Desde que la crisis del coronavirus marcase sus primeros compases en España, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dio rienda suelta a una estrategia de confrontación con el Gobierno que ensombrecía en ocasiones la labor de Génova, con el argumento de que la región que preside se adelantó en numerosas ocasiones a las decisiones que después iría tomando Pedro Sánchez o que el Ejecutivo ha castigado y discriminado a la Comunidad de Madrid a lo largo de la pandemia al no utilizar "criterios objetivos" y sí "políticos" en las autonomías gobernadas por el PP, por ejemplo con los cambios de fase de la desescalada, una cuestión que Ayuso terminó llevando a los tribunales.
Pero lo cierto es que la batalla que mantiene la izquierda con el PP y el PP con la izquierda apenas traspasa las fronteras madrileñas. El PSOE y muy especialmente Unidas Podemos han encontrado en Isabel Díaz Ayuso un objetivo a batir contra la que desplegar toda la artillería para dejar en evidencia a Pablo Casado y debilitar su estrategia en el Congreso de los Diputados, conscientes de que la dirección popular trabaja ya en un escenario electoral a un año vista, una vez la "bofetada" económica de Europa desmigaje los mimbres del Ejecutivo de coalición.
En las últimas semanas, apenas ha habido sesión en el Congreso en que la bancada de la izquierda no haya pronunciado la palabra 'Madrid' para arrinconar al jefe de la oposición. No 'Galicia', ni 'Castilla y León', ni 'Murcia', ni si quiera 'Andalucía'. No ha habido alusiones a la gestión de Moreno Bonilla, Mañueco, López Miras, y ni si quiera de Núñez Feijóo, pese a estar éste a punto de comenzar una campaña electoral que puede llevarle a revalidar su cuarta mayoría absoluta al frente de la Xunta. Sólo Ayuso, y sólo Madrid. Se da además la circunstancia de que todos los barones territoriales del PP son los máximos referentes de la corriente moderada dentro del partido, a excepción de la presidenta de la Comunidad de Madrid, a la que se identifica con la estrategia 'dura' que representan otros perfiles como Cayetana Álvarez de Toledo, quien también se ha convertido en el foco de múltiples broncas en la Cámara Baja.
Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Adriana Lastra, Irene Montero, Pablo Echenique o Rafael Simancas han utilizado los resultados de la gestión en Madrid durante la crisis como punta de lanza para desafiar al PP -Ayuso fue una apuesta personal de Pablo Casado-, a pesar del mando único sanitario que ha primado a lo largo de toda la pandemia.
Primero se utilizaron los aviones 'fantasma' -la Comunidad de Madrid ha recibido alrededor de 20 de ellos cargados de toneladas de material sanitario- para azuzar a la líder regional; después, los menús de Telepizza que puso a disposición el Gobierno regional para niños de familias vulnerables durante la crisis sanitaria; más tarde, el apartahotel de lujo en que se alojó la presidenta durante la pandemia, en que se llegó a deslizar, especialmente de parte de Podemos, el cese por corrupción de Ayuso hasta que se aclarase el caso; luego las acusaciones de "jalear" las protestas contra el Gobierno en la calle; y, por último, la pugna por la gestión de las residencias, el agujero negro de la crisis del coronavirus.
Desde finales de marzo, el PSOE comenzó a explotar su estrategia de culpar a Isabel Díaz Ayuso de la expansión de la pandemia. Entonces lanzó un polémico hilo en que, para justificar que "las manifestaciones feministas del 8-M no fueron culpables de la expansión de la pandemia", Ayuso permitió que ese mismo fin de semana abriese el transporte público o se permitiesen otros eventos deportivos o culturales.
La tensión política comenzó a escalar especialmente a raíz de comentarios como el del diputado socialista, Rafael Simancas, que directamente culpó a Ayuso de los altos datos de contagios y decesos que se habían registrado en España a lo largo de la pandemia. "España tiene tantos muertos por Covid porque España está en Madrid", llegó a aseverar. Lejos de rectificar, este discurso lo copiaron otros portavoces como Pablo Echenique, quien en el Congreso y dirigiéndose a Pablo Casado, aseguró que si se excluye a Madrid del cómputo de afectados por el coronavirus, la situación mejoraba mucho, pero "nuestra particular Trump castiza parece haberse propuesto convertirse en la líder de la oposición al Gobierno", sostenía el diputado de Podemos.
