Todo iba según lo previsto. Hasta que llegó el brote. Euskadi trabajaba ya con un escenario a partir del próximo lunes de libre circulación entre Comunidades Autónomas colindantes. La pretensión, reiterada en varias ocasiones por el lehendakari Iñigo Urkullu, era que el País Vasco fuera pionero en la libre circulación entre regiones vecinas -con Cantabria, La Rioja y Navarra- a partir del lunes 15, una semana antes de que oficialmente concluya la Fase 3 y se dé por agotado el Estado de Alarma. Euskadi ansiaba con ser la primera en levantar el Estado de Alarma y adoptar una medida que reforzaría sobremanera el clima de retorno a la normalidad de la que está necesitada a sólo un mes de que 1,8 millones de vascos y vascas sean llamados a las urnas.
El escenario no se cumplirá. Navarra trasladó ayer a Urkullu que en el contexto actual es precipitado permitir la libre circulación entre las dos comunidades desde el lunes. Y esta mañana lo ha hecho Cantabria, que ha anunciado, tras el Consejo de Gobierno, que no autorizará la movilidad con el País Vasco y que mantendrá las medidas previstas en la Fase 3.
El Ejecutivo de Revilla ha analizado esta mañana la situación basándose en un informe emitido por el departamento de Salud Pública. El vicepresidente del Gobierno, Pablo Zuloaga, ha asegurado que si bien en las últimas semanas la situación tanto en Euskadi como en Cantabria había mejorado, el escenario se ha complicado de modo importante en los últimos días por la aparición de dos brotes en Vizcaya y Alava. Zuloaga ha asegurado que la situación en Cantabria la marca el indice reproductivo basico, el R0, que en Cantabria se sitúa en el 0,3 pero en Euskadi alcanzó ayer el 1,9. Ante el riesgo de empeorar la situación Cantabria ha optado por no abrir la movilidad.
Hasta hace unos días la disposición de Cantabria era favorable, pero se fue enfriando al calor de las noticias de evolución del virus en la vecina Vizcaya.
En La Rioja, la medida también está por decidir y se sigue deshojando dudas. Por el momento, sólo Urkullu parece mantenerse en la posición de adelantar una semana el final de la desescalada y con ella el libre tránsito entre regiones limítrofes.
La sombra de la duda la ha generado el brote de Covid-19 aparecido en dos hospitales vascos desde finales de la semana pasada. El detectado en el Hospital de Txagorritxu de Vitoria -4 infectados- parece controlado, el del Hospital vizcaíno de Basurto, en Bilbao, no. En este centro, donde el jueves se tuvo conocimiento del primer infectado entre el personal del complejo médico, la progresión del brote ha sido diaria: 10 casos el lunes, sube a 20 el martes y alcanza los 25 ayer. Y el temor ya no se oculta. “Hay un cambio de tendencia”, reconocía ayer la consejera de Salud, Nekane Murga. Incluso el responsable de la gestión a nivel nacional, Fernando Simón no ocultaba ayer su temor y llamaba a la prudencia y a esperar al menos que se cumplan los 14 días de incubación del virus para conocer su verdadera incidencia.
La propagación del Covid entre pacientes, personal sanitario y visitas registradas entre quienes han acudido en los últimos días al Hospital de Basurto ha precipitado un plan de blindaje para lograr que el brote sea sólo un contagio localizado y no se convierta en una transmisión ‘comunitaria’ que pueda complicar la situación.
Navarra dice no
Cuando este domingo durante la conferencia de presidente el lehendakari Urkullu volvió a apelar a la necesidad de favorecer cuanto antes una mayor movilidad “entre comunidades en la misma fase” y defendió adelantar una semana algo “que muchas familias y empresas están esperando”, el contagio había comenzado a extenderse por el Pabellón Revilla del Hospital de Basurto. En su intervención se dirigió personalmente a “Miguel Ángel (Revilla), Concha (Andreu) y María (Chivite)” para acordar una libre circulación entre el País Vasco, Cantabria, La Rioja y Navarra. Por ahora, la Comunidad Foral ya le ha dicho que no, que mejor esperar al día 21. Urkullu tampoco tiene el visto bueno para otra apertura “transfronteriza” que el domingo volvió a reclamar a Sánchez: la libre circulación entre Euskadi, Navarra y el sur de Francia.
