Joan Mesquida (Felanich, Baleares, 1962) está ahora sumido en el proyecto de Ciudadanos desde el puesto de la vicesecretaría segunda del partido. Pero en el pasado, ocupó el cargo de director general de la Policía y de la Guardia Civil durante la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, por lo que los últimos acontecimientos en torno al Ministerio del Interior y el cisma abierto en la Guardia Civil los ha vivido con cierto estupor y enfado.
Desde su experiencia, advierte en esta entrevista sobre los peligros de la intromisión de la política en la justicia y de la última decisión de Fernando Grande-Marlaska, que compromete la separación de poderes en España. Cree además que Sánchez está intentado "instrumentalizar" a los cuerpos policiales para sus propios intereses políticos, y asegura temer por el mantenimiento de la democracia por primera vez, tras más de 35 años de trayectoria política.
Pregunta.- La primera pregunta es obligada. ¿Debe dimitir Fernando Grande-Marlaska?
Respuesta.- Por supuesto. Sobre sus espaldas, el ministro Marlaska carga muchas decisiones absolutamente arbitrarias, en las que ha actuado más como un comisario, como un inquisidor político, que como un ministro preocupado por mejorar la eficacia de los cuerpos policiales. Pero no ha reconocido los errores del Gobierno durante la pandemia, ¿cómo va a reconocer uno propio? Es evidente que no va a dimitir, estoy convencido.
P.- ¿Usted lo hubiera hecho?
R.- A mí nunca se me hubiese ocurrido forzar a un guardia civil a incumplir la ley. De hecho viví algún episodio similar. Una vez recuerdo solicitar algún informe sobre una causa y que el DAO me dijera que el juez había dictado a los operativos que no reportasen nada más que a él. Por tanto, en absoluto podían dar ninguna información que no fuese al juez. Yo lo entendí perfectamente.
P.- ¿Cree que tras el cese de Pérez de los Cobos y la dimisión de Laurentino Ceña puede producirse alguna otra dimisión?
R.- No lo sé. Lo que ha intentado el DAO al dimitir es lanzar un mensaje potente de repulsa a la injerencia política, para que no tuviera que dimitir nadie más.
P.- ¿Es irreparable el cisma abierto entre Guardia Civil e Interior?
R.- Es una crisis muy potente. Y no sólo el cese de Pérez de los Cobos es grave, sino también la dimisión ni más ni menos que del número dos de la Guardia Civil en pleno estado de alarma, cuando hace unos días un informe del Cuerpo alertaba sobre posibles repuntes de criminalidad y conflictividad social por la crisis económica que vamos a padecer. Es de una extrema gravedad. En este momento no veo que Marlaska vaya a irse aunque su credibilidad esté profundamente dañada. Pero su dimisión sería aplaudida por todos los cuerpos policiales. No ha conseguido hacer ni un amigo en todo este tiempo.
P.- El pasado 23 de abril, Marlaska condicionó el pago del tercer tramo de la equiparación salarial a los acuerdos de reconstrucción. Pero finalmente desbloqueó los 247 millones el mismo día de la dimisión del DAO. ¿Buscaba el ministro apagar el fuego declarado en la Guardia Civil?
R.- Sí. Es una cortina de humo que yo calificaría de enorme infantilismo político. Pensar que esto puede tapar el escándalo de la dimisión del número dos de la Guardia Civil o del cese del coronel es de una enorme ingenuidad. Y es una prueba más de las incoherencias del ministro Marlaska. Esa cantidad proviene además de un acuerdo que firmó Ciudadanos con el PP para condicionar nuestro voto favorable a los Presupuestos de 2018, y que Marlaska tenía bloqueado porque consideraba que era insostenible para las arcas públicas. ¿Y ahora resulta que lo libera sin motivo? Es un escándalo.
P.- ¿Se cree que la destitución de Pérez de los Cobos no tiene nada que ver con la investigación del 8-M, como ha sostenido el ministro?
R.- Se creen que los españoles son ingenuos. Uno puede cesar por pérdida de confianza, es legítimo y es legal. Pero lo que uno no puede hacer es engañar a la gente y decir que el cese no se ha producido por los motivos que todo el mundo sabe. Y sostener que se pretende dar un nuevo impulso o conformar equipos son argumentos de estratega político que, en definitiva, se le han vuelto en contra. El Gobierno no tenía previsto cesar a Pérez de los Cobos y se precipita en el momento en que se produce la reclamación del informe y el coronel, con buen criterio, dice que él no tiene capacidad ni potestad para ordenar que se lo entreguen.