Otro de los discursos más duros que se recuerdan de la izquierda contra Díaz Ayuso vino a cuenta de la portavoz socialista, Adriana Lastra quien, desde la tribuna del Congreso, dinamitó todo llamamiento a la unidad que había hecho antes que ella el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y llegó a acusar a la presidenta regional de ser un peligro para la salud pública y para la democracia en el marco de las caceroladas contra el Gobierno que durante días coparon calles y barrios de Madrid.
La gestión de las residencias, en el centro de la batalla
La bronca política ha llegado a niveles máximos a raíz de la polémica por la gestión de las residencias que, especialmente en la Comunidad de Madrid, se ha convertido en un foco de caos por las miles de muertes que se sucedieron en estos centros y en las presuntas negligencias cometidas, en este caso, por el Gobierno regional y, en concreto, por la Consejería de Sanidad, una teoría que ha ido creciendo en las filas de Podemos para contraatacar contra Ayuso y que ha sido alimentada desde dentro por la Consejería de Políticas Sociales, con Ciudadanos al frente.
Precisamente por esto, Ayuso volvió a ser protagonista en la sesión de control del pasado miércoles, cuando el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, recordó al secretario general del PP, Teodoro García Egea, que se mantuvieron las competencias en la gestión de estos centros sobre las comunidades autónomas a pesar del estado de alarma, y tachó de "indecencia" que el consejero de Sanidad regional, Enrique Ruiz Escudero, autorizase el envío de un protocolo a los geriátricos por el que se autorizaba a no derivar a ancianos graves a hospitales y "dejarles morir". "Qué poca vergüenza", añadía Iglesias.
Al igual que la oposición en la Asamblea de Madrid, Iglesias ha pedido la dimisión de Isabel Díaz Ayuso al considerar que no sólo ha cometido actos "inmorales" durante la pandemia, sino que podrían conllevar incluso "consecuencias penales". La amenaza no pasó inadvertida en las filas del PP, que no sólo niegan la mayor sobre el envío de los polémicos protocolos, sino que estarían estudiando presentar una querella contra el vicepresidente segundo. "¿Dónde estaba Pablo Iglesias en los momentos más difíciles? ¿A qué residencia ha ido? ¿A qué hospital ha ido? ¿Cuándo nos ha ofrecido su ayuda?", estallaba esta semana la presidenta regional.
Génova cierra filas con Ayuso
Conscientes de que lo ocurrido en las residencias será el arma con que la izquierda tratará de desbancar a Isabel Díaz Ayuso, Génova ha cerrado filas con la presidenta regional en mitad de la tormenta política, responsabilizando en este caso al vicepresidente del Gobierno de la situación en los centros de mayores. Teodoro García Egea, Cuca Gamarra o Ana Pastor han sido algunos de los dirigentes que han salido al paso para censuar la actuación "absolutamente negligente" de Iglesias "al frente del mando único".
Pese a mantener las comunidades autónomas las competencias en estos centros, desde Génova advierten que Iglesias desoyó todas las peticiones de ayuda cuando la situación era límite en estos centros pese a estar, aseguran, enterado de todo lo que estaba ocurriendo, aunque insisten en la idea de que Iglesias ostentaba el mando único y, por tanto, es el "responsable último de lo sucedido". "Ha tenido tiempo de conseguir un sillón en el CNI, pero no sabe decir ni una sola medida que haya tomado para proteger a los mayores", reivindicaba García Egea en múltiples entrevistas esta semana.
Ahora, con una comisión de investigación en ciernes, la izquierda madrileña espera que sus resultados supongan el golpe definitivo contra la líder regional. Más Madrid y Podemos no han ocultado sus deseos de impulsar una moción de censura contra Díaz Ayuso, aunque en el PSOE de Ángel Gabilondo se muestran algo más reticentes.
"No estamos en esto", sostienen fuentes del grupo parlamentario socialista en la Asamblea, al tiempo que vinculan toda posibilidad de tratar de derrocar a Ayuso "no para ser alternativa" sino porque "haya hecho algo grave", como ocurrió con Cristina Cifuentes con el caso Máster -el PSOE presentó entonces una moción fallida-. No se da, por tanto, portazo definitivo a la moción, pendientes en este caso de si la investigación termina situando a Ayuso en una situación complicada que, a todas luces, supondría un duro golpe a las aspiraciones de Pablo Casado de conquistar el Palacio de la Moncloa.
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