En Cantabria su presidente, Miguel Ángel Revilla, ha ido modulando su buena disposición. “Será una decisión razonada desde el punto de vista económico y sanitarios”, aseguró ayer. Muchos municipios cántabros son el destino estival de miles de vascos. Localidades como Castro, Laredo o Islares cuentan con una amplia población veraniega procedente de Euskadi.
Ahora, la aparición de un brote de Covid-19 más intenso de lo que se preveía puede obligar a primar la prudencia y la seguridad a los deseos de una recuperación urgente y de regreso a cierta normalidad. El delegado del Gobierno en el País Vasco, Denis Itxaso, también ha hecho un llamamiento a la prudencia y ha considerado que lo adecuado sería agotará los quince días de la Fase 3 y no regresar a la ‘nueva normalidad’ hasta el día 21. Incluso el diputado general de Guipúzcoa, Markel Olano, aseguró ayer “no tener prisa” y defendió que debe primar la prudencia a la hora de tomar esta medida. Por el momento, desde el Gobierno vasco se asegura que la decisión no está tomada y que se adoptará siguiendo criterios epidemiológicos.
El temor a que el brote detectado el pasado jueves y que obligará a realizar pruebas PCR a los cerca de 4.800 trabajadores del Hospital de Basurto y a dibujar un ‘mapa de riesgo’ de rebrotes en toda la red de Osakidetza, plantea un escenario complicado para Urkullu. El lehendakari ha intentado desde que se activó el Estado de Alarma que el impacto del confinamiento sea el menor posible. Así, Urkullu cuestionó que en la primera fase se estableciera una ‘hibernación’ casi total de la economía y abogó por una reapertura progresiva de la actividad económica esencial para evitar el impacto que ya anuncian sus responsables económicos: una caída del 8,7% del PIB al cierre de este ejercicio.
Normalidad y elecciones
Esa búsqueda de la normalidad también ha sido una prioridad para justificar que se daban las condiciones mínimas para la celebración de las elecciones que el coronavirus obligó a aplazar. Parte de la oposición cuestionó al lehendakari por querer celebrar las elecciones a la mayor brevedad –finalmente las convocó para dentro de un mes, el 12 de julio- sin esperar a verificar el comportamiento de la pandemia una vez levantado el Estado de Alarma. Los expertos aconsejaron que el mes de julio sería el más adecuado al detectarse un menor riesgo de reaparición del virus.
En ese intento por reactivar cuanto antes la economía, celebrar las elecciones y regresar a una cierta recuperación, el Gobierno vasco también quiso adelantarse al resto de Comunidades Autónomas en el retorno a las aulas. La consejería de Educación anunció el 7 de mayo que los escolares de algunos cursos -4º de la ESO, Bachillerato y FP- regresarían a las clases presenciales el 18 de mayo. Llegó incluso a anunciar que el retorno era obligatorio. Días más tarde, ante las dudas sobre el desarrollo de la pandemia y los temores del sector educativo, la medida se retrasó al 23 de ese mes y se convirtió en voluntaria.
En la petición de la fase 3 Euskadi también intentó ir un poco más allá. Al contrario que en su aplicación de la primera fase, que la ejecutó de modo más restrictivo en una suerte de ‘Fase 0,5’, en la última etapa de desescalada en la que ahora está inmersa Euskadi solicitó una ampliación de aforos en la hostelería y el ocio en aras a acelerar la actividad económica y con ella la percepción de recuperación de la normalidad.
Es probable que hoy se desvele si finalmente el País Vasco adelanta también su movilidad entre comunidades limítrofes o debe renunciar a ello. La buena disposición de Cantabria apunta hacia un horizonte más despejado para avanzar una semana la inmersión en la ‘nueva normalidad’ que Navarra ya ha cerrado y aplazado al día 21 y ante La Rioja aún tiene dudas.
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