La construcción de una imagen del PP como alternativa política y el desarrollo de un programa económico competitivo lleva meses fraguándose en Génova. Pero no fue casi hasta la abstención en la cuarta prórroga del estado de alarma -y su continuidad en el 'no' firme y claro de Pablo Casado en la última votación- cuando el partido ha expuesto las líneas maestras de su estrategia, con un profundo rechazo al tándem Sánchez-Iglesias como principal premisa, y con la mirada puesta ya en la tesis de otras elecciones generales en 2021, que cada vez gana más fuerza en los equipos de trabajo de los populares.
Una de las líneas principales de la estrategia que arguyen fuentes del partido ante la nueva etapa que se abre ante el PP es la de "evitar la polémica" y construir un partido "fuerte y unido, que dé sensación de alternativa" a la ciudadanía. "Génova está centrada en esta crisis", sostienen. Y esa es la premisa que reina a pesar del último 'bache' en esa pretendida imagen de unidad: el verso libre de Cayetana Álvarez de Toledo que, de puertas para afuera, ya se ha pretendido enmendar. Y pese a la incomodidad manifiesta que causa la portavoz parlamentaria en algunos sectores del PP, por el momento no se la apartará de la cadena de mando, pues cuenta con "toda la confianza del presidente".
Pablo Casado tiene la vista puesta en el Palacio de la Moncloa, consciente del desgaste del Gobierno de coalición, lastrado por una crisis sanitaria sin precedentes y rodeado de polémicas y tensiones internas cada vez más frecuentes. Los puntos clave de la estrategia del PP ante la crisis -política, económica y sanitaria- son cada vez más meridianos. Y "no hay cabida para nada más".
Dar portazo a la polémica: "No es el tema"
El discurso que pronunció la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, en el que llegó a acusar a Pablo Iglesias de ser "hijo de un terrorista", sentó como un jarro de agua fría en algunos sectores del partido y desvió casi por completo la atención de lo que el PP se había esforzado por mantener: el foco sobre el escándalo de Fernando Grande-Marlaska y el cisma con la Guardia Civil.
Más allá del revuelo interno, en la jornada posterior a la tensa sesión de control en el Congreso, destacados dirigentes del partido intentaron dar portazo a la polémica y pasaron de puntillas sobre la intervención de su compañera de filas para tratar de redirigir el foco del padre de Iglesias a la crítica al Gobierno. "No es el tema", sostenía el portavoz del grupo parlamentario popular en el Senado, Javier Maroto, en una entrevista para Antena 3 el pasado jueves, al tiempo que defendía que es más importante destacar "cómo miles de guardias civiles" están indignados por la "injerencia" de Marlaska, y "los españoles con ellos".
No fue el único que trató de reconducir la estrategia del PP. El secretario general del partido, Teodoro García-Egea, trató de pasar de puntillas cuando fue preguntado en varios medios por la polémica, y vinculaba el rifirrafe de Álvarez de Toledo e Iglesias a la "crispación de la calle", que se ha trasladado a la Cámara Baja. También la diputada Carolina España desvinculó al partido de la nueva polémica de Álvarez de Toledo. "La calle no está preocupada por el padre de Pablo Iglesias", aseveraba en una entrevista en TVE.
En la mañana del jueves, Casado, acompañado del secretario de Interior y Justicia, Enrique López; y la portavoz del PP en la Comisión de Interior del Congreso, Ana Vázquez, desafió al Gobierno poniendo de nuevo el foco en la polémica de la "purga" del Ministerio del Interior y se reunió con 10 asociaciones de la Guardia Civil para analizar la crisis del Instituto Armado, tras lo que volvió a pedir públicamente la dimisión "inmediata" de Marlaska. "¿Qué más tiene que pasar?", lamentaba Ana Vázquez en una intervención.
