Empezó en la calle Núñez de Balboa de Madrid y se ha extendido por toda España. Una marea de indignados ha vuelto a tomar las calles del país y en sus horas de paseo aprovecha para protestar. No hay asambleas, no hay aplausos silenciosos; hay cacerolas, muchas banderas y los gritos de libertad y Gobierno dimisión. ¿Hasta dónde llegarán estos paseos de protesta? ¿Cuánto daño hacen al Gobierno de Pedro Sánchez? ¿Son estos paseantes un nuevo 15-M? Hemos preguntado a sociólogos y politólogos para dar con las respuestas a las cuestiones que pone a debate la movilización social que viven de nuevo las calles.
Ernesto Ganuza, investigador del Instituto de Estudios Sociales Avanzados del CSIC y experto en movimientos sociales, considera que es muy prematuro conocer el recorrido de este movimiento porque falta investigación. “Estoy sorprendido por cómo estaban, al principio, tan localizados en los barrios ricos”. Considera que detrás está Vox moviendo los hilos. Lo compara con los movimientos radicales de ultraderecha de toda Europa, que han conseguido cruzar el umbral para salir a la calle. “Eso tiene una cosa muy positiva y es que los movimientos sociales son de todos, cualquiera puede hacer presión social en la calle, es parte de nuestra libertad”.
Pese a la falta de estudios sobre el fenómeno, dado el poco tiempo que lleva, se aventura a dar una opinión. “Personalmente creo que no van a tener mucho recorrido, porque una de las cosas esenciales para la movilización es el sentimiento de justicia o de privación. Lo que ocurre en la calle Núñez de Balboa es que el sentimiento de privación es muy diferente a lo que estamos acostumbrados a entender por privación. En este sentido, la movilización estaría muy circunscrita al estado de alarma”. Para Ganuza el principal interés de este colectivo es que se vuelva a abrir el país y se retome la actividad.
El papel de Vox ha sido clave, según este científico social: “Para la protesta es fundamental la existencia de Vox, es quien ha puesto el discurso. Estas protestas dan aire a Vox porque este partido se presentó con una forma diferente: provida, religión, anti género.. y esta situación es un salto importante, porque es un paso a algo medular en la política que es la política económica”. Según este sociólogo, “Vox ha introducido muy bien, en el debate político, el marco de la libertad. Lo hacen tan bien como lo hizo Podemos en su día. Es un caladero que les ha permitido hilar un discurso de protesta”.
Un sector de la derecha ha descubierto las malas artes que han venido practicando Podemos y los independentistas
José Ignacio Torreblanca
Para el politólogo José Ignacio Torreblanca estos movimientos “tienen el impulso de Vox pero no su representación y eso pasaba en el 15M, que tenía varios impulsores”. Según Torreblanca “un sector de la derecha ha descubierto las malas artes que han venido practicando Podemos y los independentistas: La degradación de la protesta, del espacio cívico y de la autoridad, que hemos visto en Podemos y en los independentistas estos años”. Según este politólogo el Estado no fue muy listo en hacer valer la importancia de las formas y “la gente se ha atribuido estos métodos de los escraches, las manifestaciones sin permiso y hacen un poco lo que les da la gana, cortan la calle...". "Ahora la derecha se ha hecho bastante punk. Así que es curioso que un sector de la derecha, que en teoría es de orden, y educada en el respeto a la autoridad y la ley, se ha hecho el camino de la izquierda y los nacionalistas. La gente está indignada y ha visto que el cauce puede ser amorfo”, afirma.
Un camino, que recorrido por la derecha, puede ser visto con buenos ojos desde Moncloa. “Históricamente la derecha es cuantitativamente menor, en el país hay más centro izquierda, a lo que se añaden las formaciones nacionalistas. La derecha solo ha gobernado cuando ha estado unida entera, y necesita que la izquierda esté desmovilizada. Ahora tiene dos marcas, o dos marcas y media, y la izquierda no está desmovilizada porque Unidas Podemos está aguantando el tirón”, asegura Torreblanca. “Para que la izquierda templada de las clases medias se desmovilice por enfado con el PSOE, tienen que tener delante a un PP al que no le tengan miedo, que sea centrado y con perfil ideológico bajo”.
