"Hoy ordeno a mi Gobierno suspender los fondos para la Organización Mundial de la Salud mientras reviso su conducta para determinar su papel y su grave mala gestión y el encubrimiento de la expansión del coronavirus", dijo el presidente estadounidense, Donald Trump, el pasado 14 de abril, en medio de la grave crisis generada por esta pandemia.
Esta decisión de Trump resulta especialmente preocupante, dado que la escisión sanitaria de Naciones Unidas se financia a través de lo que la OMS llama contribuciones señaladas, que "son las cuotas que los países pagan para ser miembros de la Organización". Tal y como informan en su página web, la cantidad que debe asumir cada Estado Miembro "se calcula en función de la riqueza y la población del país".
Según el documento de escala de contribuciones para 2018-2019, Estados Unidos aporta un 22%, mientras que países como España, China o Canadá se hacen cargo de un 2,44%, un 7,92% y un 2,92%, respectivamente, de las contribuciones señaladas.
No obstante, el presupuesto por programas de la OMS "se financia mediante una combinación de contribuciones señaladas y contribuciones voluntarias". Estas últimas proceden a su vez de Estados Miembros, pero también de otros asociados. "En los últimos años, las contribuciones voluntarias han representado más de tres cuartas partes de la financiación", explica la Organización.
"Como principal donante de la organización, Estados Unidos tiene el deber de insistir en una plena rendición de cuentas", dijo Trump, al asegurar que Washington aporta entre 400 y 500 millones de dólares anuales (364-455 millones de euros), mientras que China da unos 40 millones de dólares (36 millones de euros).
"Vacilar con la financiación de la OMS durante una crisis sanitaria mundial es tan peligroso como suena"
Bill Gates
Estados Unidos contribuyó con cerca de 900 millones de dólares en el presupuesto de 2018-2019, según recoge la agencia de noticias Associated Press, lo que supone algo más de una quinta parte del total de 4.400 millones de dólares con los que cuenta el presupuesto para ese bienio. En términos totales, EE.UU. figura como principal contribuyente (14,6%), como indica la OMS, mientras que la Fundación Bill y Melinda Gates es la segunda entidad que más dinero proporciona: un 9,7%.
El gobernante del país con más número de muertos a causa de esta pandemia, con más de 66.000 fallecidos, quiere dejar de contribuir económicamente con la organización que más tiempo y dinero invierte en mejorar la salud a nivel mundial. "Vacilar con la financiación de la OMS" en este momento, señaló Bill Gates, "es tan peligroso como suena".
La labor de la OMS durante esta crisis es "ralentizar la propagación del Covid-19 y, si este trabajo se paraliza, ninguna otra organización la podrá remplazar. El mundo necesita a la OMS ahora más que nunca", recalcó el fundador de Microsoft, que ya predijo hace cinco años en una charla TED que, "si algo puede matar a diez millones de personas en las próximas décadas, es probablemente un virus altamente infeccioso".
La asociación filantrópica que dirigen Bill (64 años) y Melinda Gates (55) respondió a la decisión de Trump anunciando que donaría 250 millones de dólares a la OMS para la lucha contra el Covid-19. Anteriormente, el matrimonio ya había destinado parte de su patrimonio para encontrar una vacuna que frenase esta enfermedad: han apoyado el proyecto de la Universidad de Oxford liderado por la inmunóloga Sarah Gilbert, que ha sido señalada por los Gates como la gran salvadora del planeta ante esta pandemia.
Además, Melinda y Bill Gates han afirmado que están escogiendo los mejores siete estudios de vacunas disponibles y están investigando para que se puedan producir. "Aunque terminaremos escogiendo dos de ellas como mucho, vamos a financiar la fabricación de las siete, y así no perder el tiempo diciendo qué vacuna funciona", ha asegurado el segundo hombre más rico del mundo en 2019, según la lista anual de la revista Forbes.
La investigadora de zoología y microbiología de origen italiano, Elisa Granato, se ha convertido en la primera persona que se ha sometido a la vacuna experimental de la Universidad de Oxford. "Soy científica y quería apoyar un proyecto científico. Personalmente, tengo cierto grado de confianza en esta vacuna", dijo ante las cámaras de la BBC. Si funciona, los Gates están dispuestos a financiar su producción, para que llegue a todos los países, especialmente a aquellos con menos recursos.
Nos escuchamos y nos respetamos el uno al otro"
Melinda Gates
Bill y Melinda Gates llevan mucho tiempo atendiendo las necesidades sanitarias en el planeta. En 1997, leyeron un artículo de Nicholas Kristof en el New York Times que cambió el rumbo de sus vidas: Para el Tercer Mundo, el agua sigue siendo una bebida mortal, se titulaba. El periodista explicaba que la mala calidad del agua y el saneamiento deficiente representaban riesgos para la salud de la población de estos territorios. Alrededor de 3,1 millones de personas morían por diarrea.
"Lo que hizo este artículo es hacernos pensar sobre la salud a nivel mundial y qué podíamos hacer", señala Melinda en la miniserie documental de Netflix Inside Bill's Brain: Decoding Bill Gates. En ese momento, fueron conscientes de que en el planeta morían -y siguen muriendo- cada año millones de niños por enfermedades que no existían en Estados Unidos desde hacía décadas o que se controlaban fácilmente a través de medicamentos. "Eso hace que te preguntes: ¿el mundo está usando la increíble cantidad de recursos que tiene para evitar estas cosas?", dice Bill para Netflix.
