El 12 de julio los polacos volverán a las urnas para elegir a su presidente. Será una batalla entre liberales y tradicionalistas. El candidato izquierdista, Robert Biedron, apenas logra un 2,9% de los votos, en un país donde todavía pesa el pasado comunista.
El presidente, Andrzej Duda, tratará de mantenerse en el poder frente a las aspiraciones del alcalde de Varsovia, el candidato de Plataforma Cívica, Rafal Trzaskowski. En las elecciones celebradas este domingo han sido los dos candidatos más votados, pero el ganador, Duda, no ha superado el 50% de los votos.
La participación, al contrario de lo sucedido en las locales francesas, ha sido significativa. Un 62,8% de los polacos convocados a votar han acudido a las urnas en esta primera vuelta de las presidenciales, prevista en principio para el 15 de mayo. Tuvo que retrasarse por la pandemia del coronavirus.
El presidente Duda, que se vio con el presidente Trump pocos días antes de las votaciones, ha logrado un 42,9% de los votos, mientras que el liberal Trzaskowski conseguiría el 30,3% de los apoyos, con el 90% de los votos ya revisados.
Duda ha basado su campaña en la defensa de la identidad polaca, la tradición, la familia y los valores religiosos, que ve amenazados por la "ideología LGTBI" y el "caos" que representa su rival de Plataforma Cívica, con más arraigo en las grandes ciudades.
Una Polonia polarizada
El mapa electoral es muy llamativo en Polonia. Oriente es territorio de Duda, y la parte más occidental, zona donde convence más Trzaskowski. Las ciudades con menos de medio millón de habitantes y los pueblos siguen confiando en el presidente actual, es decir, en el Partido Ley y Justicia.
Donde se impone el actual alcalde de Varsovia es en las grandes urbes, las de una población superior al medio millón de habitantes, es decir, la capital, Cracovia, Lódz, Breslavia (Wroclaw), Poznan, Gdansk...
A medida que la población es mayor, son mayores los apoyos de Trzaskowski, pero Polonia difícilmente se gana sin las localidades más pequeñas y el campo. En los pueblos, Duda cuenta con más del 55% de apoyos, mientras que Trzaskowski apenas consigue el 19,6%. Sin embargo, en las grandes ciudades el alcalde de Varsovia cuenta con el 47,3% de los sufragios, y Duda el 25,2%.
Por edad, Duda se habría impuesto en primera vuelta si solo hubieran votado los mayores de 50 años. El liberal Trazskowski solo tiene una clara ventaja entre los más jóvenes, los votantes entre 18 y 29 años.
La segunda vuelta será la gran oportunidad de los liberales de empezar a poner freno al Partido Ley y Justicia, que tiene la mayoría en el Parlamento y que hasta ahora ha aplicado una política criticada por Bruselas por intentar controlar el poder judicial y por su tendencia autocrática.
El resultado electoral muestra, sin embargo, cómo Polonia no es Hungría. El Partido Ley y Justicia tiene un techo, en torno al 40%, y en la segunda vuelta el presidente Duda tendrá que luchar voto a voto por imponerse al carismático Trzaskowski, que es alcalde de Varsovia desde 2018. Fue elegido como candidato al posponerse las elecciones en mayo debido a la pandemia.
Los votos de los perdedores
El tercero en disputa, el periodista Szymon Holownia, tendría un 14% de apoyos, seguido por el ultraderechista Krzystof Bosak que ronda el 7%. A gran distancia se sitúa el izquierdista Robert Biedron con un 2,9%. Es decir, la izquierda en Polonia está a años luz de ser una opción política relevante. El candidato del Partido Campesino, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, un 2,5%. Y el farolillo rojo, el izquierdista Robert Biedron, que apenas obtiene un 2,3% de los sufragios.
Robert Biedron es el único candidato que se ha declarado abiertamente homosexual, en una Polonia en la que el partido dominante ha convertido la cuestión gay en una amenaza contra los valores patrios. El liberal Trzaskowski sí defiende la legalización de las parejas de hecho.
La campaña electoral de la segunda vuelta será feroz. Duda sabe que su mandato está seriamente amenazado. Y el Partido Ley y Justicia sabe que con un presidente liberal tendrá más dificultades para imponer su agenda.
En Polonia el presidente puede vetar las leyes aprobadas por el Parlamento, salvo que algún partido tenga una mayoría de dos tercios. El PiS tiene una mayoría mucho más reducida.
Será determinante a quién voten los partidarios de los otros candidatos que se han quedado fuera de juego y si pesa más en la mente de los polacos el miedo al Armagedón cultural o el miedo a que Polonia quede desmarcada de Occidente y se incline hacia la autocracia.
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