Belgrado ha estallado. Menos de un mes después de que el presidente, Aleksander Vucic, lograra una contundente victoria en las elecciones, las primeras después del confinamiento, en la capital serbia se han vivido jornadas convulsas. Miles de personas se han manifestado en contra de la gestión de la pandemia, pero sobre todo, han salido a las calles a decir: "¡Basta ya!" a un líder que cada vez ejerce el poder de forma más autoritaria.
Vucic ha tenido un jueves intenso, después de dos noches de algaradas violentas. La tercera noche ha sido más tranquila, pero se han mantenido las protestas.
Cientos de antidisturbios en carros blindados han reprimido con gases lacrimógenos a los manifestantes. Los más radicales han lanzado piedras, bengalas encendidas y todo tipo de artefactos contra los agentes. Al menos 60 personas han resultado heridas, entre ellas 43 policías.
La primera gran marcha tuvo lugar el martes en respuesta al anuncio del presidente Vucic de implantar un toque de queda este fin de semana por los rebrotes del coronavirus. En las últimas semanas se ha registrado un aumento de casos. En total, en Serbia se han confirmado más de 17.000 positivos y más de 352 fallecidos, según el recuento de la Universidad Johns Hopkins. Los hospitales están cada vez más desbordados.
Serbia levantó el confinamiento justo antes de las elecciones, y después han aumentado exponencialmente los positivos. El anuncio del toque de queda ha sido el detonante que ha llevado a miles de ciudadanos a manifestarse contra el presidente Vucic y su gobierno. Tan fuerte ha sido este estallido de ira que Vucic ha dado marcha atrás y ha anunciado que volverán a estudiar las medidas que se van a aplicar.
Me recuerda al Maidán porque es una revuelta contra el gobierno, motivada por el hartazgo de la gente. Están hartos de que les manipulen y de que Vucic haya secuestrado el Estado", dice Ruth Ferrero
"Me recuerda al Maidán porque es una revuelta contra el gobierno, motivada por el hartazgo de la gente. Están hartos de que les manipulen y de que Vucic haya secuestrado el Estado. Se une la revuelta ciudadana y la movilización de la extrema derecha. La policía permite la violencia de extrema derecha para cargar contra ellos y reprocharles que van contra Serbia y son extremistas. El tema del encierro ha sido la gota que ha colmado el vaso", afirma Ruth Ferrero, profesora de la Universidad Complutense de Madrid e investigadora adscrita al Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI).
Vucic ha reaccionado este jueves para contener esta ola de indignación. Ha dado un mensaje a la nación en el que se ha presentado como víctima de los exaltados y se ha presentado como el garante del bienestar ciudadano. A la vez que ha trasladado la idea de que se identifica con Serbia y también se ha distanciado de Rusia. De esta manera, quien ataca a Vucic es antiserbio.
A pesar de las protestas, con la confianza de que al echarse atrás con el toque de queda se contenga la situación, Vucic ha emprendido un viaje a París, donde se ha entrevistado con el presidente, Emmanuel Macron. En un video grabado en el avión con rumbo a París, Vucic ha dicho: "Queridos ciudadanos, os prometo que seré capaz de proteger la paz y la estabilidad a pesar de los ataques violentos de criminales y fanáticos que tanto nos han conmocionado".
Ha indicado su preocupación por el hecho de que el Ayuntamiento de Novi Sad haya resultado dañado en estas protestas, cuando ni siquiera resultó dañado con los ataques fascistas en 1941. "Os pido a la gente de Belgrado, Novi Sad, y en otras ciudades, que no respondáis a las hordas, lo hará el Estado", ha añadido.
La protesta se extendió el miércoles desde Belgrado a la segunda ciudad del país, Novi Sad, donde los manifestantes incluso intentaron asaltar la emisora de la radio pública local. También atacaron la sede del ayuntamiento y arrojaron piedras contra la sede del partido de Vucic, el Partido Progresista Serbio (SNS, en serbocroata).
Kosovo, asignatura pendiente
La actividad internacional de Vucic es muy intensa en estos días, debido al intento de resolución del conflicto de Kosovo, Estado que reconocen como independiente todos los países de la UE, salvo cinco, entre ellos España.
