Es el viejo roble centenario ante el que juran o prometen los lehendakaris. No hace mucho tiempo lo hacían ante la biblia y el crucifijo, ante ‘Dios humillado’. Ahora, en la Euskadi secularizada, los presidentes elegidos por el Parlamento Vasco toman posesión de la ‘makila’ presidencial ante el Estatuto y los ciudadanos. En realidad, hoy el lugar que simboliza los derechos históricos de los vascos lo preside un joven retoño descendiente del originario Árbol de Gernika. ‘Sagrado’ para los nacionalistas, simplemente reconocido y respetado por los constitucionalistas. En esta campaña electoral la mayoría ha vuelto a dejarse fotografiar bajo su sombra, a empaparse de su simbología, de su historia. Toca pedir el voto.
El significado no es el mismo para unos y otros. El espectro ideológico está salpicado de matices que van desde la consideración como ‘semidivino’ a lo civil o al olvido indiferente. El Árbol de Gernika significa autogobierno para unos, foralidad para otros, unidad territorial en unos casos, primera fase del proceso soberanista en otros... En lo que todas las papeletas coinciden es en que supone, de uno u otro modo, un recurso electoral innegable: para reivindicar la necesidad de superar completamente el Estatuto de Gernika de 1979, para garantizar que no se irá más allá de una mera actualización o para blindarlo ante amenazas rupturistas.
Los últimos en hacerlo serán el Partido Popular y Ciudadanos. Visitarán mañana la Villa vizcaína. Será el primer acto conjunto de sus líderes, Pablo Casado e Inés Arrimadas. Pedirán el voto para su coalición PP+Cs y su candidato, Carlos Iturgaiz. También ellos lo harán ante el Árbol de Gernika. Antes lo hicieron los candidatos del PNV, Iñigo Urkullu, o de Elkarrekin Podemos, Miren Gorrotxategi. La convocatoria de PP+Cs dejará claras sus diferencias y el significado que otorgan al lugar elegido para un mitin inédito entre ambos partidos: la defensa de las libertades y el pluralismo en el País Vasco. Casado y Arrimadas aprovecharán su presencia en Gernika para reivindicar una alternativa a la del nacionalismo basada en “nuestros marcos de convivencia, el Estatuto de Gernika y la Constitución española”.
En realidad, Gernika se ha convertido en un símbolo de autogobierno y fueros, en un árbol con cinco ramas bien diferenciadas: PNV, Bildu, PSE, Podemos y PSE+Cs. En algunos casos el nuevo estatus que se trabaja desde hace años en el Parlamento Vasco y se continuará en la legislatura próxima promete reconocer el derecho a decidir, en otros partidos incluirá la necesidad de ‘consultas habilitantes’ para una nueva relación con España. Los habrá que contemplarán el límite de mayorías absolutas como única exigencia y que otros elevan a ’calificadas’. En algunos programas figuran como un nuevo estatuto de mera puesta al día del marco competencial o los hay que aspiran a ir más allá con un “autogobierno de soberanía”.
PNV. La 'rama confederal'
Es sin duda la formación que con más frecuencia ha recurrido a su simbología. En el PNV subrayan que más que los fueros que durante siglos juraban respetar los ‘Señores de Vizcaya’ al tomar posesión, hoy representa el autogobierno vasco. Hasta ahora el PNV había optado por Vitoria para comenzar sus campañas, pero esta vez, en estas singulares elecciones, el candidato Iñigo Urkullu arrancó su campaña ante el viejo roble. Lo hizo sólo horas después de cerrar el traspaso de tres nuevas competencias del Estatuto de Gernika a Euskadi, y reivindicando un autogobierno nuevo, una renovada relación de Euskadi con España. Su partido recordó el carácter ‘sagrado’ del roble ante el que juran los lehendakaris y el compromiso firme que suponen las promesas que el partido hace en ese lugar.
En su programa electoral, la formación de Urkullu fija para antes de 2024 la consecución de un largo proceso que permita activar una relación confederal con España. Antes habrá que aprobar un documento articulado en el Parlamento Vasco, que ya cuenta con tres propuestas sobre la mesa, una del PNV con el apoyo parcial de Podemos y el PSE, otra de EH Bildu y una tercera del PP. Los nacionalistas contemplan en su programa que una vez aprobado en la Cámara vasca, el documento se someta a una consulta “habilitante” para reforzar su tramitación en las Cortes. La ratificación final se haría en un referéndum “legal y pactado” con el Estado.
La propuesta del PNV contempla el reconocimiento del derecho a decidir, cuyo ejercicio requerirá una adecuación del actual marco normativo. Subraya que hay base legal para afrontar todo el camino hacia la Euskadi confederal recurriendo a la potencialidad de la disposición adicional primera de la Constitución y de la adicional del Estatuto de Gernika.
EH Bildu. La 'rama soberanista'
La izquierda abertzale no mira mucho al viejo roble y cuando lo hace es para desmarcarse del Estatuto como fórmula agotada. “El Estatuto de Gernika está obsoleto”, asegura en su programa electoral. Considera que se ha demostrado ineficaz ante las “múltiples injerencias” del Estado y que en esta pandemia se ha puesto en evidencia. La candidata de EH Bildu, Maddalen Iriarte, no ha dejado de recordar que también en este ámbito la palabra del PNV está devaluada, en especial tras el acuerdo de bases del nuevo estatus que suscribieron con ellos en el Parlamento Vasco y que no trasladaron a su propuesta de texto articulado.
