Las elecciones presidenciales más reñidas en 25 años han dibujado una Polonia dividida claramente en dos: la Polonia urbanita y la rural; la Polonia joven y la Polonia de los jubilados; la Polonia soberanista y la Polonia liberal; la Polonia proteccionista y la Polonia europeísta. Solo puede haber un ganador y ha sido el actual presidente, Andrzej Duda. Con el 99,97% escrutado, el presidente Duda ha obtenido un 51,21% de los votos frente al 48,79% del opositor Trzaskowski. La participación ha superado el 68%. Duda ha logrado así la reelección en un recuento emocionante hasta el final.
Duda está apoyado por el partido Ley y Justicia, que lidera en la sombra Jaroslaw Kaczynski. Hace cinco años Duda, que había sido eurodiputado, ganó por sorpresa su primer mandato. En esta segunda ocasión, ha tenido que pelear voto a voto. Hay una Polonia que lo respalda a ciegas, a pesar de que su victoria pone en riesgo los valores democráticos y la relación con la Unión Europea, como ha quedado claro en la campaña. "Agradezco mucho esta victoria a Jaroslaw Kaczynski (ex primer ministro polaco)", ha dicho Duda, ya victorioso.
El alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, ha demostrado que tiene mucho futuro como cabeza de la oposición. No se recordaba una segunda vuelta tan emocionante desde el enfrentamiento entre el presidente, Lech Walesa, y el socialista, Aleksander Kwasniewski. La participación en esta segunda vuelta ha batido récords, prueba de lo que estaba en juego.
Trzaskowski ha logrado sumar a votantes de otros partidos de la oposición y a los desilusionados con Plataforma", afirma Aleksandra Sojka
La victoria de Duda por la mínima muestra cómo la polarización en Polonia es cada vez mayor. La campaña del presidente, que ha utilizado los medios de comunicación estatales en su favor, y ha presionado a los independientes con furia, ha traspasado muchas líneas rojas. En los últimos días ha recurrido al antisemitismo y a alentar la germanofobia, por una información que no le favorecía en un diario sensacionalista local ligado al grupo Springer.
"Ahora o nunca", solía repetir Rafal Trzaskowski en la campaña. No ha sido ahora pero el alcalde de Varsovia ha estado cerca de conseguirlo. Y lo ha conseguido en apenas dos meses.
"Trzaskowski ha logrado lo que hace mucho tiempo que la oposición no conseguía. Su candidatura ha ido más de la división entre Plataforma Cívica y Ley y Justicia. El electorado de PiS es muy leal. La oposición estaba más dividida. Su éxito ha sido sumar a votantes de otros partidos de la oposición y a los desilusionados con Plataforma y que dejaron de votar. Ha movilizado bastante. Su reto es ahora mantener la ilusión, aunque quedan tres años hasta las próximas legislativas", afirma la profesora polaca Aleksandra Sojka, que imparte clases en la facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Carlos III de Madrid.
Las elecciones estaban previsto que se celebraran el 10 de mayo, pero la propagación del coronavirus motivó que se retrasaran, si bien el gobierno intento que tuvieran lugar hasta última hora. Finalmente, se pospusieron al 28 de junio en primera vuelta y el 12 en segunda.
En mayo Duda incluso parecía que era el claro ganador en primera vuelta, cuando se necesita superar el 50% para evitar una nueva elección entre los dos primeros en el recuento. La opositora Plataforma Cívica cambió entonces a su cabeza de cartel y designó el 15 de mayo al alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski como candidato.
En la primera vuelta ganó el presidente Duda por 12 puntos de ventaja sobre Trzaskowski, pero había esperanza, ya que muchos de los votantes de otros aspirantes desbancados irían a parar al alcalde de Varsovia, que también ha sido eurodiputado.
Las dos Polonias
El gran reto de Trzaskowski, un intelectual políglota, hijo de un compositor de jazz, era convencer a la Polonia que va más allá de las grandes ciudades de que era un candidato fiable, que no echaría a perder todos lo que el partido Ley y Justicia ha hecho por ellos.
Ha sido un combate entre quienes ven su identidad nacional y sus valores (sobre todo la familia) amenazados y quienes ven que la deriva de Polonia hacia el autoritarismo putinista con Ley y Justicia se acentuará. Ahora el partido que domina el Parlamento no tendrá un dique de contención en la Presidencia, algo que preocupa mucho en la Unión Europea.
