"Las fake news no hay que usarlas, hay que combatirlas. En la vida me han gustado este tipo de proyectos sean más o menos afines a mi ideología". Quien llegara a ser senador, diputado autonómico en la Asamblea madrileña y líder de Podemos en la región, Ramón Espinar (Madrid, 1986) habla así del proyecto periodístico vinculado a Podemos, La última hora. El día que se conoció que Dina Bouselham dejaba todos sus cargos en la formación morada para dirigirlo, el dimisionario Espinar escribió, vía Twitter, que "siempre fue un debate vivo si para combatir el mal hay que usarlo" y concluía, "qué pena da todo".
Espinar decidió el 25 de enero del año pasado dejar todos sus cargos orgánicos y electos y abandonar la política. Desde entonces ha ido dosificando sus apariciones públicas, algunas muy críticas con su antiguo partido, al que sigue votando, confiesa. Recuerda que se fue porque "no quería verme dirigiendo un proyecto que no me creía" y opina que Podemos "ha perdido riqueza y pluralidad" y aunque "mantiene muy vivos los elementos de justicia social y redistribución de la riqueza" menos "los que tienen que ver con la regeneración de la vida política".
Pregunta.- Escribió esta semana “siempre fue un debate vivo si para combatir el mal hay que usarlo. Qué pena da todo”
Respuesta. – Han proliferado una serie de medios de comunicación que se dedican a una cosa que no es el periodismo, sino a buscar de entre la realidad qué es lo que puede reportarle beneficios a un determinado grupo político o empresarial y tratar de retorcer los hechos. Internet lo mezcla todo y hay mucha gente que intenta sacar tajada. Ante ese fenómeno tan cacareado de la posverdad, la peor actitud posible es pensar '¿qué interesante esto de la posverdad, cómo se usa?' Yo creo que las fake news no hay que usarlas, hay que combatirlas. En la vida me ha gustado este tipo de proyectos, sean más o menos afines a mi ideología.
No creo que nadie con dos dedos de frente use las fake news para combatirlas"
P. -¿Por qué cree que Podemos necesita un medio de comunicación propio?
R. – Nadie necesita eso. Puedo entender qué tipo de reflexión hay detrás de montar una cosa así. Podemos ha sido víctima desde que nació de campañas de intoxicación y fake news, pero tomar la decisión de usarlas para combatirlas no me parece una buena idea ni creo que a nadie con dos dedos de frente.
P. -¿Puede ser producto de una temida debilidad electoral?
R. -Soy incapaz ahora mismo de saber cómo se va a comportar España electoralmente en el próximo ciclo. Lo que estamos viviendo es un reseteo social y político, incluso de nuestra forma de vida. Las consecuencias electorales de la realidad que estamos viviendo son difíciles de medir. Yo creo que es un mala decisión independientemente del contexto. Hacer una cosa que está mal nunca se justifica por el contexto.
P. -¿Qué balance hace del Gobierno de coalición?
R. -Es el mejor posible ahora mismo. No existe una alternativa mejor al gobierno que hay. Se ha encontrado con una situación absolutamente endiablada. Creo que dentro de inexperiencia de cualquiera para abordar una cosa así la gestión sanitaria ha sido buena y de la económica ya veremos los resultados. Cualquier país debe comportarse ahora como la selección argentina en los partidos del Mundial.
Ha habido en el Gobierno alguna patada en la espinilla, pero por debajo de la mesa"
P. -¿Y eso significa…?
R. -Vamos a jugar el partido todos juntos hasta el final y, cuando termine , ya hablaremos en el vestuario de qué ha funcionado y qué no. Pero no se discute mientras el partido está en marcha porque lo que nos estamos jugando es la viabilidad económica del país, pero sobre todo miles de vidas. Por eso este es un momento para arrimar el hombro, para apoyar, para confiar. Creo que el Gobierno lo ha hecho razonablemente bien, identifico algunos errores, pero no es el momento. Ya llegará cuando pase todo esto. Y eso lo han identificado desde distintas posiciones ideológicas, incluso desde la derecha.
