"¿Cuántos muertos necesitan para que nos pongamos de acuerdo? ¿Qué más tiene que pasar en España para acabar con estos discursos?" Alto y claro, Edmundo Bal pronunciaba este miércoles un alegato para tratar de unir unos puentes que volaron hace ya tiempo. Se dirigía, en este caso, tanto a PP como PSOE, a los que instaba a dejar atrás "la política de los rojos y de los fachas", tomar "decisiones difíciles" y pensar "en el bienestar de los españoles".
El giro estratégico que ha dado Ciudadanos en los últimos meses es evidente. Aplaudido por muchos y reprobado por otros, los naranjas con Inés Arrimadas al timón, se han sentado en una mesa con Sánchez y han pactado seis prórrogas del estado de alarma a pesar del apoyo paralelo de Bildu, ERC o PNV, lo que desdibuja casi por completo la huella que dejó Albert Rivera en el partido.
Pero un pacto por el estado de alarma no es una alianza presupuestaria, que daría vida y estabilidad al Gobierno durante toda la legislatura. En Ciudadanos lo saben, y aceptan ya sentarse en una mesa en la que "no valdrá todo". Por eso en la dirección trabajan en la hoja de ruta que seguirá el partido cuando llegue el momento de sentarse a negociar unas cuentas a las que, avisan, no darán portazo definitivo, como sí parece hacerlo el PP.
"Habrá que ver quién manda en las cuentas", sostiene un destacado dirigente de la formación liberal. El objetivo es conseguir que "los sectores más moderados del PSOE" ganen peso frente a las "influencias" que pueda tener Podemos y sobre todo ERC en las cuentas. "El centro lo tiene Ciudadanos, y me consta que la moderación la tiene también parte del PP y del PSOE. Ese será el camino", defienden, con la famosa vía Arrimadas en la mano.
Ven este escenario, no obstante, aún distante. Fuentes de Cs aseguran que "no es el momento de pensar en eso todavía" pendientes ahora, afirman, de los Pactos de Reconstrucción "para la reactivación económica del país". "Tienen que cambiar muchas cosas", sostienen también desde el grupo parlamentario, escépticos no sólo con que Sánchez se desvíe de la influencia de Iglesias a la hora de elaborar unas cuentas y arrincone en este caso la autoridad que pueda ejercer ERC, sino también con el plan de lograr una bisagra con el PP para que los Presupuestos no estén en manos de los independentistas.
"Lo lógico sería que naciera del propio Gobierno la voluntad de que en medio de una pandemia, España pueda tener unos Presupuestos con la mayor unanimidad posible y contando con el conjunto de la oposición, huyendo de la unilateralidad", recogen fuentes oficiales.
La estrategia para atraer al PP al diálogo pasará por una línea de acción dividida en dos frentes: coaccionar con el argumentario que ha adoptado también Sánchez de dejar de ser "presos del populismo de Vox" y "mirar a Europa" pero con la actitud pactista de "González Pons y no con la de Le Pen"; y presionar con que abandone "el modo electoral", que Casado deje de soñar con Moncloa y que piense "en el interés común", en este caso en un pacto por la reconstrucción.
"Sánchez nos ha tratado peor a nosotros que a Casado", sostienen. "En ningún momento hemos hecho nada que creamos que nos puede beneficiar electoralmente", por lo que insta a los populares a "actuar con valentía" a pesar "del daño electoral".
Cisma interno "sofocado"
Las notas discordantes respecto a la estrategia que ha tomado Inés Arrimadas y que podrían minar desde dentro la actitud pactista de Ciudadanos no terminaron cuando Marcos de Quinto cerró la puerta de salida.
Según reconocen fuentes solventes, en la última y sexta prórroga del estado de alarma hubo voces contrarias al último pacto con Pedro Sánchez para salvar la sexta prórroga, habida cuenta de que ya había alcanzado el PSOE un acuerdo con ERC y PNV y los votos naranjas eran irrelevantes.
En chats de la dirección ampliada del partido se ha discrepado de los últimos movimientos que, según reconocen, se han producido en el seno del Comité Permanente -reducida a siete personas- sin haberse debatido en la Ejecutiva. Apuntan en este caso a que las disconformidades vienen de parte de los barones territoriales de Ciudadanos, como Toni Cantó o el andaluz Juan Marín, que "se debieron más a una cuetión de forma que de fondo".
"Es una decisión complicada, es normal que haya debates internos en que se planteen muchas cuestiones. Hay que mantener la cabeza fría". Las mismas fuentes sostienen que el debate en torno a la sexta prórroga quedó "sofocado" tras la discusión, y a nivel interno "hubo bastantes emocionados" con el discurso de Bal en el Congreso y también "felicitaciones" procedentes de la corriente más discrepante. No descartan, no obstante, que el verso libre de algunos dirigentes de Ciudadanos dificulte el consenso "más adelante", con la mirada puesta en el cuadro presupuestario.
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