"Soy la hostia en mi trabajo, soy la polla de bueno porque llevo 30 años haciéndolo y nunca he fallado. ¡Nunca! Por eso las cosas más delicadas de este puto país me las encargan a mí, ya sea la izquierda, la derecha, el centro, su puta madre... Que no me fío de ninguno de ellos". Corría el mes de septiembre de 2014 y el comisario Villarejo se expresaba en estos términos en una conversación que mantuvo con Sergio Ríos Esgueva, el chófer de la esposa de Bárcenas al que captó la Policía como confidente para tratar de robarle el ex tesorero del PP documentación comprometedora para Mariano Rajoy.
La Operación Kitchen, desarrollada entre 2013 y 2015 e investigada en la actualidad por dos juzgados de la Audiencia Nacional, llevaba más de un año desplegada y Villarejo aprovecha dicho encuentro con el conductor para mostrarle su malestar por el hecho de que éste le hubiera facilitado una copia de un material a un subordinado suyo y no a él, que era -en palabras propias- "el director de la orquesta".
"Tengo cierto mosqueo contigo", le espetó a Sergio Ríos. "La reacción tuya de ser radical cuando te dije: 'Tío, déjame una copia de eso tal y cual...'. Aquí somos todos soldados, tronco", añadió. Cuando el chófer declaró ante el juez García-Castellón en enero de 2019 detalló que fue Villarejo quien lo captó como confidente, para lo que pidió ayuda al inspector Andrés Gómez Gordo. Éste era un policía de confianza de María Dolores de Cospedal desde los tiempos de ésta en la Presidencia de Castilla-La Mancha.
El antiguo agente encubierto trata de ganarse la confianza de Ríos Esgueva asegurando que es "una tumba" y que es "la hostia en su trabajo", como acreditan las más de tres décadas de servicio prestado en el Cuerpo en dos etapas y los servicios sensibles que había tenido que desempeñar en ese tiempo. Y no entendía que, pese a que había dado la "barba" y el "tipo" por el chófer, éste no hubiera compartido con él cierta documentación conseguida y sí con otro mando policial.
"Esos movimientos extraños... pues te digo que que me han mosqueado. Te lo digo sinceramente, lo lamento profundamente porque yo te aprecio. Te considero amigo", le dice. El intercambio de impresiones se produce mientras el conductor se ofrece a llevar en su coche a Villarejo a la madrileña calle Zurbano desde la zona de Nuevos Ministerios.
Kitchen fue, en palabras de Villarejo, "una operación para quitarle a Bárcenas los papeles que comprometían al presidente" (Rajoy)
Durante la conversación, el comisario insiste en que él cumplirá los compromisos asumidos con él cuando le captaron como colaborador para llevar a cabo el dispositivo, entre lo que se incluye el pago de fondos, reservados y su incorporación al Cuerpo Nacional cuando ya había cumplido los 40 años. "Pienso en tu futuro", le indica Villarejo. El chófer aprovecha para dejarle una copia de la solicitud de admisión a las pruebas de ingreso que había presentado en Valdemoro (Madrid) el 25 de septiembre de 2014.
Ríos Esgueva aprobó la oposición un año después y el 15 de septiembre de 2015 entró en la Escuela Nacional de Ávila para iniciar su formación teórica, realizando posteriormente las prácticas en la comisaría de Distrito de Moncloa (Madrid) antes de obtener plaza en una Unidad de Extranjería y Documentación de Lleida. Hoy está en comisión de servicio en la Brigada Móvil.
En aquella cita con Villarejo, el chófer recibió los 2.000 euros de la asignación de ese mes como contraprestación por su colaboración en el dispositivo. "Ahí tienes, no te he podido conseguir más que billetes de 500. Es que no hay...", se justifica. La instrucción ha puesto de manifiesto que él cobró 48.000 euros durante dos años -a razón de 2.000 euros al mes- más otros gastos. También le entregaron una pistola que costó 700 euros, también sufragados con fondos reservados.