P. -Dice que no es el momento de discutir, pero hemos asistido a enfrentamientos notorios en el propio Ejecutivo de coalición.
R. -Ha habido alguna patada en la espinilla, pero por debajo de la mesa.
P. -¿De quién a quién?
R. -Pues alguna filtración… lo típico que sucede en un gobierno de estas características cuando se quiere capitalizar una medida concreta, pero no me parece nada grave.
P. -¿Cree que los socios están actuando con lealtad?
R. -Se supone que sí… no estoy ahí.
No puedes saber ahora si las medidas económicas que se están tomando son acertadas o no"
P. -¿Quién está rentabilizando las medidas sociales?
R. – No es el momento de echar este tipo de cuentas. El Gobierno debería tener muy claro una cosa: su destino político está inevitablemente ligado al destino del país. Pero creo que es muy pronto para tener nada más que intuiciones sobre cómo se está gestionando la parte económica. No puedes saber ahora si las medidas económicas que se están tomando son acertadas o no porque no hay precedentes con los que comparar. Ahora, hay enfoques que son muy acertados.
P. -¿Qué opina de la gestión de Pablo Iglesias? ¿Cómo le ve? No sé si mantienen relación
R. -No, la verdad. Hay algunas medidas en las que Pablo ha tenido una influencia muy grande, sobre todo en lo que tiene que ver con el paquete social. Sabiendo cómo se suele portar el PSOE y cómo se porta Podemos, uno deduce que Podemos ha tenido un papel muy relevante en algunas de las medidas sociales que se han adoptado. Se han hecho cosas que han estado muy bien antes del coronavirus, pero la pandemia ha reseteado la vida política y a este gobierno se le va a juzgar por cómo gestione esta situación.
Podemos está inserto en un juego de equilibrios políticos con menos ambición de país que antes"
P.- ¿Qué queda del partido que ayudó a fundar?
R. -No soy fundador de Podemos de la primerísima hora. Llegué dos meses después. ¿Qué queda? Todo lo que tiene que ver con la ideología de izquierda pero no buena parte del impulso regenerador del 15-M. Podemos era una formación política que ahora son tres, por lo tanto ha perdido riqueza y pluralidad. Y en el discurso y en la acción de gobierno se mantienen vivos los elementos de justicia social y redistribución de la riqueza y menos los aspectos que tienen que ver con la regeneración de la vida política y una segunda transición hacia la refundación del país. Podemos está inserto en un juego de equilibrios políticos con menos ambición de país que antes, pero lo pienso seguir votando.
P. -¿Mantiene contactos con algunos de sus antiguos compañeros?
R. -Mantengo contacto con muchos y con otros muchos no, como todo en la vida.
P. -¿Se ha planteado en algún momento volver a la política?
R. -Ahora mismo estoy lejos de eso.
P. -Usted estuvo inmerso en polémicas como el piso de protección oficial o el consumo de Coca-cola. ¿Qué errores cometió y qué no debiera haber hecho en su momento o debiera haber hecho antes?
R.- Los errores que me achaco no coinciden con los momentos álgidos de crítica de algunos medios de comunicación. Me achaco otros. Haber sido dirigente de un partido muy débil en lo estructural e incapaz de ser más fuertes y tener más implantación. El mayor error fue que en Madrid se nos rompió el partido con la entonces alcaldesa, Manuela Carmena, y eso devolvió el Ayuntamiento al PP. Fue un desastre. No tuve una parte protagónica en la pelea, pero sí me reprocho no haber sido capaz de intervenir antes o mejor. El pesar que me queda es ese.
En la crisis de Madrid nos sentimos traicionados todos en lo personal"
P. -¿Quién traicionó a quién?
R. -Ahí nos sentimos traicionados todos en lo personal, pero uno no se dedica a la política para sentirse traicionado o querido, sino para gestionar un estado de cosas y, a veces, se tiene que tragar si se siente herido por un bien mayor que es un proyecto colectivo. Lo relevante es por qué se rompió una cosa que no se debiera haber roto.
