América es el continente más castigado por la pandemia del coronavirus. Estados Unidos, en el norte, es el país con más casos en el mundo, casi 3,4 millones de casos y más fallecidos, más de 136.000. En segundo lugar figura Brasil, que se acerca a los 1,9 millones de positivos. Los muertos de Brasil, México y Perú, Colombia y Ecuador suman unos 131.000 y cada vez van a más. En América hay una excepción: Cuba, donde se han registrado 2.432 casos y 87 fallecidos, a fecha del martes 14 de julio, según la Universidad Johns Hopkins. ¿La clave? Cuba combate casa a casa el coronavirus.
Cuando se confirma en Cuba que una persona está contagiada por coronavirus, ingresa en una clínica pero a su vez todo su entorno ha de pasar una cuarentena en un centro de aislamiento. A su vez, hay brigadas de estudiantes de medicina que van casa a casa realizando pesquisas para saber si hay más enfermos.
A ello se suma el llamado pesquisador virtual, donde todo cubano puede avisar de su estado de salud, en caso de sentir alguno de los síntomas del coronavirus. La Universidad de La Habana ofrece información muy completa sobre la evolución de la enfermedad.
Este éxito a la hora de contener los contagios por coronavirus ha llamado la atención de la Royal Society of Medicine del Reino Unido, que acaba de presentar un estudio titulado La epidemiología de rastreo en la era del Covid: lecciones cubanas.
El profesor John Ashton remarca cómo Cuba puso en marcha un plan de contingencia desde que se supo del estallido de casos por Covid-19 en la ciudad china de Wuhan. Elogia ese rastreo activo de contagiados y el aislamiento de sospechosos y contactos, y señala a Cuba como ejemplo para el Reino Unido. El método de rastreo casa a casa se empleó por primera vez hace 170 años con la epidemia de cólera del Soho.
Cuba es conocida por su capacidad para conseguir buenos resultados sanitarios, a pesar de tener que lidiar con la crisis económica", dice el doctor John Ashton
Decenas de miles de médicos de cabecera, enfermeros y estudiantes de medicina se han desplegado por todos los domicilios para realizar test y obligar a guardar cuarentena cuando haya casos en el entorno. La prioridad es localizar los casos, y también los sospechosos, y los contactos de los sospechosos, para aislarlos y así controlar la propagación.
"Cuba es conocida por su capacidad para conseguir buenos datos sanitarios, a pesar de tener que lidiar con la crisis económica. Con un sistema sanitario basado en la salud pública y la atención primaria, el país ha invertido en el personal sanitario, que suelen estar muy vinculados a la comunidad. Los esfuerzos en el combate contra el Covid-19 son excepcionales", afirma John Ashton, de la Royal Society of Medicine del Reino Unido.
Cuba ha permanecido cerrada hasta el 1 de julio y no será hasta el 1 de agosto cuando reciba vuelos del exterior. El sector del turismo, vital para la economía de la isla, ha sufrido un golpe brutal. La economía cubana depende del turismo y de las remesas, que también se han reducido de forma drástica.
El mayor temor de contagios está en las colas, que se forman de manera constante, dada la escasez de alimentos y bienes básicos. La crisis económica se ha agudizado y el cubano medio vuelve a sufrir gravemente la carestía, que el régimen presenta como fruto del embargo.
El enfermo por Covid número 15, un español
Los primeros casos detectados en Cuba fueron tres italianos que llegaron a la isla el 11 de marzo. Apenas un par de días después, aterrizó en La Habana el español Santiago Viejo Pérez. El avión estaba lleno y una gran mayoría llevaba mascarilla, pero apenas unas horas después de llegar a la isla se sintió mal y se presentó voluntario para hacer la cuarentena.
Cuando se detectó fiebre, le ingresaron en el Instituto Epidemiológico (IPK) de La Habana. Y no fue el único de los que entraron en La Habana el 13 de marzo.
"El trato fue excelente. Pero la comida era muy escasa y de ínfima calidad. Estuve dos semanas en el IPK. Me trataron con Interferón y con Kaletra, pero los efectos secundarios de este último fármaco hicieron que me cambiaran la medicación. Después de dos semanas con Interferón Alfa 2B empezó a dar síntomas de clara mejoría", explica Santiago Viejo, quien trabajaban en la hostelería en La Habana hasta el estallido de la pandemia.
Después de recuperarse, tuvo que permanecer en aislamiento (en un hotel seleccionado por su empresa). "En Cuba no sentí rechazo, ni sentí que me culparan por entrar en el país con el coronavirus", apunta Santiago que regresó a España el pasado 17 de mayo.
El Interferón Alfa 2b es un antiviral elaborado con tecnología cubana. El Ministerio de Salud Pública cubano destaca que los resultados con este fármaco son positivos.
De hecho, incluye el Interferón en sus contratos con otros países cuando envía médicos para ayudar en el combate contra el coronavirus. Cuba exporta médicos al exterior, gracias a su reconocimiento internacional en sanidad. Los sanitarios reciben un salario superior al que perciben en la isla, pero son las autoridades del régimen cubano las que se llevan la mayor parte del dinero que pagan por estos servicios, que también incluye la venta de Interferón.
Cuba está probando también la eficacia de otro fármaco, el CIGB-258, que investigaba el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología para tratar la artritis reumatoide. Fue diseñado para activar los mecanismos que controlan y disminuyen los procesos inflamatorios. El 78,2% de los enfermos en estado crítico a los que se les ha proporcionado ha sobrevivido, cuando la tasa de supervivencia es del 30%, según un estudio con 49 pacientes, según ha explicado la directora del proyecto, Gillian Martínez, a la agencia Efe.
El 'Fernando Simón' cubano
Cada día a las 11 de la mañana, hora cubana, el doctor Francisco Durán García, director de Epidemiología del Ministerio cubano de Sanidad, informa sobre la evolución de la enfermedad. Con mascarilla, lee el parte de bajas y responde a las pregunta de los medios de comunicación. El doctor Durán ya es una celebridad en Cuba, como todos los Fernando Simón del mundo.
Nacido en Santiago de Cuba, confiesa el epidemiólogo que creció en un hogar de "fuertes convicciones revolucionarias", hijo de un psiquiatra y una estomatóloga. Estudió psiquiatría y pero luego se especializó en epidemiología. Dirigió la campaña de Prevención y Control del Sida, en Santiago de Cuba. Aprendió entonces que "con paciencia y dedicación se logran los mejores resultados", según explicaba en una entrevista en Juventud Rebelde.
Formó parte de una brigada médica en Angola, y fue viceministro de Docencia e Investigaciones. Lleva seis años al frente de Epidemiología en el Ministerio de Sanidad de Cuba. "Demanda casi las 24 horas de mi jornada", confesaba.
"No estamos satisfechos con esto", suele decir cuando hay más fallecidos. "Lamentos informar sobre un nuevo brote...". Y reitera cada día: "Pedimos la población que, por favor, se mantenga en sus casas, evite las aglomeraciones, se cuide..."
El llamado zar cubano del coronavirus es directo, no oculta que no lo sabe todo. "Cuando me interrogan sobre los pronósticos, me disculpo, porque no puedo responderles, no tengo una bola mágica para predecir el futuro. Solo puedo decirles que cuantos más disciplinados seamos y mejor nos comportemos, menos contagios tendremos".
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