Se trata de una de la grabaciones intervenidas al controvertido policía tras su detención en noviembre de 2017 y que la Unidad de Asuntos Internos analiza en un informe entregado al juez José de la Mata -instructor de la caja B o Papeles de Bárcenas en la Audiencia Nacional- dentro de la investigación con la que trata de aclararse el dispositivo "parapolicial" -en palabras de la Fiscalía- puesto en marcha en la etapa de Jorge Fernández Díaz como ministro del Interior.
Material para "sacar los dientes"
Ese interés de Villarejo por conseguir el material sensible de Bárcenas salió también a relucir en el curso de una conversación que mantuvo con el comisario principal Enrique García Castaño El gordo -imputado en varias piezas separadas del caso Villarejo y ya jubilado- tras la destitución de éste como jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) en febrero de 2017, sólo unos meses después de la llegada de Juan Ignacio Zoido al Ministerio del Interior y la salida de la cúpula anterior.
El hoy preso le hace ver a El gordo la conveniencia de que le pase una copia de las cosas que tuviera "delicadas" -"Tú sabes que yo no te voy a traicionar nunca y que la voy a tener apalancada (...). Yo teniendo una cosa tal cual entonces sí saco los dientes", promete- o que la dejara "en un notario" por lo que pudiera pasar en el futuro.
Villarejo le explica que él hace tiempo que tomó la decisión de guardar diferentes copias de seguridad del material sensible que acumulaba -algunas "en el extranjero"- para ser utilizadas cuando él lo dijera ante determinadas eventualidades: "Yo hace ya tiempo cogí con un notario y las cosas así delicadas las tengo emboscadas. En caso de muerte o de que yo avisé, ¡pom!".
El antiguo agente encubierto trata de convencer a su interlocutor -ajeno a que la conversación estaba siendo grabada- para que amenace con el material que guarda de Bárcenas procedente de la Operación Kitchen después de haber sido cesado de la responsabilidad que desempeñaba -al frente de la unidad encargada de la ejecución de los dispositivos de vigilancia y seguimientos requeridos por otros grupos policiales- y enviado a coordinar las comisarías del Sur de Madrid.
"Deseando que registren mi casa"
"Una operación para quitarle al Bárcenas los papeles que le comprometían al Presidente. No me jodas, macho. ¿Eso qué es? Yo que tú, de verdad, sacaba los dientes (...). Díselo a Paco [Martínez, secretario de Estado de Seguridad con Fernández Díaz]. Dile: 'Oye, voy a tirar para adelante con el tema del cocinero...", le sugiere.
En esa charla, Villarejo le cuenta que "un amiguete del CNI" (Centro Nacional de Inteligencia) ya le ha informado de que se ha abierto un "caso ya formal" contra ambos y que un juez habría autorizado la intervención telefónica "para hacer lo de la seguridad del Estado". Según explica, Sanz Roldán -entonces jefe de los servicios secretos- llevaba una semana preparando los registros de su casa, la de Eugenio Pino (ex número dos de la Policía) y de García Castaño porque dicen que "tenemos secretos de la polla". "Yo estoy deseando que registren mi casa, eh. ¡Que la registren!", enfatizó.
Meses después, agentes de la Unidad de Asuntos Internos lo detuvieron y se incautaron de los más de 30 terabytes de documentos informáticos que almacenaba después de más de tres décadas de servicio policial. El análisis de ese material ha dado pie a la formación de 25 piezas separadas y a la imputación de empresas y personas que contrataron los servicios de su grupo empresarial mientras él permanecía en activo en el Cuerpo Nacional. El arresto y el registro tuvo lugar a principios de noviembre de 2017. Desde entonces permanece en prisión preventiva mientras no hay fecha aún para el primero de los numerosos juicios a los que tendrá que enfrentarse.
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