Las protestas por la gestión de la crisis generada por el coronavirus no se han quedado aisladas dentro de nuestras fronteras, sino que han estallado en multitud de países, aunque con diferentes proclamas y entre distintos sectores de población. Algunas guardan similitudes con las manifestaciones que comenzaron hace casi dos semanas en la madrileña calle Núñez de Balboa y que ahora se han extendido por otros barrios de la capital y han llegado a ciudades como Zaragoza, Sevilla o Logroño.
Además, "la pandemia ha jugado un papel importante para detener muchos de los movimientos sociales que vimos crecer en 2019", señala Sam Jones, gerente de Comunicaciones de ACLED (Armed Conflict Location and Event Data). "A medida que estas restricciones comienzan a levantarse, vemos que algunos de estos movimientos regresan, y a veces aumentan, como resultado de nuevas problemáticas o por aspectos relacionados con la respuesta a al Covid-19", indica Jones, que afirma que esta crisis "ha servido para exacerbar aún más las quejas existentes entre las poblaciones afectadas".
Aparte de las protestas impulsadas por los trabajadores sanitarios por la falta de apoyo y equipamiento, como la que se vio en el hospital Saint-Pierre de Bruselas, donde los profesionales dieron la espalda a la primera ministra de Bélgica, Sophie Wilmès, a su llegada a las instalaciones médicas como símbolo de rechazo a su gestión, ACLED refleja que las manifestaciones se han originado por motivos económicos y en contra de las medidas tomadas por los diferentes gobiernos.
Desde esta organización aseguran que "no existe una tendencia clara de grupos de derecha o extrema derecha que lideren estos movimientos", aunque este aspecto sí que puede aparecer "en ciertos países, por ejemplo, en Estados Unidos, donde vemos manifestantes de derecha fuertemente armados que exigen que los Estados reabran".
Las concentraciones que germinaron en el barrio Salamanca se asocian a la población que apoya a los partidos o líderes tipo TAN (Tradicional, Autoritario y/o Nacionalistas, por sus siglas en inglés), señala para El Independiente Tarek Jaziri, coordinador de Polikracia, como puede ocurrir con las que se han organizado en Brasil, donde el propio presidente del país, Jair Bolsonaro, ha participado y alentado las manifestaciones en contra las autoridades locales. Brasilia, Sao Paulo, Río de Janeiro, Salvador, Recife, Natal y Porto Alegre se convirtieron en los escenarios de estas movilizaciones a favor del Gobierno federal y del mandatario ultraderechista.
Algo parecido ha ocurrido en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha insuflado los ánimos de los pequeños grupos que llevan un mes protestando en los estados gobernados por el Partido Demócrata, en un año en el que en este país comparten protagonismo el Covid-19 y las elecciones del mes de noviembre.
Estos pequeños grupos desafían las medidas de confinamiento decretadas para frenar el avance del coronavirus en algunas zonas del país para así presionar a los gobernadores y que pongan fin a las restricciones que paralizan la economía. Trump ha auspiciado la llamada a "liberar" estados como Wisconsin, Michigan, Virginia, Maryland y Pensilvania de las medidas de confinamiento.
Las protestas de quienes apoyan a los líderes y formaciones TAN "priorizan la libertad individual sobre otras cuestiones", dice Jaziri. El politólogo y sociólogo va más allá y señala que puede haber proclamas "relacionadas con la confianza hacia la ciencia y los expertos".
A estas convocatorias se han unido personas o grupos con perfiles "ligados a lógicas nacionalpopulistas, como ha ocurrido también en Alemania, y que a menudo tienen vínculos con discursos supremacistas y antivacunas", afirma Fernando Arancón, director de El Orden Mundial (EOM), que añade que "estas cuestiones han tenido su predicamento en los últimos años, pero son bastante marginales".
Unas 10.000 de personas salieron a las calles de Berlín, Múnich, Frákfurt y Stuttgart hace dos semanas, burlando la prohibición del Gobierno de realizar protestas con más de 50 personas como medida para contener la propagación del coronavirus. Los manifestantes, entre los que había -de nuevo- antivacunas, acusaron a "los políticos y a los médicos de sucumbir al pánico y restringir los derechos fundamentales de la población", según informaba ABC.
