Tras dos meses de confinamiento en Esquerra son "muy críticos" con la aplicación del estado de alarma por parte del gobierno. Los republicanos no han caído en el discurso de Quim Torra y el núcleo duro de JxCat en el Govern, encabezado por Meritxell Budó y Miquel Buch, que señalan al Gobierno como responsable de la crítica situación sanitaria en Cataluña. Pero han dejado claro esta semana que no seguirán sosteniendo un estado de alarma que viven como una imposición, mientras la Generalitat ha vuelto al "redil" de la relación multilateral del Gobierno con las comunidades autónomas para tratar la crisis.
Esquerra está gestionando el peso de la pandemia en Cataluña desde la Conselleria de Salut que regenta Alba Vergés, una consellera que está consiguiendo una razonable aceptación pública pese al desastre de las cifras en Cataluña. Pero esa gestión se ve cada vez más puesta en cuestión por las directrices del Gobierno, casi siempre contrarias a lo propuesto por la Generalitat. El Govern se adelanta, con un plan de franjas horarias o de desconfinamiento con el que intenta marcar al Gobierno, y el Ministerio de Sanidad responde haciendo caso omiso e imponiendo su criterio, casi siempre contrario al de la Generalitat.
Un proceso tensionado desde Presidencia de la Generalitat, que ha acabado dinamitando la relación entre el Ministerio y la Conselleria. Sin olvidar que Esquerra se enfrentará a unas nuevas elecciones autonómicas en un plazo no demasiado largo, puesto que Torra no podrá seguir al frente del Govern cuando el Tribunal Supremo confirme su inhabilitación.
Primer aviso
La portavoz de ERC, Marta Vilalta, dio el primer toque de atención este lunes, cuando advirtió tras la reunión de la Ejecutiva del partido de que Esquerra no seguiría sosteniendo a Gobierno en el Congreso en estos términos. "Estamos lejos de trabajar por la colaboración, han aplicado la imposición" se lamentó refiriéndose a la gestión del Gobierno. "Solo hemos visto recentralización, abuso de poder, el ejemplo más flagrante es la centralización de la compra y distribución de material con los efectos nefastos que ha tenido".
Vilalta advirtió ya entonces de que Esquerra caminaba hacia el no en la próxima votación de ampliación del estado de alarma si el Gobierno no mostraba un talante más colaborativo con la Generalitat, por lo menos en materia de gestión sanitaria. "Reivindicamos el retorno de competencias" con la definición del desconfinamiento, "tenemos que pasar a un estado de alarma centrado en la capacidad de decisión desde la Generalitat, si no es así desde Esquerra no facilitaremos ninguna ampliación más del estado de alarma".
La ruptura
Aunque la ruptura, probablemente venía de antes. El viernes anterior, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, se reunía con los consejeros de sanidad para debatir por primera vez el plan de desconfinamiento. Tras la sesión, una Alba Vergés visiblemente molesta comparecía ante los medios para denunciar que "en vez de preguntar qué necesitamos para tomar mejores decisiones, en vez de establecer criterios, ayudar con estudios… lo único que se nos dice es que nos piden información rápida para poder crear un cuadro de desconfinamiento desde Madrid".
Hasta ese momento, pese a las diferencias, Vergés había mantenido aparentemente la buena conexión con Illa. Las quejas por las diferencias de gestión siempre iban precedidas del reconocimiento al diálogo establecido. Pero el clima de crítica frontal desde la presidencia de la Generalitat parece haber dinamitado finalmente esa relación.
El miércoles, en la sesión de control al Gobierno, Gabriel Rufián traducía ese malestar ante Pedro Sánchez. "Tras 47 días sin competencias, sin diálogo y sin coordinación, nos enteramos por una rueda de prensa de sus planes de desconfinamiento" denunció el portavoz republicano. Pero Rufián no se quedó ahí: esta vez añadió a la queja una advertencia nada velada sobre la estabilidad parlamentaria del Gobierno en minoría de PSOE y Podemos. "¿Cuanto les importa la legislatura?" le preguntó a la vicepresidenta cuarta, Maria Teresa Ribera.
Rufián insistió este jueves ante el ministro de Sanidad en el Congreso. "No tiene sentido ya el estado de alarma" como tampoco lo tiene a su juicio el "criterio provincial" impuesto por el Gobierno contra el criterio de prácticamente todos los gobiernos autonómicos. "No es por nacionalismo, es por pura eficiencia", defendió el republicano.
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