La caída de Cayetana Álvarez de Toledo fue una maniobra con la que se especuló durante meses, pero no se ejecutó hasta una calurosa tarde de agosto en la que el líder del PP -convertido ya en uno de los pocos benefactores de la dirigente dentro del partido- comprobó que la libertad de su ex portavoz no terminaba donde comenzaba la suya.
Casado le comunicó el pasado 17 de agosto el fin de su etapa como portavoz parlamentaria y la dirección de Génova, tras escuchar el incendiario discurso de Álvarez de Toledo a las puertas del Congreso de los Diputados, dio por sentado que la renuncia a su escaño sería cuestión de tiempo. "Es una forma de esclavitud formar parte de un partido en el que no te puedes expresar con libertad", llegó a pronunciar la dirigente. Pero nada más lejos de la realidad.
A pesar de que en la cúpula del PP, tal y como publicó El Independiente, se inclinaban porque la diputada abandonase su asiento en la Cámara Baja sin hacer demasiado ruido -llegó a airearse el díficil encaje que tendría en el nuevo PP tras su flagrante rebelión contra la disciplina del partido- Álvarez de Toledo tomó una decisión que, en algunos sectores del partido, fue entendida como un nuevo pulso a la dirección: conservar el escaño para "averiguar hasta dónde llega la libertad de un diputado base", según declaró en una entrevista para El Mundo.
Casado, centrado ahora en consolidar su posición como alternativa "real" y "moderada" frente al Gobierno con Vox discurriendo por su derecha, no quiere más titulares a cuenta de su ex portavoz. Génova trata de librar intramuros una guerra que ya tiene un precedente: con Mariano Rajoy a la cabeza, Álvarez de Toledo dio otro portazo al PP y se marchó aireando sus discrepancias contra la gestión del ex presidente del Gobierno, al que reprochó públicamente que, bajo su mandato, "la democracia ni se ha regenerado ni se ha defendido". Incluso llegó a reconocer que votó a Ciudadanos cuando Rajoy aún residía en el Palacio de la Moncloa, lo que generó un gran malestar dentro de la dirección popular de entonces.
Álvarez de Toledo continúa con lo que algunos consideran como "oposición interna" para debilitar al partido en su estrategia de ejercer una oposición moderada -Génova explota ahora perfiles como el de Cuca Gamarra, Ana Pastor, José Luis Martínez-Almeida o el de barones como Feijóo, que han pedido siempre un discurso alejado de la bronca y de la polémica- igual que en su día hizo con Mariano Rajoy, con la diferencia de que ahora, los apoyos de la ex portavoz en la estructura del partido son escasos, y Génova se ha encargado de arrinconar a los pocos que quedaban.
Tal y como adelantó Vozpópuli y pudo confirmar este medio, la dirección popular comunicó esta semana otros dos ceses: el de Alfredo Timermans, jefe de Gabinete de Álvarez de Toledo y próximo a FAES y al ex presidente del Gobierno, José María Aznar; y el de Maje Sáez, su directora de comunicación. Los despidos se encuadran desde la dirección dentro del normal engranaje del partido -es a la nueva portavoz, en este caso a Cuca Gamarra, a la que le corresponden estos nombramientos-, pero lo cierto es que Génova no prevé recolocar ninguno de estos nombres dentro del PP pese a la continuidad de la ex portavoz en el Congreso.
El repliegue de la influencia aznarista que volvió al PP especialmente durante la primera etapa de Casado al frente del partido se ha visto también reflejado con el relevo de Pilar Marcos, mano derecha de la hasta ahora líder del grupo parlamentario y portavoz adjunta en el Congreso, puesto que ahora pasa a desempeñar Marga Prohens, emisaria de Igualdad en la Cámara Baja. Otros referentes de la denominada como 'ala dura' del partido han visto también mermada su influencia, como Javier Fernández-Lasquetty, ahora consejero de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid; o Isabel Benjumea, diputada en Bruselas. El relevo de otro de los afines a Álvarez de Toledo, Gabriel Elorriaga, como jefe de asesoría jurídica dentro del partido abrió la caja de truenos en la relación entre la ex portavoz y Casado, en lo que fue entendido en la órbita de la dirigente como una estrategia de presión orquestada por el secretario general, Teodoro García Egea, para que se marchara, aunque finalmente tuvo que ser el presidente del PP quien firmase su carta de despido.
Álvarez de Toledo "se confunde de enemigo"
La batalla entre la dirigente y el resto de la dirección se recrudece por momentos. Tras anunciar que mantendría su escaño para ejercer y comprobar su libertad dentro del partido, el recién ascendido alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, -que hace ahora las veces de portavoz nacional del PP- aseveró que, si él hubiese sido diputado en el Congreso durante cuatro legislaturas, tendría "un conocimiento bastante aproximado" de esa libertad que busca averiguar Álvarez de Toledo "sin necesidad de hacer mayores investigaciones prospectivas", en un dardo velado a las intenciones de la ex portavoz en su nueva ocupación como diputada rasa del partido.
"De alcalde de todos los españoles a portavoz contra la ex portavoz", contraatacó Álvarez de Toledo en una entrevista para EsRadio. "Este papel no es el que le corresponde", sentenció, en relación al regidor de Madrid. La ex portavoz utilizó la misma entrevista para, precisamente, denunciar la campaña de exclusión que asegura se está ejecutando desde Génova y que, a su juicio, son "maniobras de exclusión infantiles e inútiles". No se refirió al despido de sus allegados, pero sí denunció que, por ejemplo, no se incluyeran sus declaraciones en las entrevistas concedidas a los medios en los comunicados de prensa que elabora el PP, algo que sí se realiza con el resto de dirigentes.
De puertas para adentro, las declaraciones de la ex portavoz siguen generando malestar y temen que la indisciplina de Cayetana Álvarez de Toledo termine lastrando el liderazgo de Casado, que destituyó a la portavoz, entre otros motivos, para evitar que las disidencias internas copasen titulares por encima de su propia estrategia de partido. El PP quería dar por cerrada esta operación en el mes de agosto y se esperaba que, para el nuevo curso político, la ex portavoz ya estuviera fuera del Congreso. Pero no ha sido así.
Fuentes autorizadas de Génova lamentan que la diputada "se confunde de enemigo" al lanzar dardos contra la cúpula del partido y, por ende, contra Casado porque "todos deberíamos estar para ejercer oposición a Sánchez", y no para debilitar al propio partido. "Si se queda, esperamos que sea para ayudar", sentencian.
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