En Alemania y España están organizadas por los partidos situados más a la derecha, ya que sus rivales directos, como son la CDU y el PP, respectivamente, están subiendo en las encuestas"
Tarek Jaziri (Polikracia)
Volvieron a salir el fin de semana pasado, y en estas marchas cohabitaron seguidores de la ultraderecha, radicales de ultraizquierda, detractores de las vacunas, colectivos antisistema, adeptos a teorías conspirativas y ciudadanos que no se acogían a ninguna de las anteriores etiquetas. "En el caso de Alemania, se observa que hay una amalgama de extrema derecha, extrema izquierda, conspiranoicos y antivacunas, algo que se repite en el caso de Reino Unido, sobre todo en las dos últimas etiquetas", destaca Jaziri.
"Protestan porque alegan que los gobiernos les quieren mantener en casa, que hay una connivencia entre políticos y sanitarios. Es un discurso que a menudo es conspiranoico, y es un poco lo que hemos visto en las protestas del barrio Salamanca", indica el director de EOM.
"En Alemania y España se intuye que están más organizadas por los partidos situados más a la derecha, ya que sus rivales directos, como son la CDU y el PP, respectivamente, están subiendo en las encuestas e intentan captar de esta forma la atención de los medios", analiza el politólogo y sociólogo de Polikracia. Recuerda además que "en pocas ocasiones unas protestas o manifestaciones han llevado a la caída de un gobierno en Europa; de eso se suelen encargar las urnas. Ahora bien, será interesante observar qué ocurrirá en otoño, porque se avecina caliente".
En Francia, donde el confinamiento decretado por el Gobierno llevó a una tregua forzada entre el Ejecutivo y los chalecos amarillos tras casi dos años de actividad, los manifestantes se han vuelto a organizar y tomaron las calles galas la semana pasada. Unas 400 personas se aglutinaron en la estación parisina de Montparnasse, otras 350 en Montpellier y 300 en Lyon, aunque también se movilizaron pequeños grupos en Toulouse, Nantes y Burdeos.
"Habrá sanción para todas las reuniones de más de 10 personas", avisó el ministro de Interior francés, Christophe Castaner, que aseguró que "no es necesariamente el momento" de manifestarse, ya que estas concentraciones podían "obstaculizar" la reapertura de los pequeños negocios. "En este período es cuando debemos acompañar la recuperación económica y la libertad para nuestros conciudadanos", señaló.
Los chalecos amarillos han vuelto porque pueden medrar bien en la inestabilidad, pero quienes avivan las protestas en Francia son los barrios humildes"
Fernando Arancón (EOM)
En la comunidad local de Saint-Nazaire, unas 130 personas, entre ellos chalecos amarillos y figuras asociadas a movimientos de extrema izquierda de Nantes, según informaba Le Figaro, se reunieron el sábado pasado y casi la mitad fueron multados por incumplimiento de la prohibición de organizar protestas. "¡Se está preparando la segunda ola de chalecos amarillos!", dijo en tono burlón uno de los manifestantes al diario francés.
Los chalecos amarillos han vuelto a tomar las calles "porque pueden medrar bien en la inestabilidad, pero quienes avivan las protestas en Francia en este momento son aquellos que viven en la periferia de las ciudades, en los barrios humildes", asegura Fernando Arancón.
Las movilizaciones tienen dos tipos de desencadenantes, como explica Arancón. Por un lado, surgen concentraciones motivadas por razones políticas, como las de Alemania, Brasil o Estados Unidos, por ejemplo, pero la necesidad de reactivar la economía ha provocado que surjan protestas en los barrios periféricos de Francia, como los departamentos de Altos del Sena y Sena-Saint Denis, en el oeste y noreste de París, y en América Latina, "donde ha habido algunos conatos que serán más frecuentes cuanto más avance el confinamiento", afirma Arancón.
El coordinador de Polikracia retoma la escisión GAL-TAN para explicar que los que apoyan a partidos tipo GAL (Verdes, Atlernativos y/o Libertarios, por sus siglas en inglés) se suelen manifestar por el "interés general", en asuntos como "el medio ambiente o la desigualdad".
Países como Chile y Colombia han retomado las protestas que iniciaron el año pasado, cuando América Latina se convirtió en un peligroso hervidero. "Para mucha gente quedarse en casa es más inseguro que salir", asevera Arancón, que relata cómo en países con economías más inestables resulta imposible aplicar el confinamiento para frenar la expansión del Covid-19.
