Hubo un tiempo en el que las fábricas lo copaban todo. Los valles, los márgenes de los ríos o incluso el casco urbano de muchos municipios. Aquella Euskadi que olía a hierro y vestía buzos, en la que las chimeneas de la Industria se apropiaban hasta del aire que respiraban los vascos, era la producía gran parte de su riqueza. También fue la que atrajo a decenas de miles de personas procedentes de todos los rincones de España dispuestas a ganarse la vida en los florecientes polígonos del metal, la siderurgia o los astilleros. Fueron tiempos boyantes y no hace tanto que lo seguían siendo. En 2000 el sector industrial vasco aún producía uno de cada tres euros, no en vano llegó a representar cerca del 32% del PIB. Hoy sólo representa el 24,6%.
Un peso notablemente superior al de la media en España, donde la industria representa el 16% del PIB y que sigue lejos del 20% que como objetivo había marcado la Unión Europea para este año. En el caso vasco, la fortaleza la menguó primero la crisis del sector en los 80, la agravó después el goteo de deslocalizaciones y finalmente, la empeoró la creciente competencia global. A cada crisis, la Industria vasca ha visto reducido su músculo y las instituciones han tenido que apuntalar su estructura o renunciar a poder hacerlo, como sucedió con el centenario astillero de La Naval de Sestao.
El último revés al sector se lo ha propinado el Covid-19. Lo ha hecho cuando el Gobierno vasco tocaba ya con los dedos su ansiada recuperación del sector. El Ejecutivo de Iñigo Urkullu se había propuesto remontar hasta el 25% del PIB la relevancia del que sigue siendo motor de la economía vasca. El reto era alcanzarlo en 2020 y ahora, pese muy cerca parece complicado, casi imposible, que lo logre.
No lo auguran así las previsiones del propio Ejecutivo ni las estimaciones del sector. El Gobierno vasco prevé que este año el impacto de la crisis económico sanitaria se sienta especialmente en la Industria. La caída del 8,7% del PIB estimada para el conjunto de la economía vasca será en gran medida por la pérdida de actividad en el sector industrial, que con un 7,8% de caída es tras el sector servicios (-9%) el que más se resentirá este año. La recuperación será más lenta, con un repunte del 6,4% el año que viene.
De crear empleo a destruirlo
El horizonte lo dibujan de modo similar el núcleo central de esa industria, el sector del Metal. Sólo en Vizcaya, la Patronal considera que al menos el 30% de las empresas cree que deberán reducir plantillas. Se trata de un colectivo muy importante que da empleo a 48.000 personas sólo en este territorio histórico, pero con un importante impacto en la economía auxiliar.
Los responsables de las empresas del metal no son optimistas, según una encuesta elaborada entre sus asociados por la Federación Vizcaína del Metal. El 90% cree que la economía se ha estancado, que caerá en recesión o incluso que se sumirá en una fuerte recesión en los próximos meses. Un parón que será temporal pero cuya recuperación se demorará durante más tiempo, al prever que el próximo año sólo recuperará su actividad entre un 50% o 75%.
Todo debía ser un camino plácido, sin grandes socavones. La economía marchaba bien, el paro se reducía como nunca y […]
El efecto dominó que aún acarrea la caída de la Industria en el País Vasco, amén del riesgo de extensión del descontento social –la capacidad de movilización del sector es aún importante-, ha llevado a las instituciones a aprobar planes de apoyo específicos parta el sector, así como para el conjunto de la economía vasca, en forma de ayudas y exenciones fiscales. El Plan ‘Bizkaia Aurrera’ de la Diputación Foral de Bizkaia es sólo uno de ellos, prevé inyectar más de 95 millones de euros. Ayudas que también se trabajan para apuntalar otro sector de cada vez mayor peso en la economías vasca como el de la automoción y que se ha visto inmerso en un inesperado frenazo a su actividad.
A comienzos de año en la industria, en términos generales, no se imaginaba que cerrarían el ejercicio como ahora lo teme. En enero la preocupación en las empresas del metal era la leve desaceleración que se detectaba pero que no inquietaba de modo importante. Entonces aún se hablaba de creación de empleo. También de beneficios, así al menos lo afirmaban siete de cada diez empresarios industriales antes de que la pandemia lo cambiara todo. Ahora los anuncios se escriben con recortes laborales.
Estabilidad
La industria en Euskadi es la base de la economía, si bien cada vez con menor peso. Lo hace además con unas buenas condiciones laborales, con casi un 85% de sus trabajadores con empleos indefinidos, y con las condiciones salariales que en muchos casos han sido el argumento de la patronal para cuestionar su capacidad competitiva.
El impacto del coronavirus en el tejido industrial vasco será desigual por comarcas. En algunos municipios vascos la industria representa la práctica totalidad de su actividad económica. Es el caso de Zamudio, en Vizcaya, donde un potente parque tecnológico absorbe su actividad. En este municipio el PIB se escribe en más de un 80% con la actividad industrial. Lo mismo sucede en otras localidades donde sus polígonos industriales o la presencia de importantes empresas y plantas generan la mayor parte de su actividad. En cambio, las ciudades hace tiempo que apostaron por los servicios. Sucede en Bilbao, donde la industria representa hoy apenas un 4,6% de su actividad económica.
La agonía ha llegado a su fin para certificar la defunción, el histórico astillero La Naval de Sestao ha anunciado […]
Instituciones, patronal y trabajadores confían en que el revés vírico sea puntual y que la recuperación se produzca a un ritmo más rápido del que anuncian los expertos. En una sociedad eminentemente industrial, donde uno de cada cuatro euros que genera en su economía es industrial, la crisis del 2008 le afectó en menor medida. Ahora, en cambio, un virus ha supuesto un impacto mayor, al menor a corto plazo.
Hubo un tiempo en el que las fábricas lo copaban todo. Los valles, los márgenes de los ríos o incluso el casco urbano de muchos municipios. Aquella Euskadi que olía a hierro y vestía buzos, en la que las chimeneas de la Industria se apropiaban hasta del aire que respiraban los vascos, era la producía gran parte de su riqueza. También fue la que atrajo a decenas de miles de personas procedentes de todos los rincones de España dispuestas a ganarse la vida en los florecientes polígonos del metal, la siderurgia o los astilleros. Fueron tiempos boyantes y no hace tanto que lo seguían siendo. En 2000 el sector industrial vasco aún producía uno de cada tres euros, no en vano llegó a representar cerca del 32% del PIB. Hoy sólo representa el 24,6%.