El sociólogo Narciso Michavila, presidente de GAD3, considera que “los manuales tradicionales no sirven para interpretar las manifestaciones, porque no hemos vivido antes una megacrisis como esta”. Para Michavila, Iván Redondo practica en Moncloa una estrategia polarizante a la que le viene muy bien Vox. “Pero si piensan que han ganado porque ya lo han vivido con la foto de Colón, estaríamos, de nuevo, en el cortoplacismo tacticista de Moncloa, en el que nunca fueron capaces de ver más allá de dos semanas. El problema de este Gobierno, del que viene y del siguiente va a ser la economía”, asegura.
Torreblanca también pone sobre el análisis la excepcionalidad de la situación. “Lo que sabíamos en el pasado incita a pensar que las movilizaciones de la derecha refuerzan al PSOE, pero este país está tan fracturado que no sabemos si todo eso que sabíamos del pasado ahora funciona. Pero está claro que Vox a un votante de izquierda le recuerda el coste de abstenerse. Por eso se juega siempre con esa idea de que el PSOE e Iván Redondo siempre están construyendo ese rival, porque es una válvula de seguridad de sus propios errores”, afirma. “Un Vox fuerte le hace un doble servicio magnífico, le divide el voto de la derecha, que sabemos que en las circunscripciones pequeñas te fastidia los escaños, y encima hace que tus votos se fidelicen”, añade el politólogo.
Ernesto Ganuza también considera que estas manifestaciones movilizan al voto de la izquierda. “Esto era la máxima de Aznar y Rajoy, no levantar la voz para no movilizar a la izquierda en todos los sentidos, cuanto más se vea que Vox tiene posibilidades de alcanzar poder, la gente se va a poner la pinza en la nariz y votarán a Pedro Sánchez. Lo que hace una foto de Colón o las protestas de Núñez de Balboa es que la apatía de algunos votantes de izquierda desaparezca y vote. Siempre se dice que si vota toda la izquierda, la izquierda gana. Bueno, a lo mejor algún día eso cambia”, defiende el sociólogo.
Ignacio Urquizu, profesor de Sociología y alcalde de Alcañiz (Teruel) por el PSOE, conoce muy bien al electorado de su partido y considera que si el electorado del PSOE cree que estas movilizaciones son partidistas, "podrían tener un efecto rebote, pero si se ven más como un movimiento social no se produciría tal efecto. Si empieza a verse detrás a partidos como Vox, sí se va a producir una reacción”. Según Urquizu, Moncloa lo tiene claro, “seguramente el Gobierno señalará que la motivación detrás de la movilizaciones es partidista, para que reaccionen”.
Si no fuera porque el virus está suelto, asistiríamos a las manifestaciones más grandes de la historia
Narciso Michavila
Urquizu aporta, además, la mirada de la España interior que ve como la movilización parte de Madrid y se extiende por otras ciudades de España. “De momento no ha llegado a la España interior, donde además el grado de descontento por la crisis sanitaria no es ni mucho menos igual, porque no ha tenido la misma incidencia. Si esto no se produce sería una diferencia importante frente al 15M, que hasta en el pueblo más pequeño terminó teniendo su pequeña asamblea”, asegura.
En este sentido Narciso Michavila tiene claro que el hartazgo de la gente es tan grande que “si no fuera porque el virus está suelto, asistiríamos a las manifestaciones más grandes de la historia”, especialmente en Madrid que “es una olla a presión”. Según este sociólogo “la tensión social seguirá hasta que haya unas elecciones. Tras, el 15M hubo unas locales en las que arrasó el Partido Popular, y se apaciguó la situación”.
El problema que ven todos los expertos consultados es que el Congreso, a día de hoy, pese a la pandemia no cambiaría demasiado su configuración. Será la crisis económica la que ponga las cosas en otro sitio, o no.
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