El mes de julio va a pasar sin que quede tiempo material para reunir la mesa bilateral con la Generalitat catalana. A pesar del compromiso adquirido en este sentido con Gabriel Rufián a cambio de su apoyo a una de las prórrogas del estado de alarma en lo peor de la pandemia, Gobierno y ERC se han quedado sin margen para poder encajarla. Lo peor para Moncloa es que los independentistas republicanos vinculan la mesa bilateral a la negociación presupuestaria -"van en paralelo", dicen- y, de momento, no va adelante una ni otra.
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Por eso Moncloa está dispuesta incluso a celebrar la bilateral en pleno mes de agosto. "Nosotros vamos a estar aquí", afirman fuentes gubernamentales. Por lo pronto, la próxima semana habrá reunión del Consejo de Ministros y, tras la misma, muy probablemente comparecerá el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para hacer balance de un curso político de extrema dureza por la trágica pandemia del coronavirus.
En principio, el Gobierno se tomaría un descanso la segunda y tercera semana del próximo mes, para reunir el 25 de agosto de nuevo al Consejo de Ministros y arrancar ya septiembre. Todo ello si en el interregno no ocurre nada más en función que cómo evolucione la crisis sanitaria y económica.
Moncloa insiste en que la responsabilidad recae en el Gobierno catalán
Moncloa insiste en que la responsabilidad recae en el Gobierno catalán, incapaz de ponerse de acuerdo para reunir a una mesa que ERC quería del máximo nivel, esto es, con los presidentes del Gobierno y de la Generalitat y sus vicepresidentes, y en Madrid se pretendía sólo técnica. Pero parece que ni siquiera ha habido margen para intercambiar pareceres sobre una cita que tocaba celebrar en Cataluña. El presidente del Ejecutivo autonómico no es un entusiasta de la mesa y no desea dar ninguna baza al que va a ser el principal adversario político de Carles Puigdemont, se presente él o lo haga un "hombre de paja", mientras que los de Oriol Junqueras creen que Torra no tiene más remedio que sentarse.
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En todo caso, si la idea del presidente de la Generalitat es celebrar elecciones autonómicas del 4 de octubre, antes de que el Supremo confirme con toda probabilidad la pena de inhabilitación por desobediencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, tendrá que convocarlas el 11 de agosto. En definitiva, o se reúnen la próxima semana o es harto improbable que tenga lugar la cita bilateral.
Vista la situación, fuentes gubernamentales apelan a que ERC deje de vincular la mesa y los Presupuestos "porque nosotros no somos responsables de que Torra no quiera sentarse", aducen. El departamento que dirige María Jesús Montero quiere llegar a septiembre con las cuentas pactadas, y la mayoría de la investidura es el "plan a" del Gobierno aunque sin abandonar en absoluto la opción de Ciudadanos.
Malestar en Moncloa por la anunciada ausencia de Torra en la conferencia de presidentes
Torra se vuelve a convertir así en la china en el zapato para Moncloa. Dueño del botón nuclear para convocar comicios catalanes, un escenario electoral es el menos deseable para una negociación presupuestaria. Otra cosa es que la evolución de la pandemia en Cataluña imposibilite una llamada a las urnas y, finalmente, un Torra inhabilitado tenga que dejar el palacio de la Generalitat en manos de su vicepresidente, Pere Aragonès, de ERC, escenario indeseado por los antiguos convergentes en general y por Puigdemont en particular.
Se le están complicando las cosas tanto a Torra que ni siquiera acudirá a la conferencia de presidentes autonómicos que Pedro Sánchez ha convocado este viernes en el Monasterio de Yuso (La Rioja). El nivel de los brotes de coronavirus en Cataluña es de los más altos de Europa y lleva camino de sustituir a Madrid como epicentro de la pandemia.
En Moncloa aducen que si la prioridad de Torra es la lucha contra el coronavirus "razón de más para acudir a la cita con todos los presidentes", De hecho, el Covid va a ser el eje central de la cita. Se pondrá en común la situación de cada territorio, las medidas a tomar y la evolución de la pandemia. También se volverá a hablar de reparto de los 16.000 millones de euros liberados precisamente para paliar sus efectos sanitarios, políticos y sociales. La más que previsible ausencia de Torra, que participó en todas las citas telemáticas durante el confinamiento, provoca un indisimulable malestar en el Gobierno.
El mes de julio va a pasar sin que quede tiempo material para reunir la mesa bilateral con la Generalitat catalana. A pesar del compromiso adquirido en este sentido con Gabriel Rufián a cambio de su apoyo a una de las prórrogas del estado de alarma en lo peor de la pandemia, Gobierno y ERC se han quedado sin margen para poder encajarla. Lo peor para Moncloa es que los independentistas republicanos vinculan la mesa bilateral a la negociación presupuestaria -"van en paralelo", dicen- y, de momento, no va adelante una ni otra.
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