Lo que Bildu propone a los electores para el 12-J es mucho más ambicioso que una mera actualización del Estatuto de 1979. En los próximos cuatro años impulsará un texto que dote de plena soberanía a Euskadi, con herramientas propias de un Estado, como un código penal y un sistema judicial vasco. También contempla impulsar cambios en clave de soberanía plena en todos los demás apartados como las relaciones laborales, la sanidad, la educación, etc. para no estar en ningún caso “supeditados a España”: ”Sólo así se podrá garantizar la recuperación de una democracia en la que los vascos puedan decidir su organización política e institucional”.
En las propuestas electorales se incluye la modificación del artículo 46 del Estatuto de Gernika, si bien no se detalla en qué términos, que regula el procedimiento de modificación y reforma del Estatuto. Además, Bildu propone que bastará con que la mayoría absoluta del Parlamento Vasco lo solicite para que se promueva una consulta pactada, o lo que es lo mismo, con el entendimiento del nacionalismo.
PSE. La 'rama actualizada'
Los socialistas no hablan de superación ni de modelo obsoleto. Para el PSE el Estatuto de Gernika sólo requiere de una “actualización” profunda a través de un texto articulado “viable, útil” y con consensos más amplios incluso que los alcanzados por el Estatuto de Gernika. La formación de la candidata Idoia Mendia incluye en su programa que cualquier cambio del autogobierno vasco requerirá de mayorías “cualificadas”, superiores a la mayoría absoluta.
En su modelo de autogobierno actualizado no se habla del derecho a decidir sino del “derecho al autogobierno” sustentado en “un pacto de convivencia” entre las distintas sensibilidades en Euskadi. El respeto al ordenamiento jurídico vigente es una línea roja que el PSE establece y la no ruptura con España una máxima que no está dispuesto a traspasar. Su “derecho al autogobierno” no se escribe en clave soberanista sino de actualización y adaptación al nuevo siglo XXI del autogobierno recogido en el Estatuto de Gernika. Se deben “resolver carencias y ambigüedades” del documento de 1979, señala su programa para estas elecciones autonómicas.
Además, el PSE quiere aprovechar el viaje no sólo para actualizar el “autogobierno hacia fuera”, entre Euskadi y el Estado, sino también “hacia dentro”, entre el engranaje institucional vasco. Es ahí donde plantea una de sus propuestas con menos adhesión, que la competencia normativa tributaria ahora en manos de las diputaciones forales pase a manos del Parlamento vasco.
La Euskadi que propone no contempla el derecho a decidir sino una certificación de la pluralidad de sentimientos que conviven en el País Vasco, “una nación de hombres y mujeres” plurales y con “singularidades”. Propone que el título preliminar del Estatuto incorpore una definición más precisa de la “comunidad vasca como proyecto de convivencia basado en la voluntad de sus ciudadanos”. En su articulado debería quedar bien detallados los derechos y deberes de los ciudadanos vascos, de las instituciones, la definición del marco competencial en la relación con el Estado o cuestiones como el estatus del euskera, plantea el PSE.
Elkarrekin Podemos. La 'rama canadiense'
La formación de Pablo Iglesias está en un punto intermedio. Defiende el derecho a decidir o el carácter nacional de Euskadi pero no apuesta por su separación de España. En su programa define al País Vasco como una “comunidad con carácter nacional” que tiene derecho a su autogobierno y que mantiene vínculos históricos, sociales, económicos y culturales con Navarra y al País Vasco francés, con “Euskal Herria”.
El texto que en estos próximos años quiere aflora Elkarrekin Podemos lo contempla como un documento con carácter “prácticamente constitucional” para Euskadi. Un texto que deberá ser refrendado previo pacto “claro y transparente” con el Estado. La formación morada defiende la capacidad para ejercer el derecho a decidir, por lo que urge a facilitarlo “dentro del ordenamiento jurídico vigente”. Recurre al Pacto o Ley de Claridad entre Quebec y Canadá como precedente de acuerdo para articular mecanismos legales para consultar a la ciudadanía “con preguntas claras y mayorías cualificadas para ser vinculantes”. Elkarrekin Podemos propone que en el futuro encaje territorial de Euskadi se blinden los derechos sociales más que ningún otro elemento.
La Euskadi que propone pasa por un encaje en una nación o Estado español “plurinacional y pluricultural” que reconozca el derecho de autodeterminación de los pueblos.
PP+Cs. La 'rama foralista'
El anterior presidente del PP vasco, Alfonso Alonso lo convirtió en su seña de identidad. En sus discursos defendió con reiteración la foralidad como la singularidad vasca y su defensa como la singularidad del PP en Euskadi. Fue incluso ésta una de las cuestiones que más reticencias suscitó para cerrar un acuerdo con Ciudadanos. Su posición crítica con el Concierto Económico vasco y los derechos forales del País Vasco habían impedido un pacto de coalición en convocatorias anteriores.
Ahora, tras la salida de Alonso y la imposición de Iturgaiz como candidato por parte de Génova, la coalición PP+Cs ha sido posible. Oficialmente se apunta a que el acuerdo incluye un respeto a la foralidad y al Concierto Económico por parte de la formación de Arrimadas. El mitin que mañana protagonizará a la sombra del Árbol de Gernika ya ha sido cuestionado y criticado por el PNV por considerar ‘fake’ el acto que protagonizarán populares y naranjas en Gernika.
Lo cierto es que en el programa electoral de la coalición apenas hay referencias a cuál es el modelo de autogobierno que defienden. El apartado ‘Foralidad y autogobierno’ que PP y Cs han pactado en el documento sólo se dedican tres líneas a esta cuestión. Se apunta que la “alternativa constitucional” que defienden está comprometida con el autogobierno vasco y “con el pleno y leal desarrollo estatutario de acuerdo a la Constitución y a la interpretación que de los mismos hace el Tribunal Constitucional”.
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