En América Latina vienen de un año muy caliente y allí las lógicas económicas y políticas son muy frágiles"
Fernando Arancón (EOM)
En el caso de Francia, se han unido a las movilizaciones "inmigrantes y terceras generaciones inmigrantes, y hay que tener mucho cuidado porque son los perfiles que en los últimos años se radicalizaron en favor del yihadismo», asegura Arancón. "Son perfiles que no mantienen una buena adaptación en sus sociedades y, si a eso se le une el desempleo, la falta de ayudas económicas y los cantos de sirena que llegan desde partidos extremistas y formaciones yihadistas que radicalizan a través de las redes sociales, al final tienes un combo de gente que acaba en unas derivadas bastante peligrosas", refleja.
"La mayoría de las personas en un país con una economía desarrollada, avanzada, tiene un espacio más o menos seguro donde teletrabajar y tiene unos ahorros con los que puede aguantar un tiempo, por lo que el coste de salir a la calle tiene un precio mucho mayor que el de estar en casa", dice el director de EOM. "No hay ningún aliciente para salir a la calle" en estos casos.
Sin embargo, en los países latinoamericanos el contexto cambia. Gran parte de la población "vive al día y necesita salir a la calle para poder trabajar, seguir ganándose la vida y seguir comiendo". Estas personas tienen "el peligro dentro de casa", ya que no cuentan con ahorros suficientes ni ayudas que les permitan quedarse encerrados dos o tres meses.
"En América Latina esto es muy peligroso", según este analista, porque "vienen de un año muy caliente y allí las lógicas económicas y políticas son muy frágiles", por lo que estas manifestaciones podrían crecer e incluso llegar a tener consecuencias políticas. "Es una zona extremadamente desigual, hay una bolsa de pobreza absolutamente gigantesca, la corrupción es alta, la desafección política es elevadísima… tiene todos los componentes" para dar lugar a una crisis social.
"Hay un cúmulo de variables que pueden provocar ruina, una mayor mortalidad [por la pandemia] y un mayor número de contagios. En las favelas, en estos barrios de la periferia que son lugares absolutamente masificados, con infraviviendas, la distancia de un metro y medio o dos metros es una utopía que no se va a cumplir en ningún caso", señala Arancón.
En Europa, "lo más probable es que las protestas de tipo político se queden un poco relegadas al plano minoritario y lo normal, lo esperable, es que las de tipo económico vayan creciendo a medida que la crisis vaya arreciando, la gente se quede sin ahorros y empiece a perder el trabajo", indica el director de EOM.
Ahora no lo estamos viendo tanto, pero va a haber protestas de los más afectados económicamente, de los más pobres"
Tarek Jaziri (Polikracia)
Según este analista, "la situación es muy propicia" para que, una vez pasada la crisis sanitaria, ganen poder "los partidos populistas". "Cuando los casos bajen y el Covid-19 esté más o menos controlado, independientemente de si hay un rebrote, el gran tema a gestionar será que los países europeos están decreciendo a un 6, un 7, un 8%, y eso sólo pasa cuando hay una guerra. Si no consiguen resurgir con fuerza, se van a ver con más desigualdad, pobreza, con mucha gente que se queda atrás y con más desempleo", dice.
"Eso ya lo vimos con la crisis pasada y surgieron el Brexit, partidos de todo tipo, unas crisis políticas brutales en Grecia e Italia, giros autoritarios en Polonia y en Hungría. El escenario no sabemos hacia dónde va a ir pero sí que hay sitios que son bastante complicados y peligrosos", vaticina el director de El Orden Mundial.
En España, "ahora no lo estamos viendo tanto, pero va a haber protestas de los más afectados económicamente, de los más pobres", prevé Tarek Jaziri. "Me interesa conocer el papel de Podemos. Si preferirá estar en la calle y dejar las instituciones, desestabilizando al Gobierno del que forma parte ahora, o se mantendrá en el Ejecutivo tratando de calmar" las manifestaciones, analiza. "Será un equilibrio difícil de mantener y la longitud de la legislatura dependerá en parte de ello", sentencia el coordinador de Polikracia.
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