Asedio a Sánchez: oposición sin cuartel... desde las instituciones
Casado seguirá avanzando por la senda de la oposición sin cuartel a Pedro Sánchez, pero en el Congreso y en el Senado. Desde que presentase a principios del mes de mayo una suerte de programa de Gobierno alternativo bajo la denominación Activemos España, el partido desdibujó toda posibilidad de pacto con Sánchez enmendando por completo la hoja de ruta de PSOE y Unidas Podemos. "No le volveremos a apoyar para arruinar España", sostenía el jefe de la oposición en la Cámara el pasado 13 de mayo.
"Existe una alternativa" a este Gobierno, y "la tiene el PP". Desde hace semanas, el partido recogió la mano tendida que había ofrecido al Gobierno durante semanas y voló todos los puentes que podía haber tendidos de cara a la reconstrucción. La baza que se jugará ahora será la de trasladar la imagen de que Casado tiene posibilidades reales de echar a Sánchez de Moncloa, con un programa de Gobierno en desarrollo -el dream team de Casado, en que se han potenciado figuras como la de Ana Pastor o Elvira Rodríguez, se reúnen todos los viernes para actualizar el programa en base a tres pilares: sanidad, economía y justicia-.
Esperar la "bofetada" económica de Europa
"El PP sacó a España dos veces de la crisis económica". Este es otro de los argumentos que utilizará el principal partido de la oposición para desacreditar la actuación de Sánchez ante la pandemia, conscientes de que la aprobación o no de los Presupuestos se estima esencial para la continuidad del Gobierno de coalición.
Pero las cuentas tendrán que superar un escollo aún mayor que encontrar los apoyos suficientes en el Congreso de los Diputados: la "bofetada" económica que llegue de Europa a cambio de dinero para paliar la crisis venidera se saldará a cambio de recortes y de reducción de deuda pública, que choca con la política económica defendida por Pablo Iglesias, contrario a la "austeridad" en tiempos de crisis. Y en Génova confían en que el componente económico termine de resquebrajar los mimbres del Ejecutivo de coalición, habida cuenta de los evidentes encontronazos ya existentes por esta misma cuestión.
La 'alternativa'... sin Ciudadanos ni Vox
En la izquierda se aprovecha toda comparecencia pública, ya sea en las instituciones o en los medios de comunicación, para acusar al PP de mimetizarse con la ultraderecha. "Si usted habla como Vox, actúa como Vox y vota como Vox, si no es lo mismo se le parece, y eso es un problema para la democracia", censuraba el presidente del Gobierno este miércoles a Casado, en su turno de réplica al jefe de la oposición.
Mientras, el PP trata de deshacerse de esa imagen y ubicarse en la alternativa del centroderecha, capaz de atraer a votantes tanto de Vox como de Ciudadanos pero discurriendo por una vía completamente ajena a ellos. Por eso en el PP han evitado a toda costa la crítica -salvo algunos cuadros que, como Cayetana Álvarez de Toledo, consideraron en Twitter que era una decisión "equivocada"- contra el pronunciado giro a la estrategia de Ciudadanos a través de diversos pactos con el PSOE. No lo comparten, pero lo respetan.
Lo mismo pasa con Vox. A diferencia de sus homólogos de Ciudadanos, en el PP no se ha escuchado una sola crítica a las múltiples protestas convocadas por Vox contra el Gobierno. No las condenan, pero tampoco se apuntarán a la estrategia de agitar las calles que defienden los de Santiago Abascal ni le robarán su protagonismo en el intento de capitalizar las calles, en pro de defender la imagen de "partido de Estado". No alentarán, por tanto, la crispación en la calle, pero sí se pronunciarán para mostrar su "comprensión" a que todo ello suceda.
La construcción de una imagen del PP como alternativa política y el desarrollo de un programa económico competitivo lleva meses fraguándose en Génova. Pero no fue casi hasta la abstención en la cuarta prórroga del estado de alarma -y su continuidad en el 'no' firme y claro de Pablo Casado en la última votación- cuando el partido ha expuesto las líneas maestras de su estrategia, con un profundo rechazo al tándem Sánchez-Iglesias como principal premisa, y con la mirada puesta ya en la tesis de otras elecciones generales en 2021, que cada vez gana más fuerza en los equipos de trabajo de los populares.