"Incendios, riadas, una pandemia, fragmentación política, crisis... Y sin embargo, grandes proyectos por delante". Con este mensaje, Isabel Díaz Ayuso celebraba en Twitter el pasado viernes su primer aniversario como presidenta de la Comunidad de Madrid. Que la legislatura no iba a ser un camino de rosas lo sabía la lideresa prácticamente desde el primer día. Las arduas negociaciones con Ciudadanos y la inevitable presencia de Vox para sacar adelante cualquier proyecto de calado planteaban de entrada importantes quebraderos de cabeza para la apuesta de Pablo Casado. Pero ha sido el golpe de una pandemia inesperada lo que ha descosido las costuras del ejecutivo madrileño y la causa por la que el liderazgo de Ayuso ha quedado tocado.
Las batallas, públicas y privadas, entre los socios de Gobierno en Madrid -hace semanas que Ayuso y Aguado firmaron una tregua- o el reto de liderar la gestión de la pandemia en la región en los últimos meses pueden convertirse solo en una sombra de los desafíos que vendrán a partir de septiembre.
La presidenta regional se prepara para un 'otoño caliente' en el que deberá enfrentar una segunda ola del virus, con los casos de Covid-19 de nuevo disparados; negociar unos Presupuestos; encarar una posible moción de censura; enfrentar despidos y una reestructuración del ejecutivo madrileño (algunas voces del PP apuestan por una reducción del número de consejerías)... y esperar que todo ello no la desestabilice en el próximo congreso regional para liderar el PP de Madrid, que está previsto que se celebre a principios de 2021.
La dirección no quiere enfrentamientos internos que le alejen de su cometido primordial: construir una alternativa "firme y responsable" y, llegado el momento, desalojar a Sánchez del Palacio de la Moncloa aupados por el impulso que le otorgan las encuestas. Pero el desgaste del perfil de Ayuso contrasta, y mucho, con la proyección del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, uno de los pocos perfiles políticos a nivel nacional que ha salido reforzado de una situación tan complicada. El regidor no ha dado señales de querer disputarle esa batalla a Ayuso. Por el momento, la relación entre ambos es de "máxima colaboración" para el "principal desafío", que es la lucha contra la pandemia.
Otro de los nombres que suenan para el congreso de Madrid es el de la secretaria general del PP regional, Ana Camins, persona de la máxima confianza de Pablo Casado y una cara 'nueva', sin lastres de gestión, que podría presentarse como vía alternativa a la confrontación entre los liderazgos de las dos instituciones madrileñas para dar un lavado de imagen al partido.
El degaste de la 'lideresa'
Encadenar polémicas ha sido la tónica habitual que ha enfrentado la presidenta de la Comunidad de Madrid prácticamente desde su estreno en la Puerta del Sol. La interminable batalla con el Ejecutivo de Sánchez y con sus socios de Gobierno durante toda la pandemia así como las innumerables controversias en torno a su gestión -los contratos con Telepizza, los aviones fantasma, el apartahotel de Sarasola, el protocolo para residencias...- empiezan a convertirse en un lastre.
Con el fin del estado de alarma y del mando único, todo el peso de la gestión en Madrid recae ahora sobre los hombros de Isabel Díaz Ayuso. Y algunos errores, como el de no contar con una amplia plantilla de rastreadores para atajar los rebrotes en la región tras meses de nueva normalidad y optar por la privatización de parte del servicio le han pasado factura.
También le han llovido numerosas críticas por el último rifirrafe que ha protagonizado su consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero -cuya continuidad sí está cuestionada, también por sectores de Ciudadanos- con el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón a cuenta del número de asintomáticos: el técnico de Sanidad censuró que sólo se notificasen el 15% de este tipo de contagios en la región a cuenta de un informe epidemiológico publicado por la propia Comunidad de Madrid; Escudero le rebatió asegurando que ese porcentaje ascendía al 70%, mientras el departamento de Salud Pública de la región modificó el dato que sustentaba el argumento de Simón del documento sanitario.
Mientras, la polémica con los rastreadores continúa. A la espera de que se incorporen las decenas de sanitarios que la Comunidad está 'requisando' a las mutuas, la cifra de empleados que tiene la región para detectar casos y trazar contactos es de 422, contando con la veintena de profesionales que ha contratado el Gobierno de Ayuso por la vía privada. Este número es, a todas luces "insuficiente" para un territorio como Madrid. El presidente del Colegio de Médicos, Miguel Ángel Sánchez, cifra en conversación con El Independiente que la horquilla de profesionales debería ser de entre 1.300 y 1.600 para evitar las "consecuencias graves" que puede traer la segunda oleada del virus.
Presiones para la moción
Tal y como publicó este medio, la izquierda madrileña espera a otoño para tantear una moción de censura contra la presidenta regional, en la que el papel de Ciudadanos se estima clave. El líder de la oposición y portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Ángel Gabilondo, activó la pasada semana el fantasma de la operación contra Ayuso por su gestión ante la crisis, y fuentes socialistas referenciaron a este medio que el objetivo es, precisamente, esperar al desgaste de la lideresa para "legitimar" la moción.
La paz entre Aguado y Ayuso podría tener los días contados una vez comience la guerra por los Presupuestos, que el ejecutivo madrileño aún tiene pendiente y en que los votos de Vox serán clave para sacarlos adelante. Precisamente, las posibles cesiones que haga el PP a la formación que en Madrid dirige Rocío Monasterio puede ser un punto de fricción que agrave la relación de los populares con sus socios de Ciudadanos, cuya dirección nacional ha inaugurado un giro estratégico basado en pactos con el PSOE a nivel nacional.
Gabilondo sólo necesita tres votos de Ciudadanos para tumbar a dirigente del PP quien, a su vez, está preparada para pulsar el botón de adelanto electoral en caso de moción inminente. Sea como fuere, lo único claro es que otoño no dará ni un sólo respiro a Isabel Díaz Ayuso, con una crisis sanitaria, económica e, incluso política sobre sus hombros.
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