Alberto Núñez Feijóo revalidará su cuarta mayoría absoluta e Íñigo Urkullu gozará de una plácida victoria. Esta es la fotografía general que prevén las encuestas, tanto de institutos públicos como privados, para las autonómicas del 12 de julio, el primer proceso electoral que se pospuso por la pandemia y que se celebra cuando el impacto de la enfermedad ha amainado en la mayor parte del territorio español.
Pero hay un factor sobre el que ningún sociólogo se atreve a poner la mano en el fuego a pesar de los resultados de sus propios estudios demoscópicos, y ese es el grado de abstención que puede conllevar el temor al coronavirus en unas elecciones ya de por sí atípicas por las propias restricciones vinculadas a la apodada como 'nueva normalidad'. Es la gran incógnita, más después del terremoto ocurrido en los comicios locales en Francia. Allí, la participación ha caído a unos mínimos que no se registran desde el inicio de la V República, en 1958 y la abstención ha rozado el 60% de los 16,5 millones de electores que estaban llamados a las urnas.
¿Es extrapolable lo sucedido en Francia a la apertura de urnas en España? En base a sus cálculos, los expertos consultados coinciden en que no habrá un "hundimiento" en la participación como el del país galo, pero sí se producirá un descenso, especialmente en País Vasco. Y el porcentaje es un misterio, a pesar de los sondeos. Por ejemplo, en GAD3 trabajan con la hipótesis de entrada de que en Galicia la participación bajará tres puntos, del 63% al 60% y que podría ser algo más pronunciada en Euskadi. Pero en tiempos de Covid-19, la de la abstención es una cuestión tan voluble como el propio virus, "y no podremos saber la verdad hasta el día de la votación, a las 18.00 horas de la tarde", anticipa Narciso Michavila, presidente de la mencionada consultora.
En líneas generales se prevé un "leve descenso" que no conllevaría grandes implicaciones... siempre y cuando la situación siga como hasta ahora. "Indudablemente si se produce un rebrote en Galicia y País Vasco puede haber sorpresas", destacan desde el instituto Metroscopia. Habla en concreto el doctor en Sociología José Pablo Ferrándiz, quien prevé que, ante un repunte localizado de casos "aumentaría el miedo de la gente a estar en espacios cerrados e incluso de salir a la calle".
Si la participación cae por debajo del 55%, puede conllevar sorpresas notables para algunas fuerzas"
Michavila circunscribe esa volatilidad de la participación a los caprichos del virus, aunque se aventura a poner un umbral por debajo del cual las consecuencias políticas podrían ser "importantes". "Si la participación cae por debajo del 55% habría que mirar en qué sectores de edad se ha abstenido la gente. Si no es uniforme, puede conllevar sorpresas notables para algunas fuerzas políticas", sostiene.
"Estamos en continuo riesgo de rebrote, puede llegar en cualquier momento, y eso impacta mucho en la moral de la gente", señala el director general del Instituto DYM, Carlos Rello, quien añade otro factor que podría repercutir en la participación: la claridad del resultado antes de la votación. "Si la gente ve que gana Feijóo o Urkullu muy claramente, puede llevar a la desmovilización de parte de ese electorado", advierte.
Mayor impacto en País Vasco que en Galicia
Aunque leve, los cálculos iniciales hablan de una mayor abstención en País Vasco el próximo 12 de julio, por ser un territorio en el que el virus ha tenido un mayor impacto. Muy diferente es la situación en Galicia, donde los buenos registros epidemiológicos le permitieron ser el primer territorio nacional en experimentar la llamada 'nueva normalidad' y salir del período de fases de desescalada.
Una baja participación en Euskadi, augura Michavila, perjudicaría eminentemente a PNV y al PSE e impulsaría a formaciones más ideológicas como EH Bildu. En País Vasco, no obstante, los "juegos para alcanzar la mayoría son mucho más fáciles" que en el caso gallego.
Una de las mayores preocupaciones que planeaba sobre la Xunta de Galicia cuando las elecciones iban a celebrarse el 5-A era la desmovilización del electorado más mayor, potenciales votantes del PPdeG, por temor al coronavirus. Se esfumó cuando se anunció la fecha de los nuevos comicios, arropados por el calor de la mayoría absoluta que desprenden múltiples encuestas. Pero Ferrándiz recuerda que, de producirse una sorpresa asimilable a la de Francia, Feijóo no lo tiene tan fácil como Urkullu, pues podría depender de Vox -si logra entrar en la Xunta- o, por contra, del mismo PSOE para firmar mayoría absoluta y continuar al frente de la región, ambos socios indeseables para el barón popular. "Si bailan dos diputados respecto a lo que prevén las encuestas por estos factores externos, se queda fuera", pronostica el sociólogo. "Feijóo se lo juega a una carta: o todo o nada".
Feijóo "no está preocupado"
En el entorno del líder gallego aseguran que el presidente de la Xunta "no está preocupado" por lo sucedido en Francia, y confían no obstante en la ardua labor desarrollada no sólo por el PP, sino por todos los partidos, para llamar a la movilización, desde la organización de circuitos en los colegios electorales "para que la gente no se cruce" hasta pegatinas para marcar la distancia de dos metros entre personas, para que los votantes "se sientan igual de seguros que cuando van al súper".
"A los partidos les interesa seguir vendiendo el paradigma de seguridad, y lo van a inundar todo", señala el experto de Metroscopia, convencido de que si no hay repuntes la participación, especialmente en Galicia, no se verá dañada.
Fuentes del PP gallego ponen como ejemplo además el hecho de que, igual que en Francia la abstención ha marcado un récord, también lo ha hecho la participación en las presidenciales de Polonia, por encima del 62%. Los expertos vinculan este fenómeno a la propia "incertidumbre" que acompaña al virus, que explica la dificultad para pronosticar cómo se comportarán los electores el próximo 12 de julio.
De acuerdo con el último barómetro especial publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado el 24 de junio, Feijóo arrasará en Galicia y firmará otra mayoría absoluta, sin contar con la presencia de Vox en el Parlamento gallego y con una fuerza de entre 40 y 42 escaños, por encima de los 38 requeridos. Urkullu también revalidaría su vicgtoria, y reuniría al 40,8% de los votos y entre 31 y 34 escaños, casi tres puntos por encima de lo obtenido en 2016.
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