Recientemente, Vucic iba a reunirse en Washington con Trump y el presidente kosovar, Hashim Thaci, pero el encuentro se suspendió in extremis, después de que el líder kosovar fuera acusado por el Tribunal Especial para Kosovo, con sede en La Haya, de diez cargos de crímenes de guerra y contra la Humanidad por su supuesta responsabilidad en un centenar de asesinatos.
Este viernes van a mantener una reunión virtual con el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, con el fin de preparar el reinicio del diálogo de normalización entre estos dos países balcánicos este fin de semana.
Kosovo es la asignatura pendiente en los Balcanes, y por ende en Europa. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ya expuso en su examen ante el Parlamento Europeo cómo es uno de los problemas que tiene como objetivo encauzar durante su mandato.
Opositores o golpistas
Ha sido la primera ministra, Ana Brnabic, quien ha anunciado una serie de medidas restrictivas sustitutivas del toque de queda planificado en principio. El gobierno de Belgrado va a prohibir las reuniones de más de diez personas en la capital, tanto en el exterior como en lugares cerrados.
A pesar de este anuncio, por tercera noche consecutiva, numerosas personas se han concentrado delante del Parlamento serbio. La mayoría se han sentado en la acera a las afueras de la Asamblea para diferenciarse de los que recurren a la violencia.
"Hay manifestantes más violentos que pueden estar controlados por la extrema derecha, tolerada a su vez por la policía. Al igual que sucedió en el Maidán, empiezan movilizaciones plurales, pero la extrema derecha puja por tener el control de las protestas", añade Ruth Ferrero.
Otras medidas que van a aplicarse son la distancia social en espacios cerrados y la prohibición de trabajar entre las 21h y las 6h. Los espacios abiertos, como los parques, estarán cerrados entre las 23h y las 6h. Estas restricciones se refieren exclusivamente a Belgrado.
Son intentos de tomar el poder sin la voluntad del pueblo, sin participar en las elecciones", afirma el ministro del Interior
El ministro serbio del Interior, Nebojsa Stefanovic, ha denunciado un intento de golpe de Estado. "Son intentos de tomar el poder sin la voluntad del pueblo, sin participar en las elecciones", en relación a los recientes comicios.
Si bien es cierto que Vucic ganó de forma clara las elecciones del 21 de junio, hay un creciente descontento en las ciudades con una forma de ejercer el poder sin dejar resquicio a la crítica. Los medios de comunicación están sufriendo el acoso desde el poder hasta tal punto de que resulta difícil saber realmente qué está pasando en Belgrado.
"La victoria de Vucic se explica por diversos factores: hubo mucha abstención, pero también hay que tener en cuenta que hay un abismo entre el campo y la ciudad, algo que también se observó en Ucrania. Hay mayor conciencia política y democrática en las ciudades. En Belgrado Vucic logró menos apoyos. En resumen: las protestas no son por el encierro. El anuncio de toque de queda ha sido la gota que ha colmado el vaso. La gente está harta de los abusos de poder de Vucic", apunta Ruth Ferrero.
El presidente serbio, que fue un antieuropeísta declarado y ahora se dice defensor de la causa europea, arremetió contra la Unión Europea, al principio de la pandemia, cuando desde los Veintisiete se impusieron restricciones a la exportación de respiradores y otro instrumental básico para hacer frente al coronavirus.
Enrabietado, acusó a la Unión Europea de dejar de lado a Serbia y alabó a China por haber apoyado a Belgrado. "Como sabéis nos han vetado como receptores de material médico. He pedido ayuda a mi amigo, hermano, Xi Jinping. Para la UE no somos lo suficientemente buenos», dijo Vucic a mediados de marzo.
«Esa resolución la hacen quienes vienen a darnos lecciones y nos dicen que no hemos de comprar bienes de China porque los suyos son de mejor calidad y es competencia desleal. Cuando todo va bien, les interesa el dinero de Serbia y quieren vendernos su productos. Cuando hay dolor y sufrimiento, el dinero de Serbia no sirve», ha declarado Vucic, que atiza el nacionalismo, especialmente cuando hay problemas en el horizonte.
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