Impulsaron entonces la Fundación Bill y Melinda Gates -que fue galardonada con el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 2006- para paliar desigualdades en países en vías de desarrollo. Han lanzado proyectos para erradicar la malaria, la tuberculosis y el sida. Ese mismo año, 1997, Bill realizó su primer viaje a la India para repartir vacunas orales contra la polio a niños sin recursos.
Sin embargo, la labor humanitaria de este matrimonio se ha centrado esencialmente en África. En 2008, Bill Gates abandonó Microsoft para centrarse en la labor filantrópica que llevaba desempeñando desde hacía más de una década junto a su mujer. Llevaban tiempo trabajando en una de las mayores emergencias del continente, como es la mejora de los sistemas sanitarios.
La creencia de que el mundo está empeorando y de que no podemos hacer nada para erradicar la pobreza extrema y las enfermedades es no sólo errónea, sino también dañina, pues puede paralizar el progreso"
Bill y Melinda Gates
En noviembre de 2018, la Fundación Gates financió la creación de un retrete que funcionaba sin agua que no estaba conectado a ningún sistema de alcantarillado y que era capaz de transformar los desechos humanos en fertilizantes. "El inodoro no ha cambiado en más de un siglo, pero una nueva tecnología aplicada a su fabricación podría ayudar a salvar millones de vidas", advirtió el fundador de Microsoft en la feria anual de sanitarios de Pekín en la que se presentó el prototipo.
Para escenificar el problema que pueden generar los excrementos en lugares con malos sistemas de Wash (Agua, Saneamiento e Higiene, por sus siglas en inglés), Bill Gates mostró un tarro de cristal con heces humanas y aseguró que podía "contener hasta 200 trillones de células del rotavirus, 20 billones de bacterias Shingella y 100.000 huevos de lombrices parásitas". El matrimonio invirtió más de 200 millones de dólares desde 2011 en este proyecto.
Asimismo, la poliomielitis lleva años en el punto de mira de los Gates, dado que llegaron a la conclusión de que los afectados por esta enfermedad no podían formar parte de la sociedad en los países con menos recursos. El documental de Netflix refleja la obsesión de Bill por ver la polio erradicada y explica que, con los proyectos llevados a cabo por la fundación, los muertos por este trastorno en Nigeria descendieron desde los 798 en el año 2008 a los 21 registrados en 2010.
"La creencia de que el mundo está empeorando y de que no podemos hacer nada para erradicar la pobreza extrema y las enfermedades es no sólo errónea, sino también dañina, pues puede paralizar el progreso", señalaban Bill y Melinda Gates en la carta anual de su fundación de 2014.
Los detractores de los Gates acusan al matrimonio de monopolizar la ayuda humanitaria y de utilizar las donaciones a la OMS como arma para intervenir en la agencia de la organización, con el objetivo de dar mayor importancia al tratamiento de enfermedades para las que ellos impulsan proyectos desde su fundación.
Bill y Melinda han expresado en público en repetidas ocasiones su opinión acerca del empoderamiento de la mujer, la repartición de la riqueza y el daño que está haciendo Donald Trump, según afirman, a Estados Unidos. Los Gates invirtieron una alta cantidad de dinero en desarrollar un sistema barato y seguro para generar energía nuclear y, en 2015, llegaron a un acuerdo con China para llevarlo a cabo en ese país. Cuando Trump llegó a la Presidencia en 2016, el proyecto se vio truncado por la guerra comercial que se declararon ambas potencias.
Una unión igualitaria
Melinda se graduó en Informática y Economía en la Universidad de Duke y, tras acabar un máster, entró a Microsoft. Tenía sólo 22 años y era la más joven y la única mujer en el grupo de seis personas que entraron al gigante del software a la vez que ella. Cuando llevaba poco tiempo en la empresa, "fui a la cena de la feria comercial para la gente de Microsoft. Llegué tarde porque tenía que cruzar la ciudad, y quedaban dos sillas libres. Me senté en la penúltima silla libre. Bill vino y se sentó en la última", relataba Melinda al recordar cómo se conocieron su marido y ella.
Bill Gates y Melinda French se casaron en 1994. Él no tenía claro si debía casarse con ella, por temor a no ser capaz de "lograr el equilibrio entre trabajo y vida familiar". Cuando nació la primera de sus tres hijos, Jennifer Katharine, en 1996, Miranda se sintió muy sola, según explicó en su libro No hay vuelta atrás: el poder de las mujeres para cambiar el mundo (Editorial Conecta), por lo que adaptó las dinámicas necesarias para construir un matrimonio cimentado en la igualdad. "Nos escuchamos y nos respetamos el uno al otro", remarcó Melinda en la miniserie documental, no sólo en casa, sino también en la fundación.
"Se parece mucho a mí en cuanto a que es optimista y se interesa por la ciencia. Ella es mejor que yo con la gente, aunque es un poco peor que yo en cuanto a conocimientos de inmunilogía", evidencia el multimillonario. Bill puede leer 150 páginas cada hora y retiene el 90% del contenido, y ese ansia por aprender es lo que le lleva a saber mucho de una gran cantidad de temas, entre ellos, sanidad, energía y cambio climático, y es capaz de aportar un enfoque en el que nadie antes había pensado para posteriormente trasladarlo a las iniciativas de la Fundacion Gates.
El matrimonio de los Gates se encuentra apoyado por un equilibrio entre lo que aporta Melinda y lo que da Bill. "Siempre he tenido a alguien que es una persona clave, alguien que se preocupa tanto como yo, pero que aporta otro tipo de capacidades. En el caso de Melinda, es una compañera en condiciones de igualdad", afirma Bill en el documental.
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