueda”, espetó. En su lugar, dijo, se construiría “cuanto antes” un hospital de media y larga estancia y de cuidados paliativos. Pero la promesa no se cumplió. Desde entonces, aquellas palabras de Güemes han perseguido al Partido Popular y han servido a la oposición como arma política.
“Lo que alguien dijo en 2008 fue una declaración de prensa... Es esa política en vez de la de documentos pensados y elaborados que constituyen una línea de trabajo”, critica José Manuel Freire, médico y diputado del PSOE en la Asamblea de Madrid. En sus años como hospital fantasma, el viejo Puerta de Hierro destacó por dos motivos: sirvió de escenario para varios rodajes —entre ellos, el de ‘Cuentamé’— y absorvió cientos de miles de euros de dinero público. Cada año, según informó El Mundo en 2013, el complejo abandonado costaba 897.000 euros en tributos municipales, seguridad y mantenimiento. La crisis económica impedía al Gobierno de Madrid abordar “cualquier transformación”, según explicaron al diario desde la Consejería de Sanidad. En 2015, según El País, el gasto en el edificio se redujo a los 856.489 euros. El año pasado, según ha podido conocer El Independiente de fuentes de Sanidad, el coste para el erario público fue de 806.584 euros.
Fue Freire el que rescató la idea del PP y la llevó a la Asamblea en mayo de 2016. No era el primero al que se le pasó por la cabeza. Unos meses antes, Ciudadanos dejó caer en una comisión de Sanidad la opción de rehabilitar el centro. La proposición no de ley socialista se aprobó con el respaldo de los grupos de la oposición e instó al Gobierno a “emprender con urgencia” los estudios para la reconversión del Puerta de Hierro. El PP, sin embargo, votó en contra: a corto plazo, la idea era “insostenible económicamente”, justificó un diputado.
En España, el número de camas de agudos es razonable, pero las de media y larga estancia son prácticamente inexistentes y crea problemas muy importantes”
Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la FADSP
Ese mes de mayo, Freire visitó el viejo edificio en persona: “Daba la impresión de haber sido una evacuación por desastre natural”. Cristales rotos, óxido, barandillas tiradas, falsos techos que se caen... El País visitó el centro en las mismas fechas y lo describió como un “escenario de guerra”, con camillas mugrientas, contenedores de basura traídos de la calle, latas de cerveza y columnas de libros de medicina en los pasillos.
¿De verdad se podía hacer algo con esa mole de hormigón? “Es muy adaptable a hospital de media y larga estancia. No es forzada la idea. No es compleja... Comparada con un hospital de agudos, no tiene nada que ver. Y tiene una ventaja: está vacío”, sostiene el arquitecto Paniagua, que acompañó al diputado socialista durante su visita.
Entonces, ya se debatía en el parlamento regional sobre la escasez de camas de media y larga estancia. Estas se utilizan para pacientes que necesitan unos cuidados médicos continuos o de rehabilitación y que no pueden atenderse en sus casas. “Un problema es que, en los hospitales de agudos, a parte del coronavirus, se saturan las camas todos los años en los meses de diciembre o enero cuando hay picos de gripe o repunte de la demanda. Una multitud de personas acaba en los pasillos de los hospitales aparcados en emergencias porque no hay camas”, afirma Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP).
En 2017, en los hospitales españoles del SNS hubo una media de 2,4 camas por 1.000 habitantes, según las cifras del Ministerio de Sanidad. Cataluña, con 3,4 camas, lideró el ranking, seguida de regiones como Aragón (3,2), Extremadura y La Rioja (3,1 cada una) Por debajo de estas y otras tantas autonomías se situó Madrid, con 2 camas por millar de personas. “En España, el número de camas de agudos es razonable, pero las de media y larga estancia son prácticamente inexistentes y crea problemas muy importantes”, indica Sánchez Bayle.
El viejo hospital no fue mencionado en los presupuestos para 2017. Pero, en cambio, la presidenta Cristina Cifuentes lo incluyó en su discurso del Estado de la Región: la Comunidad pondría en marcha los planes para reconvertir el Puerta de Hierro en un centro de media estancia con 240 camas. ¿A qué se debió ese cambio en el discurso del PP? La Comunidad de Madrid, según El País, prefirió reformar el hospital antes que pagar unos 75 millones de euros para devolver el edificio a su dueña, la Seguridad Social.
El renacer del Puerta de Hierro: 42 millones y 260 camas
Esta vez, en los presupuestos de 2018, sí que se habló el proyecto, aunque sin comprometer ningún gasto económico. El Gobierno regional ha superado ya casi todas las trabas administrativas. La posible presencia de aluminosis en el edificio (que luego se descartó) y las elecciones autonómicas del año pasado retrasaron la publicación del proyecto. Este primer trimestre, precisamente, estaba previsto el inicio de la licitación con la publicación del anuncio en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM). El Covid-19 ha paralizado, por ahora, la materialización de la eterna promesa.
El viejo edificio podría contar tras su rehabilitación con 240 camas de media y larga estancia, 20 de paliativos, pero ni un quirófano
La licitación de la redacción del proyecto se publicará, con seguridad, "antes del verano", avanza Alejo Miranda de Larra, director general de infraestructuras sanitarias de la región. El concurso tendrá un importe de 2.760.214,91 euros y el proceso será similar al seguido en el de la reforma del hospital La Paz. A la hora de valorar a las diferentes propuestas se priorizará las condiciones técnicas sobre la cuantía económica. Tras este concurso habrá otro para la ejecución de la obra, para la que se calcula una inversión de unos 42 millones.
"Es uno de los proyectos que más ilusión nos hace a la Consejería de Sanidad. Queremos devolverle [al antiguo Puerta de Hierro] la vitalidad e importancia que tuvo", afirma Miranda de Larra. El plan de la Comunidad es que el Puerta de Hierro se transforme en un centro de cuidados y rehabilitación, con unas 240 camas de media y larga estancia, otras 20 de paliativos y ni un quirófano. Un proyecto, según el director de infraetructuras, que trabajan con "cuidado" para que "salga perfecto".
Un principio del fin para el edificio destartalado de Puerta de Hierro. "Los vecinos —dice Carmen Torres, la dueña de la farmacia— están deseando que se haga algo para que desaparezca esta mugre de aquí y pueda volver a dar un poco de valor al barrio".
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