P. -Lo cierto es que usted tomó una decisión categórica. Lo dejó todo.
R. -Es que hay una cosa en la vida política que hay que tener muy claro. Cuando te eligen para dirigir un proyecto y no te crees el rumbo, no puedes seguir ahí ni un día más. Porque el día que decides seguir en los cargos, que alimentan mucho el ego, te conviertes en un cínico y no yo no quería que me sucediera. No quería verme dirigiendo un proyecto que no me creía. Lo que tenía que hacer era marcharme.
P. -¿Cuál era el cambio de rumbo?
P. -La ruptura del partido. Y se decidió profundizar en la ruptura. Yo no creo que más vale solo que mal acompañado. El proyecto en el que participaba se rompió. Nació como un proyecto con un hiperliderazgo brutal, siempre muy vinculado a la imagen del líder y eso al principio no fue un error, pero tendría que haber ido evolucionando hacia una organización más fuerte que contrapesara el liderazgo y no fue así. Es humano que quien tiene todo el poder, quien tiene la atribución de tomar todas las decisiones, se resista cuando llega el momento de ir cediéndolo. Con la vicepresidencia de Pablo puede dar la sensación de que se han cumplido todos los objetivos y, sin embargo, Podemos va de retroceso electoral en retroceso electoral y ha entrado en el Gobierno con un peso muy relativo. Los objetivos se cumplen cuando se mejoran las condiciones de vida de tu país, no cuando se ostentan representaciones institucionales más altas. Hay una frase de Pepe Múgica que dice que la política se ha entretenido peleándose por el gobierno y olvidado de disputar el poder.
El talante de Almeida ha sido mejor que el de Ayuso y también mejor que el de otros muchos políticos"
P. -¿Qué opina de la gestión de Isabel Díaz Ayuso ante la crisis de Covid-19?
R. -Lo mismo que es de aplicación para el Ejecutivo de la nación lo es para los autonómicos y locales. Se está jugando el partido. Aquí llevamos todos la misma camiseta y ya hablaremos en el vestuario. Pero sí hay una cuestión en particular que no es producto de la pandemia, sino que el impacto de la pandemia ha sido producto de una mala gestión, que es la de las residencias de mayores. En la anterior legislatura fue un caballo de batalla de toda la oposición, en especial de Podemos. La gestión ha sido impresentable y el resultado es escalofriante.
P. -Ha contrapuesto usted el talante del alcalde con el de la presidenta de Madrid.
R. -El talante de Almeida ha sido mejor que el de Ayuso y también mejor que el de otros muchos políticos. Ha tenido una actitud francamente constructiva, eso hay que reconocérselo, de ponerse la camiseta del equipo en el que estamos ahora. No es PSOE, no es Podemos, no es PP, es una sociedad que tiene que salir adelante en unas condiciones muy complicadas. Tanto Díaz Ayuso como Almeida han hecho cosas que no me gustan, pero el momento de decirlas es después.
P. -¿Es partidario de ampliar el estado de alarma?
R. -El estado de alarma son muchas cosas, no sólo confinamiento o cuarentena, sino la capacidad del gobierno de tener el control sobre las fronteras, la distribución de algunas mercancías, una política de prioridad industrial para determinados productos como mascarillas… eso se tiene que mantener. La situación sigue siendo excepcional. No ha pasado la pandemia. Podemos estar viviendo la sensación de que esto está mejor, pero en los últimos días ha habido algunos repuntes. Y es probable que vuelva a haber confinamiento como ha pasado en otros sitios del mundo.
P. -Pero sale a pasear con su hijo en las horas permitidas.
R. -Sí. Y he vuelto a coger la bicicleta, que no me lo podía creer. El primer día me fui al centro de Madrid y se me caían las lágrimas.
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