Hay amores espontáneos, naturales, de verdad. También los hay impuestos, forzados y sin capacidad de generar felicidad. Otra opción son los forzados, los ‘matrimonios de conveniencia’ llamados a perdurar el tiempo justo, hasta la consecución del objetivo. En ocasiones el éxito del cortejo no depende ni de sus protagonistas ni de las virtudes, sólo de las coordenadas geográficas y de las circunstancias del momento. Todo ello sucede en política, cada día. En estos tiempos de tanteo electoral en el País Vasco ha quedado patente que hay parejas de baile que se entienden en Madrid pero no lo hacen en Euskadi.

Y parece que tampoco lo harán tras las elecciones. El amor inédito entre Podemos, PSOE y Bildu en Madrid sigue siendo hoy un abismo imposible en el País Vasco. La candidata de Ekarrekin Podemos arrastra ya ‘calabazas’ antes de empezar la carrera hacia las urnas. Miren Gorrotxategi insistió una y otra vez, incluso antes de figurar en el cartel electoral, que el contexto político actual brindaba una oportunidad inédita para arrebatar al PNV el control del Gobierno vasco. En su opinión, es la hora del asalto a Ajuria Enea en forma de una alianza de izquierdas: PSE-Bildu-Podemos. Desde febrero no se ha cansado de repetirlo. Incluso planteó la necesidad de "dejar atrás prejuicios del pasado" a la hora de valorar a la izquierda abertzale y no fijarle "líneas rojas".

Para la candidata a lehendakari de Elkarrekin Podemos, hay que "mirar al futuro, no al pasado" con el único fin de "rehabilitar la casa de la izquierda", dijo. A sólo tres semanas de que comience la campaña, parece haber arrojado la toalla. Lo ha hecho sorprendida ante la falta de respuesta a su propuesta: “Hay trenes que una no debe dejar pasar en la vida y espero que el PSE se dé cuenta a tiempo”, aseguraba el pasado jueves.

Su última llamada, casi a la desesperada, tampoco ha sacado a la pista de baile a la izquierda abertzale. EH Bildu no ha movido muchos hilos, no al menos en Euskadi, para dar forma a esa aspiración “progresista”. Los de Otegi saben que siguen sin darse las circunstancias, no por su parte, sino por el PSE, para subirse a ese tren. La paradoja es que la relación entre la coalición abertzale, Podemos y los socialistas se alteran en función de las coordenadas territoriales: cada vez más fluida en Navarra, en fase de ‘engorde’ en el Congreso de los Diputados y sumida en la frialdad en Euskadi.

También en el PSE consideran que aún no está en terreno preparado, ni política ni socialmente. En la dirección socialista dan por descartado unirse a Podemos y Bildu para abandonar a su suerte a los nacionalistas de Andoni Ortuzar. El eje PSE-PNV continúa sólido, les ha reportado buenos resultados -las encuestas apuntan a un incremento de hasta tres escaños al PSE de Idoia Mendia, de 9 a 12- y facilita la estabilidad institucional que los socialistas consideran esencial para lo que vendrá tras el verano. Los de Mendia hacía tiempo que no tenían tanto poder: están presentes en el gobierno de las tres diputaciones, los ayuntamientos de las tres capitales y de numerosos municipios vascos. ¿Cabe ahora desvestir la coalición que mantienen con Urkullu y dejar heridas el resto de alianzas institucionales?GG

Sentir izquierda, votar derecha

Los sondeos dibujan desde hace años que el País Vasco es una sociedad quee se declara hoy más cercana a la izquierda trasdicional que a la derecha. Pero lo hace de modo singular, votando mayoritariamente para que le gobierne un partido que cita a Dios en su lema o que es el principal elemento de atracción del voto del PP.

Ha sido el suelo resbaladizo por el que el socialismo vasco ha transitado casi desde su fundación. Algunos lo han […]