La unidad de acción con Ciudadanos en Cataluña ha encontrado un escollo imprevisto. El grueso de los barones territoriales del PP con mando en plaza, además del líder del partido en este territorio, el catalán Alejandro Fernández, no quieren listas conjuntas con Ciudadanos en las próximas autonómicas y así se lo trasladaron a Pablo Casado en el almuerzo que les reunió tras la ejecutiva nacional de este miércoles.
Uno de los argumentos esgrimidos en contra de una alianza estratégica en la que trabajan Casado y su "número dos", Teodoro García Egea, es que los naranjas buscan en Cataluña "maquillar su caída, están en modo supervivencia", palabras pronunciadas entre otros por Feijóo y Fernández. De hecho, fue el catalán el que suscitó esta cuestión a la luz de los resultados en el País Vasco, que calificó de "muy malos".
El presidente electo de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, agregó que "las circunstancias desaconsejan esa alianza", tesis a la que se sumó el andaluz Juan Manuel Moreno y el castellano leonés Alfonso Fernández Mañueco. Éste también apuntó a un "cambio de circunstancias. A veces uno más uno no son dos" para vaticinar la fuga de voto socialdemócrata por la izquierda y conservador por la derecha en caso de que culmine dicha alianza electoral. De hecho la experiencia vasca se ha saldado en fracaso.
Casado y García Egea reprocharon el cambio de posición de algunos de sus dirigentes territoriales
Incluso la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, siempre muy próxima a las posiciones de su jefe de filas, subrayó la necesidad de diferenciar lo que son las relaciones políticas con Ciudadanos -de hecho, ella comparte gobierno de coalición con la formación naranja no sin sobresaltos y enfrentamientos- "y otra cosa ir en listas conjuntas".
Alertó Fernández del "precio" de concurrir en coalición electoral "con el socio de Sánchez. El Ciudadanos de ahora no es el de 2017", en alusión al giro que ha dado la sucesora de Albert Rivera, Inés Arrimadas, al aproximar posiciones al Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos durante el estado de alarma. Creen los populares catalanes que ir de la mano con Cs "es darle una autopista a Vox" para que entre en el Parlamento catalán.
Ni Casado ni García Egea se esperaban este posicionamiento por parte de sus barones. De hecho, les reprocharon a algunos de ellos -a pesar de la "cordialidad de la cita"- haber cambiado de posición en la que es una apuesta estratégica del líder del PP para llegar a medio plazo a la refundición del centro-derecha. Y aunque la mantiene, se acordó esperar primero "a cuál es la propuesta que nos hagan llegar" para tomar una decisión "que hablaremos todos, sin imposiciones", dijo Casado según fuentes asistentes al almuerzo.
Esperarán a ver la oferta de Cs antes de tomar una decisión "sin imposiciones", dijo Casado
También hubo acuerdo en la necesidad de "preservar la relación" puesto que, a excepción de Feijóo, que acaba de conseguir su cuarta mayoría absoluta, todos los presidentes de Comunidad dependen de pactos con Ciudadanos. Pero si fueran juntos a las elecciones y la fórmula se saldara en fracaso como en el País Vasco "te cargas el invento de cara al futuro".
Una vía intermedia puede ser ir en listas conjuntas sólo en Gerona y Lérida, las dos provincias más independentistas de Cataluña, al objeto de agrupar el voto constitucionalista de centro-derecha, pero poco más. Recuerda un barón popular que Ciudadanos quedó en las generales del 10-N "en última posición, por detrás de Vox, y las municipales ya les fue muy, muy mal". El primer partido no independentista que ganaba en escaños y votos en Cataluña dilapidó a velocidad de crucero todo ese caudal político y electoral, en muy buena medida, por la "fuga" de sus caras más visibles a Madrid, como fue el caso de la propia Inés Arrimadas.
Distinguen entre la coalición y la absorción
De este modo, un sector nada menor del PP enfría la confluencia con este Ciudadanos. Recuerdan el estrepitoso fracaso de Coalición Popular, aquella ensalada de siglas que en época del bipartidismo imperfecto no pasó del techo de los 107 diputados en las elecciones de 1982 y 1986, resultado que ahora, dada la actual fragmentación parlamentaria, sería casi un éxito. Pero fue con la absorción de siglas, que inició Manuel Fraga y culminó José María Aznar, cuando acabaría llegando el éxito para los populares, aunque se hizo esperar.
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