P.- ¿Se ha leído el informe? ¿Aprecia errores de bulto, como sostienen algunos sectores políticos?
R.- Lo he ojeado, no tengo un interés especial en él. No es lo sustancial. Cuando se realiza un informe, puede haber errores de apreciación. Pero para esto está el juez, a quien corresponde valorar si puede haber errores o imprecisiones. Quien no puede utilizarlo es Rufián, que con su particular ética personal se dedica a decir que todos los informes de la Guardia Civil son falsos.
Me cuesta mucho entender que alguien hoy en día pueda ser comunista. El comunismo está ligado al fracaso
P.- ¿Cree que hay motivos para imputar al ministro Illa y al doctor Simón en la causa del 8-M?
R.- No seré yo quien dé una opinión de si hay o no motivos. Hay que dejar trabajar a la juez. Vamos a confiar en que la justicia ponga luz en este tema. Vivimos en un estado de derecho donde todavía hay una separación de poderes.
P.- ¿Todavía?
R.- Es evidente que hay miembros en el Gobierno que no respetan la separación de poderes. Es más, hay ministros comunistas que lo que les gustaría sería un poder judicial absolutamente dócil con el poder político. Afortunadamente no hemos llegado a ese escenario del fin de la separación de poderes, pero hay que estar muy vigilantes.
P.- ¿Está amenazada la democracia en España?
R.- En el Gobierno hay personas a las que les gustaría que España fuese un régimen comunista. Me cuesta mucho entender que hoy en día alguien pueda ser comunista, cuando no hay un ejemplo de éxito en ningún lugar del mundo, sino todo lo contrario. El comunismo está ligado al fracaso. En cualquier caso, sí tenemos gente en el Gobierno que les gustaría más regímenes al estilo de la Venezuela de Maduro. Y hay que estar vigilantes, porque se están produciendo ataques fundamentales a la separación de poderes. Tengo una trayectoria política de más de 35 años, y nunca he tenido la sensación de que nuestra democracia pudiera estar amenazada, como sí la tengo ahora.
El Gobierno quiere instrumentalizar a la Guardia Civil y ponerla al servicio de su proyecto político
P.- ¿Cree que Sánchez está utilizando en esta crisis a la Guardia Civil para sus propios intereses?
R.- A Sánchez le preguntaron una vez sobre la Fiscalía General del Estado y respondió que dependía del Gobierno. El tema aquí es entender que la Guardia Civil tiene unas funciones que no pueden verse afectadas por injerencias políticas. Y sugerirle que haga investigaciones para minimizar las críticas al Gobierno es sencillamente vulnerar la Constitución. Se está queriendo instrumentalizar a un cuerpo policial y ponerlo al servicio de su proyecto político. Esto es absolutamente negativo, y socava el ánimo de la Guardia Civil, pero nunca su profesionalidad.
P.- ¿Echa de menos alguna voz autorizada dentro del PSOE que cuestione públicamente algunas de las decisiones que está tomando este Gobierno?
R.- Me gustaría que todos los que participaron en el Comité Federal del PSOE para echar a Sánchez hablasen ahora. Y muchos tienen responsabilidades políticas muy importantes. A eso se le llama coherencia política, y creo que no hay que perderlo nunca. A Sánchez se le echó porque todos temían que pudiera llegar a hacer lo que está haciendo ahora: pactar con Bildu, con populistas, con independentistas... . Él siempre negó que pudiera llegar a hacer algo que afectase a la unidad territorial de España, y mira. Estaría bien que todos los que lo criticaron en su día, saliesen ahora, a pesar de que les pudiera costar un cese. Hay ceses que no son una mancha, sino que engrandecen la hoja de servicios.
P.- Vistos los últimos acontecimientos, ¿debió haberse abstenido Ciudadanos en la última votación del estado de alarma?
R.- No. Tomamos la decisión correcta de una dirección que siempre ha tenido como guía la salud de los ciudadanos. No hemos valorado ningún otro tema colateral que no sea primar a los españoles. Y nos ha servicio para arrancarle al Gobierno compromisos, como un diálogo más fluido con la oposición y un plan B al estado de alarma. Ahora, veremos los extremos cómo se dan los condicionantes para una hipotética sexta prórroga.
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