La viabilidad o no de unos Presupuestos Generales del Estado (PGE) con mayorías sólidas comienza a copar protagonismo en el Congreso de los Diputados y a provocar movimientos en el tablero político que, hasta hace un tiempo, se estimaban casi imposibles. La aprobación de unas cuentas para 2021 se estima como uno de los objetivos prioritarios en Moncloa, habida cuenta de la ingente crisis económica en ciernes. El Gobierno busca además estabilidad presupuestaria y gubernamental para acceder a las ayudas europeas, cuya condicionalidad llevará a Sánchez a buscar el máximo número de aliados posibles, y no sólo mirando a su izquierda.
Con Ciudadanos ya ubicado en la complicada senda de la negociación presupuestaria, Sánchez se ha lanzado a por el más difícil todavía: lograr que el primer partido de la oposición se sume, ya sea en el 'sí' o en la abstención, a un acuerdo de gasto que se supone clave para la reactivación económica del país. España, recordemos, sigue aún regida por las cuentas que aprobó el anterior ministro de Hacienda, Cristobal Montoro.
Y el PP, en el marco del giro de guion que impera ahora en Génova, -Casado ha pasado del "hasta aquí hemos llegado" a Sánchez a ofrecer pactos a nivel sanitario, jurídico e, incluso económico- ha iniciado un tímido deshielo de cara al acuerdo presupuestario. Ya no se da un 'no' tajante a la negociación en la dirección popular, aunque sí deslizan que, para llegar a cualquier acuerdo, hay una máxima que deben cumplir en Moncloa: abandonar los "ensayos populistas" y volver "al gran acuerdo constitucional".
"Si Sánchez llama, Casado va", confirman fuentes de Génova, preguntadas por si el PP estaría dispuesto a sentarse a negociar con el Gobierno para dialogar un eventual acuerdo presupuestario. Con todo, los populares se mantienen escépticos sobre las posibilidades reales de que este diálogo con el Ejecutivo llegue a buen puerto.
Primero, porque "por la vía de los hechos, Sánchez demuestra que no quiere llegar a acuerdos con el PP" ya que lleva "más de un mes" sin llamar al jefe de la oposición y sin responder en privado a su mano tendida. Califican además de "política ficción" los llamamientos al diálogo y al consenso que se han multiplicado en los últimos días desde Moncloa, incluido el de la ministra portavoz, María Jesús Montero, que este martes se abría a "readaptar" el pacto con Podemos para abrir el abanico de alianzas. "Nunca ha habido un momento más adecuado para que las fuerzas políticas nos pongamos de acuerdo en la presentación de unas cuentas. Es ahora o nunca", lanzaba Montero.
Y segundo, porque las líneas rojas que, al menos de entrada, plantearía el PP se entienden difíciles de asumir por el Ejecutivo. Para que haya "una suerte de entendimiento económico", la hoja de ruta debería alejarse de Bildu, de los independentistas y, como no, de la influencia de Podemos. "Ojalá ocurriera", deslizaba la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, al tiempo que reafirmaba la intención de su partido a trabajar en la búsqueda de consenso "hasta el último día" pero advertía: "los 'Frankestein' son muy difíciles de cuadrar".
Durante el día de ayer, también fue preguntada por este aspecto la portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat, quien en una entrevista para RTVE vinculó la negociación de los Presupuestos con el Gobierno a que éste plantease "un paquete de reformas ambicioso" cuyo objetivo fuese "crear empleo" y "reforzar el sistema de salud".
'Activemos España'
Casado presentó hace semanas su plan Activemos España, un ambicioso programa con medidas a nivel sanitario, jurídico y económico para paliar los efectos del Covid-19 en la sociedad española, con propuestas que se van puliendo semana a semana, con reuniones periódicas de los diferentes grupos de trabajo. En un principio, Génova dio portazo a negociar estas medidas con el Gobierno -a excepción del plan Cajal por la Sanidad- y las presentó como una "alternativa" a los planes del Ejecutivo por su "nefasta gestión" durante la pandemia.
Pero la moderación se impuso y la mano tendida se amplió. Lo que en un principio era sólo un pacto a nivel sanitario con el Ejecutivo, Casado ha terminado extendiéndolo también al ámbito jurídico, ofreciendo su apoyo para elaborar un plan consensuado alternativo a la legislación extraordinaria en caso de rebrote en España.
Y la mano tendida no ha quedado ahí. Tras el acuerdo jurídico y sanitario, Casado ha querido subrayar el carácter "moderado" del PP y se ha ofrecido al Gobierno para buscar pactos desde el punto de vista económico, "para luchar contra los estragos del coronavirus". Lo que ofrece el PP es sentarse a hablar con el PSOE del plan de choque económico elaborado por los populares, donde proponen, entre otras iniciativas, la exoneración de impuestos o la extensión de los ERTE.
En Génova lamentan, no obstante, que el jefe del Ejecutivo no haya respondido a ninguno de sus ofrecimientos. Lamentan, en este caso, la falta de reciprocidad ante la voluntad de acuerdo de Casado. "La pregunta a estas alturas es si Sánchez está dispuesto a negociar con el PP", zanjan.
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