El gran bastión de Duda es la Polonia de las pequeñas ciudades y de los pueblos. Sus habitantes se han visto bien representados por Ley y Justicia, que ha sabido que tenía que gobernar pensando en ellos, no solo en las élites urbanas. Ha repartido la riqueza de forma adecuada.
Duda gana claramente en los pueblos pequeños (63,2% frente a 36,8%), y Trzaskowski casi en la misma proporción en las ciudades de más de medio millón de habitantes como Varsovia, Cracovia, Lódz, Breslavia y Poznan. Cuanto más populosa es la población más apoyo tiene la oposición.
Los jóvenes han optado claramente por el alcalde de Varsovia. El 64,4% de los menores de 29 años han apoyado a Trzaskowski frente al 35,6% que están con Duda, quien convence abrumadoramente a los mayores de 60 (61,3% frente al 38,3%). El candidato liberal cuenta con una ligera ventaja entre las mujeres y es el claro favorito de quienes tienen estudios universitarios (65,7% frente al 34,1% de Duda).
A la Polonia europeísta de Trzaskowski, que anunció que sus primeros viajes serían a Bruselas, París y Berlín, se opone la Polonia más atlantista de Duda, que acudió a la Casa Blanca poco antes de la primera vuelta para lograr el respaldo, al menos fotográfico, del presidente Donald Trump.
"Hay una gran parte de población que querría emular el sueño americano. Y eso lo personifica Duda. Lo irónico es que Polonia podría tener más peso en la UE del que tiene en la relación con EEUU. Pero ideológicamente piensa que es mejor cooperar con Estados Unidos que renunciar a la soberanía dentro de la UE. En Polonia se admira mucho a Estados Unidos, es una herencia del comunismo, cuando se veía como la gran alternativa, la encarnación del éxito de la política de libremercado", señala Aleksandra Sojka.
Más tensión con Bruselas
La gestión económica también ha avalado a Duda. Polonia es el país de la Unión Europea que menos se va a resentir por los efectos de la pandemia. Su contracción será del 4,6% este año, según las previsiones de la Comisión Europea, menos de la mitad que la que sufrirá España.
Polonia tiene a su alcance a Italia, país al que puede superar pronto en riqueza. El gran acierto de Ley y Justicia ha sido que ha sabido redistribuir la riqueza para que ese bienestar sea también percibido por los que viven fuera de las grandes ciudades.
La victoria de Duda complica aún más las negociaciones del fondo de recuperación en el Consejo Europeo. El gobierno polaco se opone a la formulación actual, y ahora se ve reforzado porque el presidente no va a frenar lo que proponga el partido Ley y Justicia.
Polonia está siendo seguida de cerca por la Unión Europea por el escaso respeto que ha mostrado el gobierno por el respeto al Estado de Derecho. Según Jedrzej Bielecki, periodista en Rzeczpospolita, Jaroslav Kaczynski, hombre fuerte de Ley y Justicia, "es un demócrata a su manera. Cree que con mayoría puede hacer lo que quiera. No ve que haya que respetar el Estado de derecho".
En el país se prevé que Polonia arremeta contra la prensa independiente, a la que atribuyen intentos de injerencia. Como Fakt publicó una noticia sobre el perdón de Duda a un pederasta, cuando el presidente ha basado su campaña en el sacrosanto valor de la familia, culpó al medio de servir a los intereses de Alemania, que estaría intentando intervenir en la campaña presidencial polaca.
"Ahora tienen tres años sin elecciones con mayoría parlamentaria en la Cámara Baja y el presidente. Pueden seguir con su contrarrevolución. Lo que me preocupa son los medios. Hasta ahora había medios libres y han hecho de contrapeso a la propaganda de la televisión pública. Los académico, muy críticos, también temen estar en el objetivo del gobierno", dice Sojka.
La tensión con Bruselas irá in crescendo. En estas elecciones también se dilucidaba si Polonia prefería mirar al Este o al Oeste. Por apenas unos miles de votos, en un electorado similar al de España, de más de 30 millones, los polacos giran al Este, a un putinismo autoritarista, en lugar de acercarse a la Unión Europea, a la que ven como una amenaza a la soberanía nacional. Polonia tiene una historia de ocupaciones que pesa demasiado, especialmente entre los mayores.
La esperanza es que los jóvenes sí que miran a la Unión Europea de otra forma. Es cuestión de tiempo. El problema es cuánto espacio de libertad quedará de aquí hasta las próximas elecciones. Cada vez será más difícil desbancar a los soberanistas.
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