Desde la tribuna del Congreso de los Diputados, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hacía el pasado miércoles un firme alegato por la unidad frente a la "crispación política", y se dirigía concretamente al jefe de la oposición, Pablo Casado, con un ruego: el de lograr consensos trabajando "con dosis de generosidad, por el bien común" y con el prisma puesto en que "nuestras diferencias sirvan para elaborar mejor nuestras propuestas". Apostillaba Sánchez entonces que el futuro se construye "no desde el acuerdo total, pero sí desde el pacto entre diferentes".
Pues bien, el Consejo de Ministros aprueba este martes un nuevo Decreto-ley para regular la apodada como 'nueva normalidad'... con Pablo Casado fuera de la negociación. Las relaciones entre PSOE y PP están congeladas a pesar de los intentos de Ciudadanos de atraer a los socialistas hacia la moderación y a los populares al consenso. El Gobierno ha obviado consensuar las medidas de "prevención, contención y coordinación" que se aplicarán cuando decaiga el estado de alarma, a partir del próximo 21 de junio con el jefe de la oposición, como sí ha hecho con Ciudadanos.
Casado visitó por última vez el Palacio de la Moncloa el pasado 17 de febrero. Y de la última llamada de Pedro Sánchez hace ya más de un mes, cuando el Gobierno necesitaba al menos la abstención del PP para sacar adelante la cuarta prórroga del estado de alarma, que alumbró gracias al pacto con Inés Arrimadas. Según confirman fuentes de la dirección del partido, desde que Sánchez anunciase la puesta en marcha de su 'plan B', la única interlocución que ha existido con el principal partido de la oposición se produjo ayer mismo, cuando el ministro de Sanidad, Salvador Illa, telefoneó a la portavoz de la Comisión para la Reconstrucción del PP y vicepresidenta segunda del Congreso, Ana Pastor.
Lamentan en Génova la escueta conversación entre ambos interlocutores, en que en ningún momento el Ministerio de Sanidad abrió el melón de negociar, debatir o consultar los términos de las reglas para la 'nueva normalidad' con la diputada popular. Tampoco solicitó Illa el apoyo del PP al decreto, que deberá aprobarse en el Congreso de los Diputados. "Sólo llamaron para preguntar si teníamos el borrador. Fin", zanjan en Génova.
En efecto, la dirección nacional del PP tiene en su poder el borrador del decreto ley, que "no nos ha llegado por el Gobierno", pero en ningún caso la versión definitiva o actualizada con las aportaciones de los gobiernos autonómicos. El pasado viernes, el Ministerio de Sanidad, en el marco del Consejo Interterritorial de Salud, remitía a las comunidades autónomas, incluidas las gobernadas por el PP, el borrador del decreto para que realizasen "aportaciones" o "valoraciones", que se discutirán este mismo martes en el propio Consejo de Ministros.
Con todo, no sorprende en Génova que Sánchez haya ignorado a Casado para consensuar cómo saldrá España del estado de alarma, tras casi cuatro meses de excepcionalidad. "Poco han contado con el principal partido de la oposición", lamenta el entorno del presidente del PP, donde el propio Casado ha enmarcado la falta de diálogo en la deriva "radical" del Gobierno en los últimos meses. "El PP ha ofrecido hasta 11 pactos de Estado. La respuesta siempre ha sido no", secundan otros dirigentes, como el vicesecretario nacional de Participación, Jaime de Olano.
Rebajan también en el PP la esperanza en torno a que el denominado como Pacto Cajal por la Sanidad llegue a buen puerto, aunque será la propia Ana Pastor quien lo siga defendiendo en la Comisión para la Reconstrucción del Congreso. "No entiendo por qué razón Sánchez aún no ha contestado a esta propuesta, que sería una suerte de Pacto de Toledo para legar a futuras generaciones", censuraba el propio Casado este lunes, en el marco de la segunda reunión anual de la Junta Directiva Nacional, máximo órgano del partido entre congresos. "Hasta hoy no he recibido ni una sola propuesta por parte de Sánchez", quien "no ha propuesto nada, ni un solo asunto específico sobre el que hablar y acordar. Que conste", insistía.
Por el momento, los populares mantienen el sentido del voto de sus 88 diputados al decreto de nueva normalidad en cuarentena ya que, al no conocer los términos del mismo, "lo valoraremos cuando se publique en el BOE", sentencian.
PP y Vox, "tanto monta, monta tanto"
En el PP no dudan tampoco en que la estrategia de Sánchez pasa por arrinconar a Casado y equiparar sus estrategias políticas con las de Santiago Abascal, que "tanto monta, monta tanto", como pronunciaba el propio presidente del Gobierno en el Congreso la pasada semana.
"Se trata de hacernos el retrato de la derecha dura, crispadora, desagradable, instalada en el 'no es no'. Curiosa paradoja", evidenciaba el líder del PP este lunes, que presentaba a un partido "moderado" y "centrado" frente a la tesis de Moncloa de presentar al jefe de la oposición como la sombra de la ultraderecha. A juicio de Casado, lo que busca Sánchez con esta estrategia es la de "neutralizar nuestra oposición y blanquear al Gobierno más ultra de nuestra historia", afeaba.
Ciudadanos sigue adelante con su respaldo al Gobierno
Muy distinta es la relación entre Moncloa y Ciudadanos, que continúan dando pasos en la senda de la cooperación después de que los naranjas votasen 'sí' a las seis prórrogas del estado de alarma y consiguiesen "arrancar" compromisos al Ejecutivo desde la cuarta.
En la negociación de la quinta y sexta prórroga, los de Arrimadas ya exigieron al Gobierno mantener una interlocución fluida y consensuar junto a ellos el 'plan B' para la nueva normalidad. En efecto "han cumplido y estamos trabajando para mejorar su contenido", según confirmaba el portavoz de la formación, Edmundo Bal, este mismo lunes en la sede del partido.
Ciudadanos sigue manteniendo canales de comunicación continuos y abiertos, en este caso con el PSOE, y vincula su apoyo al decreto que apruebe este martes el Gobierno a que se tengan en cuenta la batería de mejoras que han introducido los naranjas sobre el documento original que, con todo, no conciben como nada más que "una primera pata" del plan B en que debe trabajar el Gobierno.
El borrador inicial del texto indica que las mascarillas seguirán siendo obligatorias en espacios donde no pueda mantenerse la distancia de seguridad, siendo sancionado el incumplimiento de la norma con una multa de hasta 100 euros. Se trata de una de las medidas más destacadas del decreto que, por otra parte, no tiene fecha límite: el objetivo de Sánchez pasa en este caso por elaborar un compendio de normas aplicables a la sociedad española hasta que se encuentre una vacuna contra el coronavirus.
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