Hubo un tiempo en el que el PNV hacía juramentos sagrados ante la Virgen de Begoña y la Hostia consagrada. Lo relató en vida el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, (‘Así fue’. Ediciones Foca) rememorando la exigencia que la dirección del partido impuso al lehendakari José Antonio Agirre. Cansado de comandar un barco imposible en aquel Gobierno vasco del exilio, solicitó ser exonerado de la disciplina del partido para poder controlar un Ejecutivo integrado por comunista, republicanos, anarquistas y nacionalistas. A cambio, Agirre debía jurar, de rodillas y ante lo más sagrado, que respondería incluso con su propia vida si incumplía las instrucciones del EBB.
Aquel partido que Sabino Arana fundó el 31 de julio –festividad de San Ignacio- de 1895, aún mantenía a Dios, la religión y los principios del catolicismo en el centro de su ideología. Su lema, ‘Jangoikoa eta lege zaharra’ (Dios y ley vieja) que dio forma a su denominación, se ideo para “conjugar una concepción trascendente de la existencia con la afirmación de la nación vasca”. Tardaría aún muchas décadas más para dejar a Dios y la religión a un lado y proclamarse aconfesional.
No fue hasta marzo de 1977, en la Asamblea Nacional del partido en Pamplona, cuando el PNV se desligó definitivamente de la confesionalidad católica que imprimieron los hermanos Arana. Hoy, 43 años después, se define además como “democrático, participativo, plural, humanista, abierto al progreso y a todos los movimientos de avance de la civilización”. Lo que no se visibiliza en su definición es si es de derechas, de izquierdas o de centro. En ese eje, el PNV hacer tiempo que prefirió la ambigüedad, la indefinición; un poco de derecha, un poco de izquierdas y un poco de centro.
Pese a que el imaginario colectivo continúa situándole en la derecha, y lo hace casi con la misma intensidad con la que los últimos dirigentes del partido se han esforzado por quitarse esa etiqueta, en Sabin Etxea no ocultan su malestar cuando se apela a su condición de formación de derechas.
"Es algo anacrónico"
El propio lehendakari, Iñigo Urkullu, candidato del PNV del 12-J, aseguró recientemente que la clasificación de la política entre formaciones de derecha e izquierda es algo “obsoleto, anacrónico” y retó a quienes continúan ubicándoles en el lado derecha de la balanza a demostrar quién es “más de izquierdas que el PNV” en cuanto a políticas sociales se refiere.
No es la primera ocasión en la que el partido descalifica ese eje en el que no se siente cómodo. El hoy presidente del PNV, Andoni Ortuzar, lleva años haciéndolo. En 2014 afirmó que “ser de izquierdas y derechas es algo que está totalmente en crisis, sobrepasado y adulterado”. Él se presenta como una persona educada en un entorno “de la izquierda clásica”, escuchando desde niño a viejos comunistas y socialistas que crecieron junto a Dolores Ibarruri, ‘La Pasionaria’, nacida apenas dos kilómetros de Abanto, su pueblo natal.
Pese a que el PNV insista en esa idea, aún son mayoría los que le sitúan en la derecha de la balanza ideológica. Su historia centenaria pesa demasiado. Su origen sabiniano, de claro humanismo cristiano, la presencia religiosa en muchos de sus símbolos, himnos y discursos, revelan con claridad el origen del partido. El propio Urkullu ha enarbolado en muchas ocasiones su perfil humanista, sus creencias religiosas y ha recurrido, con matices, a la vieja fórmula empleada por Agirre en la jura ante el Árbol de Gernika, el “símbolo sagrado” para el PNV y muchos vascos. Entretanto el PNV continúa con su progresiva secularización. Urkullu prescindió de la Biblia en su toma de posesión en Gernika y sustituyó el tradicional “Ante Dios humillado” por un “Humildemente ante Dios y la sociedad”. Sólo Patxi López (PSE) prescindió de cualquier referencia a Dios con la fórmula “En pie ante…”.
El sociómetro vasco, elaborado desde 1995 por el Ejecutivo vasco, demuestra que en la escala de 0 a 10 del espectro que va de la extrema izquierda a la extrema derecha, apenas ha variado. Los vascos se situaban a mediados de los 90 en un 3,6 de la escala. El sentimiento de izquierda se ha ido moderando levemente hasta alcanzar el 4,3 en 2010 y el 3,9 este año.
Empate izquierda-derecha
Una de las paradojas de la política vasca es que la sociedad se declara de izquierdas -de modo mayoritario- pero vota con mayor aceptación a un partido que sitúa en la derecha para que lidere sus gobiernos. Así lo ha hecho desde la recuperación de la democracia en todas las legislaturas. Incluso en las autonómicas de 2009 el PNV se impuso con claridad en las elecciones y sólo la alianza PSE-PP, López-Basagoiti, le privó de la lehendakaritza.
En 2020, el último sondeo revelaba que uno de cada tres vascos, el 33%, se sitúa en la extrema izquierda y un 43% en la izquierda moderada. La derecha, la que se sitúa por encima del 7 en el eje izquierda-derecha, apenas representa en la actualidad un 4%. En las últimas elecciones autonómicas la suma del PNV y el PP, las formaciones más cercanas a la consideración de partidos de derechas, sumaron 505.000 votos, casi lo mismo que la suma de las tres formaciones ubicadas en la izquierda, PSE, Podemos y EH Bildu, 508.000 votos.
En el País Vasco el concepto derecha ha ido adelgazando su significado. El PNV se ha empeñado mucho en ello. “La derecha” es hoy, en Euskadi, más sinónimo de “España” que de políticas sociales, educativas o fiscales o económicas. ‘Ser de derechas’ es una etiqueta para una posición territorial, patriótica o histórica. Las referencias a ‘la derecha’ desde el nacionalismo son siempre a “la española” y no la vasca.
Un amplio espectro
Ha sido una de las habilidades del PNV en su viraje continuado desde que fue legalizado tras la muerte de Franco. La formación que hoy preside Ortuzar ha logrado captar muchos de los votos de los ciudadanos que se sitúan en la izquierda, pero también de los que se ven en la derecha y por supuesto de quienes ser autodefinen de centro. El PNV abarca hoy un amplio espectro ideológico que linda, cuando no invade, terreno de Podemos, PSE, Bildu y el PP.
Ha sido capaz de compaginar su apoyo a políticas alejadas de la derecha tradicional y que tiempo atrás su predecesores jamás hubieran aceptado, como el aborto y el matrimonio homosexual, con la defensa de algunos de los conceptos más tradicionales de la cultura religiosa de una Euskadi cada vez más secularizada o con un inicio de campaña –como el llevado a cabo el pasado día 25- coreando el himno vasco ‘Gora ta Gora’ -“Arriba y arriba Euskadi, gloria y gloria a su buen Dios” y honrar al Arbol de Gernika “sagrado “ en el que “encontramos la cruz santa”. Un himno que corean miles de simpatizantes al inicio del ‘Alderdi Eguna’ (Día del partido) mientras se iza la ikurriña y poco después de que la misa matutina diera comienzo a la jornada más festiva de la formación.
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