Desde el giro de guión que ha dado la "pieza Dina", que investiga la Audiencia Nacional dentro del "caso Tándem", sobre las correrías del ex comisario Villarejo, el vicepresidente segundo ha desaparecido prácticamente de la primera línea política y mediática. Pablo Iglesias ha optado por un perfil bajo, sin dejarse ver mucho ni ponerse a tiro de los periodistas, que deben conformarse con interrogar a la ministra portavoz, María Jesús Montero, sobre la posible situación procesal del líder de Unidas Podemos.
El tema puede tener serias repercusiones para el Ejecutivo si el juez Manuel García Castellón, que ya le ha retirado la condición de perjudicado, decide llevar su causa al Supremo, por ser aforado, acusado de presuntos delitos de destrucción de material informático y de revelación de secretos.
La última vez que compareció en rueda de prensa tras una reunión del Consejo de Ministros fue el pasado 9 de junio para presentar su Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia. Acompañado de la propia Montero y del titular de Sanidad, Salvador Illa, entonces ya se conocían las versiones contradictorias de Dina Bouselham y del propio Iglesias ante el juez, pero no fue hasta el día 25 que se le retiró la condición de perjudicado en la causa.
La presencia de Iglesias en la campaña vasca y gallega es casi testimonial
A partir de ahí han surgido una aluvión de informaciones en torno al caso que desmontan en muy buena medida la teoría de las cloacas policiales en torno a la cual Podemos organizó su discurso político desde el año pasado. Por ello Iglesias ha optado por un perfil bajo. Por ejemplo, este martes eludió responder a preguntas en la sesión de control al Gobierno en el Senado y se reservó para una interpelación del Grupo Popular sobre los planes que tiene para las residencias de ancianos en caso de un rebrote del Covid-19 y donde era mucho más difícil que le sacaran este tema. Aunque fue muy duro tanto en el contenido como en el torno de su intervención, ha estrenado una nueva discreción que se traslada incluso a la campaña electoral de las gallegas y vascas.
A Galicia, donde las previsiones electorales no son muy halagüeñas para su partido, sólo acudirá este domingo a Vigo y a Euskadi lo hará la semana que viene, el 6 a Bilbao y el 10 a Ordizia (Guipuzcoa). Este viernes iba a ir también a Galicia, aunque parece que habrá Consejo de Minitros extraordinario. Una presencia muy testimonial y todo ello a pesar de no tener una agenda gubernamental especialmente cargada estos días. Bien es cierto que Podemos ha sufrido una crisis aguda en la tierra de Alberto Núñez Feijóo y su figura está mucho más desdibujada que la de la titular de Trabajo, Yolanda Díaz, que de no ser ministra hubiera sido muy probablemente la apuesta para estas elecciones autonómicas.
En Marea, que obtuvo en 2016 14 escaños y fue la segunda fuerza política más votada, aunque a 27 escaños de Feijóo, puede quedarse, bajo la nomenclatura Galicia en Común-Anova-Mareas, en 6, conforme a la media de los sondeos que se han ido publicando. Incluso el CIS les dio una horquilla entre 4 y 6, un batacazo en toda regla. Fuentes de Unidas Podemos admiten el pesimismo de la izquierda gallega "y así no se puede salir a ganar las elecciones", lamentan. Desde Galicia señalan que el diseño de la campaña "es ir de menos a más", aunque reconocen dificultades para organizar actos por los efectos de la pandemia y el miedo a los rebrotes y hacerse oír.
En cambio en Euskadi los morados aguantan mejor, aunque el crecimiento de los socialistas vascos va en detrimendo suyo. En 2016 llegaron a dar el sorpasso al PSE, al que superaron por dos escaños. Según la media de todos los sondeos, socialistas y morados intercambiarían las tornas, los primeros con 11 diputados autonómicos y los morados con 9. El CIS de Tezanos no sólo suaviza este descenso, sino que incluso apunta a que pueden sacar un parlamentario más.
Preguntas sin respuesta
Se confirmen o no los sondeos, Iglesias elude exponerse ante la prensa para evitar preguntas incómodas respecto a la tarjeta del móvil de Dina Bouselham, el papel que ha jugado la abogada Marta Flor, las supuestas filtraciones de la Fiscalía y su hipotética imputación por un delito informático que retrotrae a la destrucción del disco duro del ordenador de Bárcenas, con lo que Podemos hizo tanta sangre durante tanto tiempo.
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